Capítulo V Cielo estrellado

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Miraba cansado a su hermano correr de la orilla del río hacia unas pequeñas cubetas, haciendo el mismo ejercicio una y otra vez en esos tres minutos. Y le estaba cansando solo el hecho de verle, pues pronto ellos también se unirían en esa actividad.

Mikuni estaba jugando con ellos de nuevo. Un tonto juego de atrapar pequeñas pelotitas de plásticos que flotaban río abajo. El adulto estaba donde comenzaba la cascada tirando bolitas como un niño.

El juego era recoger la mayor cantidad de ellas en cinco minutos. Claro que un poco más abajo habían puesto una malla que cruzaba los extremos del rio por si una bola se escapaba y quedara atorada en ella.

Miró una vez más a su hermano. Y este era tan bruto y codicioso que atrapaba todas las que sus brazos alcanzaban, era tan escandaloso al llevarlas a la cubeta que la mitad de las pelotitas se le caían al río y otras en el verde pasto. El juego era de tres personas, y Hyde estaba acompañado de Belkia—amigo gritón de su hermano Tsubaki— y una chica que también era medio gritona y mandona, Usami Mitsuki, por lo que entendió la chica venia de la mansión Alicein también.

Se escuchó el sonido del silbato de Mikuni y supo que el tiempo se había terminado. Hyde, quien mas había corrido, se tiró cual costal de papas al suelo jadeando y gritando lo cansado que estaba.

— Ya es nuestro turno, Kuro.

No quiso moverse ni mirarlo. No quería hacer aquello, el solo hecho de ver como quedó su hermano le quitaban todas las ganas de tener los ojos abierto siquiera.

—No me digas que aun sigues enfadado.

Parpadeo confundido y finalmente miró a Shirota que estaba frente a el mirándolo preocupado.

Ah, es verdad. Se supone que estaba enfadado con el chico. Ya se había olvidado.

Después de saltar de la cascada, y que tanto Mahiru como el resto se estuvieran riendo, más que nada el castaño se reía por ambos de la locura que hizo. Pero sentía las burlas pesadas de los amigos de Tsubaki y de este mismo, así como otros rostros que no conocía. No le molestaba en realidad, pero Shirota había malinterpretado su silencio —ocasionado por el remolino de sentimientos confusos que lo invadieron— con enfado por haberse tirado sin avisarle.

El chico le pregunto si estaba bien, si se había enfadado. Él simplemente agacho la cabeza ocultando su cara, algo avergonzado porque se le había escapado una risita. Risa que Shirota no notó. Y risa que el mismo se sorprendió, y que seguramente si su hermano Hyde hubiera estado cerca se habría sorprendido igual que el. Lo bueno es que el rubio boca-floja no estaba cerca para sacarle en cara esa expresión. Seguramente hubiera sido más vergonzoso si Hyde gritara "Nii-san nunca ah reído, y ahora lo hace con cara de bobo" aquello si hubiera sido molesto.

—Perdón Kuro, no pude evitarlo.

—¿Qué hubiera pasado si no yo sabría nadar?

No quería recriminarle nada, pero se le salieron aquellas palabras, que en cierta forma eran cierta. Si no supiera nadar como perrito en el agua, de seguro se habría hundido como roca, arrastrando a Mahiru con él.

—Perdón.

Cabizbajo Shirota había bajado el rostro mientras dejaba una medio sonrisa forzada. Lo había lastimado. Eso vio en sus ojos, estos habían perdido el hermoso brillo de alegría de hace un momento, y él se sintió pésimo.

Quiso disculparse con algunas palabras pero solo balbuceó en el minuto en que Hyde llegaba a interrumpir con sus gritos y risas luego de haberse lanzado al agua para acercarse, diciéndole lo tonto que se vio con su cara de horror al caer de la cascada, como si él no hubiera hecho el ridículo cuando lo empujaron.

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