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En menos de veinticuatro horas ya llevaba leído la mitad del libro que la señora Ayaka le trajo la última vez que fue al centro de Seúl al hacer las compras. Se trataba de un joven que recorría Francia en busca de su hermano desaparecido, el cual no veía hace muchos años por la separación de sus padres. La manera que el autor describía cada lugar que el protagonista visitaba terminaba por fascinarlo y lo envolvía en la historia, sintiendo que en realidad él era quien veía todos esos lugares.

Oh, daría lo que fuera para poder ver cada uno de esos lugares y guardarlos en su memoria hasta el día que muera.

El día estaba agradable, por eso se encontraba leyendo en el jardín. La preciosa vista de los verdes árboles y las coloridas flores hacían que fuese más fácil que volara su imaginación, volviendo la lectura más amena. Le encantaban los días así, llenos de paz y tranquilidad.

— ¡Hyung! —la calma del día fue terminada por una voz que JinYoung conocía bien. Volteó, encontrando a un conocido castaño quien le sonreía ampliamente.

— YoungJae, hola. Hace tiempo que no te veía. —lo saludó, haciendo un espacio en el banco de madera para que el chico pudiera sentarse.

Choi YoungJae era hijo de una de las empleadas de la mansión y lo conoció a los pocos meses de vivir aquí. Era el niño mimado de la casa, incluido de la propia señora Ayaka. ¿Cómo no serlo? Es decir, el castaño era el significado de ternura, a pesar de tener dieciséis años muchas veces se comportaba como un niño de ocho.

— La escuela me ha tenido ocupado, hyung. Lo siento. —dijo para después hacer un tiempo puchero, acto que hizo a JinYoung soltar una risa. YoungJae era adorable.

— No tienes por qué disculparte, pequeño. Está bien, es tu responsabilidad. —le revolvió el cabello y le sonrió para que no se preocupara. Muchas veces se comportaba como su hermano mayor pero era algo inevitable, el chico realmente era de su agrado. Tan autentico y sencillo, esa clase de personas le caían bien.

— ¿Otra vez leyendo? Deberías estar divirtiéndote con tus amigos, hyung. —dijo el menor apenas se percató del libro en sus manos. A decir verdad no tenían el mismo amor por la lectura.

— Lo haría si tuviera amigos. De hecho, podría decirse que tú eres el único que tengo. —confesó, alzando los hombros y resignado a su realidad. Tal vez, si su pasado hubiese sido distinto, en estos momentos podría estar con amigos, disfrutando de su juventud.

— ¡Hay que divertirnos entonces! —habló el castaño, emocionado y JinYoung asintió con una sonrisa, enternecido. — Un amigo me ha preguntado si quiere que lo acompañe a una fiesta y yo en serio quiero ir, pero...

— ¿Pero? —preguntó el mayor, alzando una ceja al ver la expresión de tristeza de YoungJae.

— Le acabo de preguntar a mamá y ella no me dejó ir. Dice que soy muy pequeño para ir a una fiesta solo, le dije que iba con mi amigo pero cree que él tampoco pueda cuidarme, ya que es de mi edad. —le contó y suspiró, deprimido por no poder ir. De verdad quería ir, incluso se había esforzado más en la escuela para que su mamá le diera permiso para salir más seguido.

— Bueno, piensa que tu mamá lo hace para protegerte. Hay personas muy malas allí afuera, incluso en las fiestas.

— Lo sé... —el castaño se quedó en silencio con la vista baja. Apenas pasó un minuto cuando alzó la mirada hacia el mayor. — Hyung.

— Dime. —dijo a la vez que lo miraba, ya que mientras estaban en silencio se había dedicado a mirar el jardín otra vez.

— Acompáñame. —le pidió mientras lo miraba directo a los ojos. JinYoung no entendía a lo que se refería por lo que hizo una mueca, esperando una explicación. — Acompáñame a la fiesta, por favor.

— ¿Qué?

JinYoung no se esperaba que YoungJae le pidiera eso. Lo miró, ahora sorprendido, esperando que resultara ser una broma. Es cierto que siempre había querido asistir a una verdadera fiesta, pero eso implicaría de hacerse responsable del castaño. Lo consideraba como su hermano pequeño y por eso no se perdonaría si algo llegara a ocurrirle al estar a su cargo.

— Pero, YoungJae-

— Por favor, JinYoung hyung. De verdad quiero ir y es la única forma de que mamá me deje ir. Ella te conoce y confía en ti, sabe que eres responsable. —suplicó, haciendo un puchero y mirando al mayor con ojos de cachorrito abandonado. — No me gusta beber, así que no te preocupes por estar encima de mí todo el tiempo. Solo quiero estar con mis amigos y hablar un poco, por favor.

JinYoung titubeó, la expresión del adolescente lo estaba convenciendo. Entendía su situación, se notaba a millas de distancia que quería ir a la fiesta y pasarla bien. Además confiaba de que YoungJae no bebía, siempre ha sido un chico responsable y sabe lo que debe hacer y lo que no a su corta edad.

— Está bien. Te acompañaré, solo si tu madre acepta que vayas con esa condición.

— ¡Gracias, hyung! —YoungJae lo abrazó con todas sus fuerzas, sonriendo ampliamente como un niño cuando recibía el juguete que tanto quería como regalo. Eso era el castaño al fin y al cabo, un niño.

— De nada, pequeño. Ven, vamos a decirle a tu madre.

Ambos se colocaron de pie y entraron a la casa. Buscaron a la señora Choi y cuando la encontraron YoungJae no demoró en contarle la idea. Como era de esperarse la mujer titubeó, sin estar segura si era un buen plan, pero con la mirada suplicante de su hijo y unas palabras por parte de JinYoung terminó por aceptar, suplicándole al mayor que por favor cuidara a su pequeño y tenía derecho a intervenir en cualquier situación que lo necesitara.

YoungJae saltaba en cada rincón y no demoró en avisarle a su amigo de que iría, junto a un acompañante. JinYoung solo lo miraba feliz, el castaño de verdad se veía contento y si podía contribuir a esa felicidad era mucho mejor. Igualmente esto le serviría para alejarse un poco del ambiente de su trabajo y sus penurias, esta noche tenía la posibilidad de disfrutar de una fiesta tal como ha añorado desde hace años.

Ruta De Escape ; BNiorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora