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Debía admitir que los anfitriones de la fiesta no eran desagradables como llegó a pensar, excepto por el hijo de ambos. ¡Era un maldito baboso! No era idiota como para no darse cuenta de que JaeBum no dejaba de mirarlo desde que se acercó junto a la señora Ayaka.

Le desagradaba, no tan solo el hecho de que él lo mirara como un idiota, sino además le encantaba lucirse. Sonreía demasiado cada vez que alguien le hacía algún cumplido, subiéndole el ego aún más. Estaba segurísimo que eso era más grande que su cerebro.

Ni hablar cuando relataba su experiencia en Estados Unidos, que hizo y a que lugares fue. Se creía el dueño del mundo solo por haber viajado a otro continente, como si supiera todo con tan solo una visita, que idiota. Le resultaba tan antipático que quería gritarle en frente de todos que dejara de mirarlo como si lo quisiera comer, porque realmente le estresaba que pusiera tanto tiempo sus ojos encima.

Simplemente era otro rico más que estaba interesado meramente en su físico.

Las neuronas de ese tipo no daban para analizar más.

Pronto abandonaron a los anfitriones, con la excusa de ir a probar el delicioso banquete que los esperaba a un lado de sala. Junto a su señora fueron hacía allí y él se dedicó a llevarse comida a la boca para no compartir palabra con nadie.

— ¿Qué te parecieron los anfitriones? —le preguntó la señora Ayaka antes de llevarse un bocadillo a la boca.

— Decentes, quiero decir, hasta el momento han sido los anfitriones con que menos desagrado me ha dado compartir. —respondió con lo boca llena, cubriéndola luego cuando su señora se rio.

— ¿Y JaeBum?

— Ah, la joyita de la familia. Otro rico sin cerebro. —dijo como si nada, porque realmente no le interesaba ese tipo y menos hablar de él. Ya tuvo suficiente con soportar sus miradas durante toda la conversación sin mostrarle el dedo medio.

— El chico va a ser el heredero de la empresa de su familia, debe ser inteligente. El señor Im no es un idiota en gastar tanto dinero en alguien que no vale la pena.

— Oh, vamos. ¿Lo escuchó hablar? Se creía el dueño máximo porque la fiestita es en su honor y porque fue a América, como si la hubiera descubierto. —comió otro bocadillo. Arthur tenía razón, la comida era deliciosa. — Exceptuando a usted, todos los ricos solo tienen cerebro para sí mismos, por más cultos que sean. Al fin y al cabo, siempre buscan salirse con la suya.

— Uy, amargado. Ya quiero verte cuando te enamores de un rico. —le respondió de vuelta y se rio cuando JinYoung rodó los ojos. Nunca se sentiría atraído por alguien de clase alta, específicamente de hombres ya que era homosexual, primero se mataba antes de que eso ocurriera.

Habló un poco más con su señora, hasta que esta fue llamada por un grupo de invitados. Negó cuando ella lo miró, dándole la opción de acompañarla, pero esta vez quería estar lo más alejado de ese mundillo, porque el hijo de la familia Im terminó por arruinarle los pocos ánimos que tenía.

JaeBum lo observaba desde la lejanía, saboreando la cara champaña que su padre había elegido para la ocasión. Tenía un buen sabor, pero ver a JinYoung hacía la sensación más dulce. Le gustaba.

Había algo interesante en la celebración, la misma que era en honor a su regreso, y como el anfitrión tenía el derecho de divertirse, sobre todo con los invitados. Era su fiesta, podía hacer lo que se le daba la gana.

Admirarlo demasiado había sido malo, porque quería estar cerca de él otra vez y contemplar cada una de sus facciones. El chico era una obra de arte, una del que quería ser dueño y poder admirar cada lienzo cada vez que quisiera, poder tocarle y mucho más.

Por eso no resistió otro segundo sin estar a su lado. A pasos rápidos pero decididos atravesó la sala y llegó a la mesa donde se servía el buffet. No tenía nada planeado para la conversación, no podía pensar cuando él ocupaba toda su mente.

— Hola, JinYoung. —dijo en voz baja contra su oreja, aprovechando la cercanía para agarrarle de la cintura con suavidad. Había sido un primer movimiento demasiado arriesgado, pero joder, lo necesitaba cerca.

— JaeBum. —respondió el otro con sorprendente frialdad, alejándolo de un empujón. La velada para JinYoung ya se había arruinado por completo, si de por si no aguantaba estar alrededor de esa gentuza de dinero menos soportaría que uno de ellos lo tocara con tales confianzas.

— ¿Qué pasa? —le preguntó impactado por su reacción, esperaba otra cosa, como que el chico le siguiera el juego y, si tenía suerte, terminar teniendo sexo en algún lugar de la casa.

— Mírate a un espejo y luego hablamos. —JinYoung tomó su copa de champaña y se retiró allí, dejando al anfitrión de la fiesta aún más extrañado.

No quería tener a ese ricachón cerca, ahora ni nunca. ¿Quién diablos se creía para darse tales confianzas? Que sea el anfitrión de la fiesta no significaba que podía hacer lo que deseaba con cualquiera, menos con él.

Por eso odiaba con todo su ser a las personas pertenecientes a la clase alta; se creían los dueños del mundo y de cada uno solo por tener más dinero que el resto.

Se escabulló al hermoso jardín casero, bebiendo la mitad de la copa para calmar su enojo. Tenía razón, realmente la velada le iba a dar un dolor de cabeza, pero jamás creyó que tuviese nombre y apellido.

Y al parecer esa jaqueca seguiría hasta que se fuera, porque vio a JaeBum acercarse. Decidió escabullirse entre los invitados, no huía porque era un cobarde sino que quería evitar que su enojo aumentara y la velada terminara de una manera bochornosa para la señora Ayaka. Ella lo ha ayudado bastante y lo menos que podía hacer para devolverle el favor era comportarse como alguien respetuoso.

Pero su plan no salió como lo esperado, de hecho falló. Lo supo cuando alguien lo jaló hacia atrás, chocando su espalda contra el pecho de esa persona. Miró hacia atrás, encontrando al joven ricachón cerca, demasiado cerca.

— ¿Por qué huyes? —preguntó JaeBum entre jadeos, debido a que casi corrió para alcanzarlo.

— ¿Por qué me sigues? —le preguntó de vuelta, queriendo zafarse de su agarre pero su cuerpo estaba paralizado, como si quisiera escuchar su repuesta.

— Yo pregunté primero. —dijo con una sonrisa ladina, de suficiencia y como si supiera que conseguiría lo que quería. Pero el ceño fruncido de JinYoung hizo que su expresión cambiara a una más seria. — Porque quiero conversar contigo.

— Pero yo no contigo. —explicó su motivo, sin importarle de ser sincero con él. Tal vez fue por el atrevimiento de JaeBum que lo sacó de sus casillas, o simplemente porque tenían el mismo rango de edad. No le interesaba tampoco los motivos de su comportamiento. — ¿Me puedes soltar, por favor?

— Disculpa. —dijo sin más, perdido en el aroma a perfume que el joven traía. Lo soltó a los segundos después, viendo como este se largaba entre la multitud de las personas. Pensó en seguirlo otra vez pero no lo hizo, porque sabía que la había jodido y no quería meter más la pata.

Ruta De Escape ; BNiorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora