Prólogo

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Ocho años atrás.

Era diferente a los demás niños, él no ansiaba llegar a casa apenas ponía un pie en la escuela. Si fuera por él viviría lo más lejos posible de su hogar. Cualquier otro niño sería recibido por su madre apenas cruzaba la puerta, en cambio JinYoung escuchaba sollozos apenas entraba. Solo podía ignorarlos y pasar el resto de la tarde solo, sintiéndose miserable porque su madre estuviera encerrada en su habitación, llorando y de seguro junto a una botella de alcohol, en vez de estar jugando con él, dándole el cariño que tanto necesitaba.

Por eso odiaba llegar a casa después de clases, porque sabía que los problemas regresaban.

De por sí el ambiente era deplorable todo empeoraba a la hora de la cena, cuando su padre llegaba. Otra vez le había ido mal en su trabajo, hubo baja clientela en el taller mecánico que trabajaba. Por eso llegaba malhumorado y le levantaba la voz tanto a su esposa como a JinYoung cuando no hacían algo que él quería. Perdía muy fácil la paciencia y la mayoría de las ocasiones este resolvía todo a golpes, usando a la mujer como saco de boxeo por no poder defenderse al estar bajo los efectos del alcohol.

Lo único que agradecía de la situación es que no se desquitara con él como antes, porque no sabría explicar de nuevo a su maestra alguna mancha amoratada en su rostro o sus brazos.

Había sido violentado de manera física, e incluso psicológica, a partir de los seis años por parte de su padre. Su madre solo le gritaba porqué tuvo que nacer cuando estaba borracha, que lo aborrecía y ojala que nunca hubiese existido, aunque se arrepentía de todo cuando volvía a estar sobria. Ella trató de ser una buena madre, pero su vida basada en maltratos terminó por hacer que cayera en una profunda depresión y solo le importó ella misma y mantener su matrimonio, por eso resistía los golpes por más que le doliesen. Él, su propio hijo, pasó a segundo plano en su vida.

Gracias al cielo, ambos lo dejaron en paz a los ocho pero ya había quedado con secuelas de su realidad familiar, sabía que ninguno de sus padres lo quería y que solo era una carga.

No los odiaba, sino que se odiaba a si mismo por no ser lo que sus padres querían.

Pero toda esa basura llegó a su fin un día de Abril. Recordaba a la hora de la cena que su padre apareció molesto y luego de discutir con su madre la golpeó, pero no fue suficiente esa vez. Toda su rabia se fulminó cuando le enterró un cuchillo a su esposa, dejándole ver una escena su hijo que nunca olvidaría. Lo siguiente que recordaba fue a su padre huyendo de la casa y él, al quedarse solo, se colocó junto al cuerpo de su madre y lloró, tan fuerte que alertó a una vecina.

Más tarde le informaron que su padre murió en un accidente automovilístico al ir a exceso de velocidad.

Todo pasó muy rápido pero terminó viviendo con la vecina que lo encontró junto al cuerpo de su difunta madre. La mujer era buena pero no hizo el esfuerzo para adaptarse a su nueva vida, estaba traumatizado con el hecho de haber sido llamado un inútil y no quería molestar a nadie, quería evitar que alguien le hiciera daño otra vez. Pero el cariño y el esfuerzo de la mujer hicieron que terminara por mostrar su personalidad de antes, tal vez era una nueva oportunidad de vida.

Fue feliz pero esa felicidad duró muy poco. A la mujer le vino una enfermedad repentina y falleció antes de que pudiera pensar en algo. Esa vez fue inevitable que fuera a un orfanato, ya con trece años de edad.

De allí JinYoung pasó de casa en casa, siendo adoptado por diferentes mujeres. Se dio cuenta que su belleza y su personalidad llamaban la atención y decidió usar aquello a su favor para conseguir cumplir su sueño: Viajar por el mundo. Muchas de sus madres adoptivas le mostraban fotos de muchos lugares a donde habían ido, realmente hermosos y que esperaban por ser descubiertos por más personas. Él quería estar en cada uno de ellos y llevarlos por siempre en su memoria. Por eso decidió convertirse en un varón de compañía, contratado por las mujeres más ricas de todo Seúl para acompañarlas en sus eventos. Ocultó sus traumas y su pasado en lo más profundo de su ser, y dio paso a un nuevo él, uno que conseguiría todo lo que querría.

Su mundo dio un giro de ciento ochenta grados, pareciera como si hubiese entrado a otra dimensión. Popularidad, fiestas, dinero, diversión, todo eso estaba frente a sus ojos y podía conseguirlo solo con fingir una sonrisa y mostrar sus encantos.

Actualidad.

Miró las fotos de la ciudad de Londres, era la tercera vez en la semana que las sacaba del baúl y las observaba. Aquellas fotos habían sido un regalo por parte de una de sus señoras, así les llamaba a las mujeres quienes lo contrataban, cuando viajó a Inglaterra. Le encantaría ir allí, pero era muy costoso y aún le faltaba dinero, a pesar de ser varón de compañía desde los quince años. Actualmente tenía dieciocho y sus pensamientos cambiaron.

Ser acompañante de mujeres ricas, ir a distintos lugares de la clase alta de Seúl, formar parte de su círculo y de sus fiestas no era divertido como pensó en un principio. Estaba cansado de fingir que todos les agradaban, que se llevaba bien con la mujer que lo contrató como si fueran conocidos de toda la vida. Se aburría de ser lucido como una posesión o un muñeco por su belleza sin igual, llamando la atención de todo el mundo. Estaba cansado de ser observado y admirado, cuando en realidad ellos no tenían nada de que envidiarle.

Estaba cansado de todo.

Pero la vida le daría una segunda oportunidad cuando él se topó en su camino, quien podría ser su salvación, su ruta de escape.

Ruta De Escape ; BNiorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora