Capítulo XVI Disfrutemos esta noche

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Kuro miraba fijamente la espalda de Mahiru en ese festival. Aunque de vez en cuando, sus esmeraldas se desviaban a los puesto de comida.

Era la primera vez que hacia ese tipo de salida. Nunca había ido a algún festival, aunque claro, tampoco era un total misterio. Había visto en infinidades de veces por televisión, y hasta en los mangas que releía una y otra vez.

Pero nunca comprendió cuando la gente parecía tan feliz al disfrutar de aquello... hasta ahora. Tenía una pequeña emoción casi infantil inflándose en el pecho. Se sentía como un pequeño niño apunto de correr a algún juego y probar su suerte.

Y fue en ese momento, donde se había desviado y admirado los juegos, cuando Kuro se detuvo mirando fijamente al frente y sentir que la gente casi lo rodeaba al pasarlo.

¿Dónde estaba Mahiru y el resto?

Solo había llevado su mirada en los puestos un segundo, y ya se había perdido del grupo.

Mientras Shirota seguía al inusualmente feliz Sakuya a un puesto de pececitos. Había soltado la mano de Kuro cuando su móvil había vibrado en su bolsillo trasero. Pensó que sería un mensaje de su tío, pero resulto ser una de esas propagandas de la compañía de teléfono. Que desilusión.

Llamaría a su tío mas tarde.

— ¡Mahiru, mira aquí!

Shirota dejo su móvil y observo a Watanuki ya agachado mirando un puesto de pesca. Al parecer estarían un buen rato ahí, él no era muy bueno en ese tipo de juegos, pero igualmente disfrutaba de ellos.

— ¿Kuro tu también quieres... jugar?

Mahiru miro detrás de él, y un pequeño niño que saboreaba un confite lo observo curioso. Shirota parpadeo confundido y después busco a su alrededor algún chico con cabellos celestes, pero nada. Kuro no estaba.

"Perdí a Kuro"

Casi se sintió como una madre que pierde a su hijo en medio de la multitud. Estaba por salir corriendo y preguntar a cuanta gente se le cruce por el camino, pero una mano en su muñeca le detuvo a los dos pasos.

— ¿Qué pasa, Mahiru?

El castaño miró de reojo a watanuki, y éste con una ceja alzada, le mostraba dos pequeñas red de papeles de arroz, invitándolo a jugar.

— Kuro se perdió... y Misono y Tetsu.

Sakuya, sin mucho interés, busco al perezoso entre la multitud, y como había dicho Mahiru, ningún tipo que se asemejara con su descriptivo cabello celeste había. Mucho menos un alto rubio, y al enano de cabello extraño, era fácil perderlo de vista.

Y entonces, vagamente recordó que antes de salir al festival, Tsubaki le había aconsejado algo. Ese algo le resulto difícil de conseguir, teniendo en cuenta que los chicos de su cuarto se invitaron solos a esa especie de cita que se había propuesto.

Pero ahora, ese algo se veía sumamente fácil... en término de compañía.

— Mahiru, acompáñame.

Sakuya agarro de la muñeca a Shirota. Lo que Tsubaki le había propuesto, era usar esa salida para expresarle sus sentimientos al de mirada ambarina. El azabache le había dicho que, en cuanto encontrara momento solos, podría intentarlo.

Que él se encargaría de hacer un momento, y dejar tanto a Sakuya como a Mahiru solos. Y aun no comprendía cómo es que Tsubaki lograría hacer tal cosa. Pero lo hizo tal parece.

— Pero Kuro y los demás, Sakuya.

En ese festival, al final, había un santuario venerando a algún Dios. Por lo general las cercanías a estos estaban vacíos. Quizás si llevaba a Mahiru aquella zona pacifica podría tranquilizarse. Y de paso ser esa confesión mas... apacible.

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