Terapia

12 1 0
                                    

-¿Cuándo fue la primera vez que te cortaste?

-Fue en mi último hogar, antes de saber que iba a ser adoptada. Fue un finde, a la tarde, la cuidadora estaba durmiendo la siesta junto a otras chicas. Éramos muy pocas las que estaban en el patio, dos o tres nada más. Dos veían la tele en el grande comedor. Las chicas se encontraban jugando en la pileta vacía del patio y yo estaba sola, caminando, pidiéndole a Dios unos padres como todos los días. No era la mejor época en ese lugar. No hace mucho habían traído a una chica de mi antiguo hogar; yo había dicho que la conocí, que habíamos vivido juntas pero ninguna me creyó. Ni las cuidadoras me creyeron. Me trataron de loca, una que se imaginaba cosas;  todas me trataron de mentirosa, eso me molestó mucho. Decía la verdad. Nos conocíamos y cuando la trajeron ella me reconoció y me saludo. Todas esas personas se quedaron con la boca abierta pero las burlas no desaparecieron. Eran peores. La cuidadora y las pibas me descansaban, me decían la honesta, "ahí viene la honesta" "cuidado que ella nunca miente". Las odiaba, yo sólo quería amor, sólo quería una familia, sólo quería amigos. No quería estar más sola. No quería seguir hablando sola. No quería tener sólo a Dios de mi lado.

Un día, en la esquina del patio, había un vidrio roto. Eso me llamó la atención y fui a verlo, por pura curiosidad. Me hizo acordar a mi hermana biológica; ella se cortaba y un día que me cuidaba se intentó suicidar. Había sangre por todo si departamento, y cuando mi padre biológico llegó a la casa y vio toda esa sangre me hecho la culpa. Llamó a una ambulancia y la internaron; todos me culparon como si hubiera sido ya la que la corto. Levante el vidrio y lo mire de todos los ángulos posibles, me preguntaba si me daría calma como a mi hermana. Tenía una punta muy aguda. Sólo quería llamar la atención en un hogar lleno de chicas. Quería una familia. Que alguien  me diera bola; pero cuando me corte y bi que no salía la cantidad de sangre que le había salido a mi hermana; lo dejé no me gustó como se sintió. Un dolor agudo para que me saliera dos gotitas de sangre. No servía para calmar mi soledad. Esas gotitas no me servían para distraerme de mi realidad en ese momento.

Tiempo después, cuando ya tenía una familia y amigos. Comencé por otras razones. Para castigarme porque me lo merecía. O eso es lo que creía. Mis padres eran tan buenos y yo tan mala. Siempre dándoles sustos. No me merecía esa hermosa familia. Ellos no se merecían una hija problemática como yo. Nadie se merecía soportarme.

Siempre fui gorda. Siempre fui una obesa, asco me daba verme al espejo. Odiaba sacarme fotos con mis amigas porque ellas siempre salían lindas y yo no; ellas flaquitas y tan bonitas, todo lo opuesto a Mi. Una gorda fea y negra. Siempre estaba rodeada de flacas. A ella los chicos le daban bola, a ellos los chicos les hablaban para ser algo y a mi no. Veía como los chicos que me gustaban siempre les gustaban mis amigas. Siempre se fijaba en ella y no en mi. Una vez, estábamos jugando a la botellita y me había tocado con un niño re lindo que me gustaba, y él hizo un escándalo; no quería besar a una gorda fea como Yo, antes besaba a una iguana que a mí. Por eso pensaba que iba a morir virgen y sin novio por ser una fea gorda. Ningún chico se iba a fijar en mi Y sería una suerte que un pibe me vea. Como ese chico, todos los chicos del mundo pensaban igual. Iba a ser la amiga gorda y fea de cualquiera.

Qieria cambiar, ser linda como mis amigas. Ellas eran flacas y bonitas. Si no era bonita podia ser flaca por lo menos. Busque dietas en Internet y ahí conocía a Ana y Mía. Amar la comida, comer, saborear la y disfrutarla era más fuerte que mi obesa imagen. Dejar de comer Por Ana me era imposible. Sólo comía en la cena con mis viejos para que no sospechaban; pero como comía sólo una vez al día me devoraba todo. Por eso cada vez que comía lo trataba de vomitar. Seguía más a Mía.  Y digo tratar porque al principio no lograba hacerlo, pero con el tiempo si. Es importante esto porque junto a la búsqueda desesperada de ser aceptada por un pibe y el sexo me llevaron a una frustración y un autoodia muy fuerte. Por eso comencé a cortarme.

Al principio lo hacía como castigo por comer, más tarde porque mis viejos peleaban mucho por mi culpa. Era horrible cuando mi madre salí siempre en mi defensa y terminaba mal con mi padre. Ellos peleados y yo en el medio; ya que mi papá no se enojada conmigo.

Las constantes peleas, los secretos y el autodesprecio me consumía. Los cortes comenzaron en mis muñecas y a medida que pasaba el tiempo me cortaba más y bajaban por todo mi brazo. Me Di cuenta que más alejado de las muñecas, más sangre salía y eso era lo que me hacía sentir calma. La ansiedad aumentó y las excusas para cortarme también. Hasta lo llegue a hacer en la escuela de la desesperación. Se volvió una adicción sin darme cuenta.

Me acuerdo que para ocultarme los cortes en los cumpleaños de 15 me maquillada los brazos ¿Por qué los vestidos o mi ropa de salir eran de manga corta? Comencé a usar muchas pulseras y hasta el día de hoy a mis padres les preocupa cuando las uso.

Nunca pedí ayuda de mis viejos porque no quise desepcionarlos. No quería que me devolvieran. Tantos me habían devuelto, tantos intentaron adoptarse y se rindieron. Que no quería que ellos me volvieran a dejar. Nunca quise que me conocieran en verdad. Yo era feliz con ellos, yo los amaba y no quería molestarlos con mis problemas, no quería que vieran lo más oscuro de mi. Quería que vieran mi luz. Mi amor. Pero por esas razones me sentía incomprendida con ellos. No era que no confiaba sólo era que no quería defraudarlos, que pensarán mal de Mi, que dejarán de quererme por estar rota. Por ser oscura. Por no superar mis problemas por mi misma. Por ser una fea gorda. Por ser una débil que pedía ayuda a sus papis. Que era una nenita que no podía resolver por si sola sus propios problemas. Yo no quería depender de nadie.

Alma RosaWhere stories live. Discover now