• La declaración

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Cuando el jueves en la mañana llegó y hubo avisado que llegaría tarde en el trabajo, Yuu se dirigió a la cafetería en frente de la compañía

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Cuando el jueves en la mañana llegó y hubo avisado que llegaría tarde en el trabajo, Yuu se dirigió a la cafetería en frente de la compañía. Esperó unos diez minutos antes de recibir un mensaje de disculpa de Shinya, que le decía que no iba a poder llegar debido a un problema surgido en su hogar. Bufó.

Justo cuando estaba por retirarse, alguien se sentó en su mesa y al levantar la mirada para reclamarle, descubrió que se trataba de nada más y nada menos que Mikaela Geagles.

Casi pudo sentir su corazón detenerse un segundo.

—Buenos días, Yuu-ch... Yuuichirou —le saludó, sonriendo.

Todos los vellos de su cuerpo se erizaron y sintió que iba a desmayarse ahí mismo.

—M-Mika... ela... —jadeó sorprendido, obligándose a decir su nombre, tal como él lo había hecho—. ¿Qué... Qué haces aquí?

—Quería hablar contigo, si tienes tiempo, claro.

De verdad que quiso levantarse e irse. De verdad. Pero no lo hizo. En lugar de eso, se cruzó de brazos, sentándose correctamente y poniéndose serio.

—¿De qué se trata? —cuestionó, intuyendo de lo que se trataba, porque tampoco era imbécil.

—Es una charla sobre el pasado —respondió él, dejando de sonreír poco a poco—. Me quedé con mucho que decir cuando te fuiste. Pensé que era adecuado que lo dijera ahora que has regresado. Si quieres oírlo, por supuesto.

Por un momento, se quedaron en silencio, y sus miradas parecieron fundirse en la otra, hasta que Yuu desvío sus ojos hacia un mesero y le pidió que le trajera un café cargado. Mikaela sonrió un poco, pensando que era su forma de decirle que había aceptado escucharle.

—¿Entonces? —insistió enarcando una ceja y poniendo su mejor máscara de seriedad.

—Quiero disculparme contigo —murmuró, causando un latido doloroso en el azabache—. Sé que me porté mal contigo y te dejé solo cuando me necesitabas, y sé muy bien que lo que estaba pasando conmigo no puede compararse a lo que viviste tú, pero no me diste la oportunidad de redimirme antes de que decidieras irte.

—Entonces es mi culpa que decidieras defender a la bru... a Krul Tepes y aislarte, en lugar de hablar conmigo y apoyarme desde el principio —siceó.

—No es eso lo que estoy diciendo —renegó frunciendo el ceño—. Yo no defendí a Krul, tú ibas a golpearla, así que solo te detuve para evitar algún problema.

—Ah, ¿y abandonarme era para hacerme más fuerte o qué?

La expresión de Yuu se había endurecido, y su mirada trataba de ser firme para que no se notara lo fuerte que latía su corazón, que retumbaba en sus oídos. Casi podía decir que ese era el "efecto Mikaela". Se sentía un poco estúpido por quedarse, pero ya que estaba allí, no iba a permitir que él se diera cuenta de que lo pasaba por su mente mientras estaba ahí sentado.

Entre deportes y libros [MikaYuu]Where stories live. Discover now