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Horas más tarde JinYoung despertó acompañado de un fuerte dolor de cabeza. Cerró sus ojos, frunciendo el ceño mientras se maldecía internamente por haber bebido tanto. No volvería a hacerle caso a JaeBum. Se sentó en la cama y frotó sus ojos, tratando de resistir la jaqueca que lo aquejaba. Recordaba lo sucedido anoche, no con tanta nitidez como hubiese querido, pero al fin y al cabo recordaba todo y en orden. Aquello lo agradecía, porque no sabría qué hacer con un vacío mental.

No tenía ni la menor idea que hora era, tomó su celular que estaba en la mesita de noche y la vio a través de la pantalla. Diez con veintidós minutos, demasiado temprano. Bufó, solo había dormido algunas horas y aún tenía sueño. Hubiese seguido durmiendo entre las sabanas de seda, pero la jaqueca que lo acomplejaba era horrible. Necesitaba con urgencia alguna pastilla.

Se puso de pie, colocándose sus pantuflas para salir de su cuarto. Caminó por el pasillo y bajó por las escaleras, dispuesto a buscar el botiquín que se encontraba en el baño principal. Pero se detuvo a mitad de camino, cuando una de las empleadas se le acercó.

— Buenos días, señorito JinYoung. —le saludó con una amplia sonrisa y él le devolvió el gesto, tratando de ocultar que traía una jaqueca horrenda. — La señora Ayaka le ha dejado aspirinas en la cocina, me pidió que le avisara que las tome lo más pronto posible. Ah, por cierto, iré a hacerle el desayuno.

El pelinegro la miró, bastante extrañado. Siguió a la empleada, pensando en cómo su señora supo que necesitaría aspirinas para el dolor de cabeza. Hizo una mueca, se lo preguntaría más tarde. Cuando llegó a la cocina encontró en la mesa un vaso con jugo de naranja natural junto a un par de aspirinas, las cuales tragó con ayuda del líquido. Se quedó allí, esperando su desayuno. Le sonrió a la sirvienta cuando colocó el platillo frente a él y comenzó a comer, pensando en lo ocurrido anoche.

Una sonrisita tonta apareció en su rostro, en serio lo había pasado bien y todo se debía a JaeBum. Wow, ¿qué había ocurrido en una noche para que pensara de que Im JaeBum, el joven ricachón y que estaba flipado por él, se convirtiera en un ser genial de un momento a otro? Tal vez los tragos le afectaron alguna neurona, pero valió la pena confiar en el castaño.

Luego de desayunar, más que satisfecho, le dio las gracias a la empleada y subió a darse un relajante baño, mucho mejor gracias a las pastillas. Se colocó ropa casual, pero no por eso fuera de moda e incluso que indicara en cada centímetro que era bastante costosa, a la señora Ayaka le gustaba que sus empleados se vistieran bien. Esperó a la mujer a que volviese a la hora de almuerzo, quería resolver la duda que se había formado en su cabeza. Por eso apenas vio por la ventana la limosina bajó como un trueno de su cuarto, yendo hacia la entrada.

— ¡Señora Ayaka! —exclamó, feliz de verdad.

— Oh, JinYoung. Hola, al parecer las aspirinas sirvieron. —respondió con una sonrisa, tomando su cartera para cerrar la puerta del vehículo.

— ¿Cómo supo que las necesitaría? —preguntó con obvia curiosidad.

— Fui joven al igual que tú, cariño. Fui a fiestas hasta altas horas de la madrugada y sé que la borrachera trae una gran jaqueca. —respondió con simpleza y pasó por su lado para entrar a la mansión.

— Gracias. —dijo lo suficientemente alto para que la mujer de origen japonés lo escuchara.

Entró a la casa también, ya que era hora de comer. Se instaló en la mesa junto al resto y comió tranquilamente, siendo un escuchador activo en vez de hablador, no tenía mucho de que charlar de todas formas. Después de almorzar y ayudar a dejar los trastes a la cocina pensó ir al jardín a continuar con su lectura, pero sus planes cambiaron cuando la señora Ayaka lo llamó de improvisto.

Ruta De Escape ; BNiorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora