• La decisión

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Al día siguiente, cuando Kureto, su padre, hubo recibido todas las indicaciones con respecto a su tratamiento y cuando el oficial de policía que Guren mencionó había tomado su declaración, Yuu pudo irse a su casa

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Al día siguiente, cuando Kureto, su padre, hubo recibido todas las indicaciones con respecto a su tratamiento y cuando el oficial de policía que Guren mencionó había tomado su declaración, Yuu pudo irse a su casa. Según el médico, tenía dos costillas rotas, muchos hematomas y una que otra contusión. Imaginaba que era porque se había puesto en posición fetal cuando lo estaban golpeando, así que pudo reducir los daños.

Tuvo una semana de reposo completa, y tal como Mikaela había prometido, estaba cuidando de su persona. Todos los días le llevaba los deberes, los cuales pedía especialmente a la delegada, ya que ellos dos no estaban en la misma clase, y se saltaba sus prácticas para pasar la tarde con él.

No podía sentirse más mimado por su persona y eso le encantaba. Sentía que estaba viviendo algo así como el paraíso después de haber vivido un infierno.

Hasta se había olvidado de esos imbéciles que se hacían llamar amigos suyos. Ni siquiera había tenido que pensar en ellos sino hasta la semana siguiente, cuando su cuerpo estaba en mejores condiciones para ir a la escuela. Mikaela pasó puntual por él, y Guren los llevó en el auto de su papá.

Caminaron juntos desde la entrada y le dejó en su aula, de la que no se retiró sino hasta que lo vio bien sentado en su lugar y su clase hubiera comenzado. Yuu solo se reía enternecido y avergonzado de su sobreprotección.

Sus clases transcurrieron con normalidad, recibía las miradas de sus compañeros y suponía que era debido a las heridas bastante cicatrizadas que llevaba en el rostro, así que no les prestó mucha atención. En el receso, Mikaela lo fue a buscar para comer juntos, y le llevó varios de sus bocadillos favoritos con la excusa de que era para celebrar su regreso a la escuela. Los comió todos con él.

Y de nuevo lo fue a recoger al termino de la jornada escolar, cuando Guren iría por ellos.

Estaban caminando por el pasillo hacia la salida cuando empezó a darse cuenta de que ahora, además de miradas, recibía risas y murmullos, y se empezó a sentir muy incómodo. No entendía qué sucedía y se sintió más que juzgado cuando Krul Tepes, Lacus Welt, Rene Simm y la banda de idiotas subdesarrollados se acercaron riéndose. Sintió que se estaban burlando de él y frunció el ceño.

—¿Qué es tan divertido, eh? —inquirió Mikaela al verlos acercarse tan risueños.

—Oh, ¿no sabes? —rió Krul mirando de reojo a Yuu—. Es que tenemos un pornstar en la escuela. Nos dimos cuenta esta mañana.

—¿Quieres ver? —dijo Lacus, sacando su teléfono y jalándolo del brazo para que mirara.

En ese mismo momento cuando el pelipúrpura le dio play a, lo que, imaginó era, un vídeo. Yuu vio como el rostro de su mejor amigo se transformó en una mueca que no supo interpretar. Y las risas de esos imbéciles se incrementaron sin dejar de mirarlo.

—Disfruta de tu fama, Yuuichirou —rió Krul en voz baja, poniendo una mano sobre su hombro.

—Yuu-chan, ¿qué es eso...? —susurró quedo el rubio.

Entre deportes y libros [MikaYuu]Where stories live. Discover now