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El estofado estaba delicioso y el ambiente en la mesa hacía de la cena un momento más ameno. La señora Ayaka se encontraba sentada junto a la mayoría de sus empleados, mientras que el resto seguía con sus labores pero luego probarían la delicia de estofado. La mujer siempre había sido muy considerada con sus trabajadores, porque ella estuvo en su lugar cuando era joven y vivía en Japón, trabajando como una empleada doméstica. Para ella su mayor tesoro no era el dinero, sino sus trabajadores. Era feliz formando parte de sus vidas y ayudándolos a que pudieran salir adelante, tal como ella lo necesitó en un pasado.

Los platos ya se encontraban vacíos pero nadie se levantó de la mesa, en cambio se quedaron charlando como siempre solían hacerlo, por esto la cena se alargaba una hora más. Ambientes así alegraban a JinYoung, porque se sentía rodeado de cariño, algo que llegó a anhelar en sus sueños. Además siempre deseó que la hora de la cena fuese así de ameno, no que estuviera protagonizada por discusiones y luego golpes. Por primera vez, a sus dieciocho años, sentía lo que era formar parte de una familia y recibir el cariño de esta. Sentir esa calidez con las personas que vivía, tener la seguridad que cada vez que se encontraran en la mesa, todos llegarían con una gran sonrisa y con muchas cosas que contar.

Lo único que le gustaba de su trabajo era que podía convivir con personas fantásticas y que estas pudieran darle el cariño que siempre quiso que sus padres biológicos y madres adoptivas le diesen.

Cerca de las diez de la noche la cena se dio por finalizada, cuando la dueña de casa avisó que iría a dormir. Todos se levantaron y dejaron los platos y cubiertos que usaron en la cocina, para así facilitarles un poco el trabajo a las empleadas, y se retiraron.

— Señorito JinYoung. —lo llamó una de las empleadas mientras iba a su habitación. — La señora Ayaka lo llama a su habitación.

— Gracias. —dicho esto fue a la habitación de su señora. Al llegar golpeó la puerta y cuando esta le permitió pasar entró, encontrando a la mujer ya en su pijama de seda. — ¿Sucede algo, señora?

— Se me había olvidado decirte que mañana en la noche debo ir a una fiesta. —el menor hizo un puchero, suplicando con este que no quería acompañarle pero la mujer rio mientras negaba. — Lo siento, pero los anfitriones son gente muy importante dentro de Seúl. La velada será formal y lo más probable que termine pasada la media noche, si no tienes un traje ve al sastre y ponlo a mi cuenta.

— Está bien. Si eso era todo me retiro, buenas noches. —hizo una reverencia y abrió la puerta para irse a su habitación pero la señora Ayaka lo detuvo.

— Con la mejor actitud para mañana en la noche, ¿de acuerdo? —le dijo en tono dulce la mujer y le acarició la mejilla para calmarlo.

— Sí, señora. Lo prometo. Buenas noches. —se fue a su habitación, refunfuñando en silencio. ¿Cuándo llegaría el día que dejaría de ir a las reuniones de los ricos? Eran tan aburridas, que peste.

Entró a su amplia habitación y cerró la puerta, caminando hacia el gran closet que estaba cerca de la cama. Lo abrió y revisó los trajes de alta costura que tenía, no sería necesario ir al sastre, todos estaban en excelentes condiciones. Guardó el saco que había lanzado a la cama y se cambió de ropa, colocándose el pijama para luego meterse entre las finas sabanas de seda.

Se quedó pensando en la fiesta de mañana y se mordió el labio inferior, ¿por qué debía ser tan importante? Estaba bien que se tratara de su trabajo pero... ¡Realmente odiaba estar tan rodeado de gente, fingiendo todo el tiempo! Quería ser autentico por una vez en su vida, aunque aquello le haya traído problemas cuando niño al ganarse el odio de sus padres, y sabía que la gente de alta clase de Seúl no le gustaría como era en realidad. Porque en realidad no le importaba en lo absoluto toda la basura que escupían, como si fueran los dueños del mundo cuando lo único que hacían eran lucir sus posesiones y hablar mal de los que no tenían tanto como ellos.

Dio un profundo suspiro y cerró los ojos, ya tendría tiempo de mandar a la mierda a los ricos mañana. Pronto se quedó dormido, necesitaría energías para una larga noche.

Despertó tarde a la mañana siguiente, cerca de las once y media de la mañana. En pijama bajó a la cocina para prepararse algo pero las empleadas lo mandaron al comedor, ya que ellas le prepararían el desayuno. Se quedó como un niño pequeño esperando, mirando el florero que estaba en el centro de la mesa como si fuese lo más interesante de todo lo que había a su alrededor. No era su culpa, estaba aún adormilado a pesar de haberse despertado a esa hora.

Reaccionó un poco cuando el desayuno ya estaba frente suyo y no demoró en devorarlo en menos de diez minutos, estaba realmente delicioso. No podría elegir entre el desayuno, el almuerzo y la cena, porque en esos tres momentos siempre probaba comida deliciosa que alegraba a sus pupilas gustativas. Dejó todo en la cocina y le agradeció a las empleadas antes de ir a su habitación. Ya allí entró al baño que estaba conjunto, todo para él solo.

No terminaba de acostumbrarse del todo a cosas tan lujosas, por eso siempre era precavido a la hora de tocar u ocupar algo, ya que provenía de un núcleo familiar de clase media. Se desvistió y entró a la gran ducha, la cual era de vidrio. Cerró los ojos apenas el agua tibia cayó sobre su cuerpo, adoraba la sensación.

Terminó de ducharse varios minutos después, aunque tratara de no malgastar el agua no podía evitarlo, era tan relajante que perdía la noción del tiempo. Salió de la ducha y tomó una toalla limpia, secando su cuerpo para luego dejarla amarrada en su cintura. Salió del baño y fue a su closet, hoy el día estaba soleado así que eligió ropa ligera, de todas maneras solo tendría que trabajar en la noche.

Luego de almorzar pasó la tarde en el jardín, admirando la diversa flora y los arreglos que habían hecho los jardineros. Aprovechó para leer un poco, hace tiempo no se daba el tiempo de dedicarse a su pasamiento favorito, principalmente porque su trabajo se lo impedía.

Deseaba quedarse así por siempre, junto a la naturaleza y leyendo como pan de cada día.

Llegó la noche más pronto de lo que quiso y, apenas vio a su señora, subió a su cuarto para arreglarse. Escogió uno de los costosos trajes en su closet y se lo colocó, junto a sus zapatos lustrados, acomodando la corbata frente al espejo del baño. Se arregló el cabello y vació un poco de perfume en su cuello antes de bajar e ir a la fiesta.

La señora Ayaka ya lo esperaba en la limosina y se subió a esta apenas salió de la casa.

— ¿Listo para esta noche, señorito JinYoung? —le dijo el chófer con burla, tenía la confianza para hacerlo, de todas formas sabía que no le gustaba su trabajo y él era una buena persona, fue al primero que conoció cuando comenzó a trabajar con la señora Ayaka.

— No. ¿Cambiamos de trabajo por una noche? —respondió y tanto el conductor como su señora rieron, pero él hablaba en serio. A mitad del camino bajó la ventana para ver el paisaje nocturno, necesitaba el exterior para no sentirse asfixiado y más atrapado de lo que ya estaba.

Se preparó mentalmente para la velada, porque algo le decía que sería bastante larga y que terminaría con una fuerte jaqueca.

Ruta De Escape ; BNiorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora