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Agitó su mano con una amplia sonrisa en el rostro. Vio al pelinegro sonreír y entrar a la mansión, completamente a salvo. Alzó los puños, victorioso, y arrancó su auto de vuelta a casa. Joder, había sido la mejor cita de su vida. JaeBum se mordió el labio inferior para no soltar carcajadas a mitad de la carretera, dejando que el viento jugara con sus hebras castañas. Todo iba miel sobre hojuelas sobre JinYoung, si las cosas seguían así lo tendría dónde quería: En su cama, bajo su cuerpo, gimiendo para él hasta quedar sin voz.

Puso la radio a todo volumen, cantando a todo pulmón la letra de la canción. Estaba desbordante de alegría y nada ni nadie podían apagar su ánimo.

Que equivocado estaba.

Estaba tan desconectado del mundo, volando entre las nubes, que no se dio cuenta que llegó a la mansión hasta que reconoció el gigantesco portón negro. Frenó, puesto a que había pasado de largo y retrocedió, acercándose al timbre. Los gigantescos barrotes se movieron, dándole acceso a su casa y estacionó su auto junto al de su padre.

Era moreugetda~ —cantó mientras se acercaba a la entrada, girando su llavero. — Girl I wanna get down~

Introdujo la llave de la puerta en la cerradura y lo abrió. Tarareando entró, sin fijarse en el interior. Se giró para cerrar la puerta y cuando volvió a mirar al frente el rostro de su madre con el ceño fruncido le impactó de lleno. JaeBum alzó una ceja, sin comprender la molestia de su madre. Estaba de brazos cruzados y parecía como si fuese a sacar humo por la nariz.

— ¿Estás bien...? —preguntó, preocupado.

— ¡¿QUÉ SIGNIFICA EL QUE NO QUIERAS SEGUIR CON EL NEGOCIO FAMILIAR?! —explotó tan pronto abrió la boca.

JaeBum apretó los labios, conteniendo la cadena de insultos que deseaba soltarle. Era su madre y, a pesar de que esta fuese tan ambiciosa como su padre, le tenía un poco más de respeto y no iba a levantarle la voz. Pasó junto a ella, subiendo su cuarto a pasos largos. La escuchó gritar desde el primer piso pero la ignoró, no deseaba tener la misma conversación el mismo día. Al entrar a su cuarto cerró la puerta con seguro y tomó su almohada, lanzándola con toda la fuerza que tenía contra la pared.

Quería gritar, destruir todo lo que estuviera a su paso. Ya no podía más con la misma situación. Sus padres obligándolo a escoger un futuro que no quería. Joder, que ni siquiera sabía que es lo que quería hacer por el resto de su vida. Tomó la almohada, la cual había caído al suelo, y hundió su rostro en ella, ahogando allí un grito de frustración.

Se sentó en la gigantesca cama y miró a su alrededor, buscando alguna solución para el problema que llevaba consigo desde hace mucho tiempo. Pero nada, estaba en blanco y lo único que podía hacer era evitar lo inevitable. A la hora de cenar, una de las sirvientas lo llamó a cenar. Pero se quedó allí.

Día tras día.

Poseía un baño en su habitación así que no se complicaba con el aseo, aunque su estómago gruñía varias veces en el día por algo de comer. Era una especie de huelga de hambre, pero la realidad era que no deseaba ver más la cara a sus padres. No hasta encontrar a lo menos una solución a todo este embrollo.

Siete días habían pasado, en los cuales sus padres se dieron el trabajo de ver si estaba vivo o no una sola vez. Tanto que deseaban que se hiciera cargo de todo, pero con suerte se preocupaban si moría o no de hambre. Siempre tan hipócritas, sólo estando pendiente de sus propias necesidades.

JinYoung

"Dios, esto es taaaaaaan aburrido."

"Mantenme ya."

"Aún no puedes morir."

"Tienes que estar conmigo primero."

JinYoung

"Tendría que ser pronto. No soy muy paciente."

"Ya me estoy arrepintiendo de acompañar a la señora Ayaka hoy."

"Eso te pasa por no hacerme caso."

"¿Ves lo que pasa cuándo no le haces caso a tu lindo hyung?"

JinYoung

"Mi lindo hyung pudo haberme dado apoyo y venir a hacerme compañía."

Pudo haberlo hecho. Salir por la ventana y largarse en coche a donde sea que JinYoung estuviese para pasar el rato con él, coquetearle y darse besos a escondidas. Ese era un mejor escenario que estar encerrado en su cuarto muerto de hambre. Pero no quería salir, se sentía desanimado.

¡Vamos! Que ha estado una semana entre esas cuatro paredes sin pillar ninguna solución. Debía seguir adelante con su vida, podía resolver esto de otra manera. Se levantó de la cama y se vistió con ropa bastante decente, tomando su celular para llamar a BamBam.

— Hey, Bam. —dijo apenas le contestó. — De casualidad, la cabaña... —y a los segundos sonrió.



— ¿JaeBum sigue encerrado en su cuarto? —preguntó el señor Im a mitad de la cena. Su esposa lo miró y asintió, volviendo a estar concentrada en su comida. — Veinte años y todavía actúa como un crío.

— Si no entiende por las buenas, entonces por las malas. —la señora Im observó cómo su esposo dejó los cubiertos sobre la mesa y se levantó. Continuó comiendo, sin importarle lo más mínimo que pudiera suceder allí arriba.

El hombre subió a paso lento pero firme, avisándole de aquella manera que iba a verle. Se preparó mentalmente para una discusión, porque era más que obvio que en eso terminaría su visita. Iba a dejarle claro a JaeBum que debía hacer las cosas que él le dijera. Le guste o no.

Sacó un llavero de su bolsillo, el cual sacó de un cajón de la cocina y que contenía todas las llaves de la mansión. Buscó el del cuarto de su hijo y abrió la puerta.

— JaeBum, no comprendo porque carajos te sigues comportando como un crío si ya tienes veinte- —sus palabras se vieron interrumpidas al no verlo en el cuarto. Fue enseguida a mirar al baño de la habitación y nada. ¿Ese mocoso osó irse?

Bajó a paso rápido a la entrada, sintiendo como la ira se acumulaba en su interior. Abrió la puerta de la entrada y observó en el estacionamiento la ausencia del auto del castaño.

Se fue. El maldito se fue.



JinYoung soltó un quejido mientras abría los ojos. ¿Quién carajos llamaba en la madrugada? Había tenido una agotada noche acompañando a la señora Ayaka y moría por un descanso. Mataría a quien se atrevió a llamarle a esta hora.

JaeBum

Contestar                           Rechazar

¿Qué diantres quería Im ahora? Bufó y contestó.

— JB, ¿por qué me-?

— Ordena tu equipaje. Estaremos fuera de Seúl tres días, mañana vengo por ti. —dijo desde el otro lado de la línea y cortó. JinYoung quedó descolocado, mirando la llamada ya finalizada. 

Ruta De Escape ; BNiorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora