♢ Capítulo 3. Primer día.

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Susan tenía razón. Desde el momento en el que puse un pie adentro, el tiempo había comenzado a correr. Ella ya se había dormido hace como 3 horas, yo, por lo contrario, tenía insomnio y no podía dormir.

Mi mente estaba enfrascada en imaginar qué tenía que hacer para poder sobresalir, en recordar a mi hermano mayor y en pensar en mi madre y en mi hermana.

Susan había dicho que algo se me debía ocurrir para poder eliminar de una vez por todas esta dictadura. Definitivamente, me niego a que mi pequeña hermana pase por esto.

Después de una hora más de pensamientos, mi cabeza cedió finalmente, permitiéndome dormir.

Prácticamente se sintió como un parpadeo, ya que una alarma comenzó a sonar despertándonos a todos.

- ¡Atención jóvenes! Es hora de levantarse.- se escuchaba la voz de Baker por el parlante- Los entrenamientos comenzarán en media hora y se les asignarán sus tutores de batalla. Los que quieran pueden acercarse a la cocina si es que desean desayunar. Dada esta información, me despido. ¡Que la suerte nunca los abandone!

Vi el reloj que se encontraba en la pared y me di cuenta que eran las 4:30 de la madrugada, no dormí nada. Me levanté de la cama y me dirigí al baño. Lavé mi cara y mi boca, luego regresé a mi habitación para comenzar a vertirme con la ropa que me habían dado ayer. Me coloqué el pantalón color negro y la camisa del mismo color, que a diferencia de la de los hombres, no tenía mangas. Esta llevaba mi apellido bordado en hilo gris: West. Me miré en el espejo y reacomodé mi cola de caballo. Finalmente, me puse las botas y salí.

Tomé el ascensor para llegar al comedor. Se abrieron las puertas y el lugar ya estaba lleno.

- Debo levantarme más temprano- me dije a mi misma.

Me acerqué a la barra de frutas y sólo tomé una manzana. Su sabor era muy extraño e inmediatamente supe que la habían alterado de alguna manera.

- Que asco de lugar...

- ¿Sólo comerás una manzana?- me preguntó Susan, quien se había sentado al frente mío.

- Si, prefiero comer sólo esto a morir envenenada con cualquier otra cosa.

- No puede ser- dijo moviendo la cabeza en desaprobación- Nuestra "libertadora" no puede alimentarse mal. Tén, come esto- dijo pasándome uno de sus panes.

- ¿Qué? ¿Ahora tú quieres envenenarme?- le pregunté. Ella negó con su cabeza- Y ¿por qué dices que soy la "libertadora"?- esta vez le hice la pregunta en un susurro.

- Porque lo eres, yo sé que lo eres.

Esta chica cada vez me asustaba un poco más. Ignoré su comentario y me dispuse a comer el pan que me había dado.

Exactamente a las 5 de la mañana, las puertas se abrieron y entraron los uniformados, seguidos de otras personas que vestían normalmente.

- ¡ATENCIÓN!- gritó uno de los uniformados- ¡Se les llamará a cada uno para que formen grupos junto a su nuevo tutor de batalla!

Nuevamente llamando nuestros nombres, ¿es que acaso no se cansan?

Tuve que esperar un largo rato ya que mi apellido empieza con una de las últimas letras del abecedario.

- ¡WEST!- llamaron finalmente- Con el tutor Arthur Green.

Arthur Green era un señor algo canoso y muy alto. Vestía unos jeans negros, una camisa con una corbata roja y un saco.

Me paré de mi asiento y me dirigí hacia la persona que me habían indicado. Susan estaba en mi grupo.

- ¡Que alivio!- me dijo- Mi madre siempre me recordaba que no me alejara de ti. Creéme si te digo que realmente me asustó la idea de que me separaran de tu lado.

- ¿Cómo puedes confiar tanto en mí? No me conoces, puedo traicionarte, puedo hacer que pierdas.

- Sé que no lo harás.

Terminaron de llamar nuestros nombres y tres chicos más se unieron en nuestro grupo. Eramos 6 en total, 2 chicas y 4 chicos.

- Ok, muchachos- dijo el tutor- Mi nombre es Arthur Green y seré su tutor de batalla. Les enseñaré técnicas defensivas y posteriormente, técnicas para evadir sus miedos. Préstenme atención porque les aseguró que lamentarán no hacerlo.- advirtió- ¡Bien! Dicho eso, vámonos.

- ¿A dónde?- preguntó uno de los chicos.

- A tomar el té- respondió sarcásticamente- ¿A dónde crees, muchacho? Iremos a la sala de entrenamiento.

Subimos unas cuantas escaleras y llegamos a la sala que había dicho. Esta sala era enorme. Había un cuadrilátero, muñecos de pelea, un saco de boxeo y algunas pesas.

- Tomen unos guantes y hagan una fila- hicimos lo que nos pidió.- Preséntense- ordenó.

- Señor, mi nombre es Ryan Allen.- dijo un chico alto y rubio de ojos verdes.

- Señor, mi nombre es David Torres- dijo otro de los chicos. Uno de cabello negro, alto y de ojos grises.

- Señor, mi nombre es Susan White- dijo la bajita y delgada de Susan.

Es señor Green no prestó mucho intéres en la presentación de los chicos, hasta que dije mi nombre:

- Señor, mi nombre es Anna West- al escucharme, sus ojos se abriendo demostrando sorpresa.

- ¿Eres una West?- preguntó.

- Si, señor.

- Es íncreible... jovencita, cuídese la espalda- me advirtió y siguió caminando para que los otros dos chicos se presentaran. La verdad es que sus palabras me asustaron.

"No sientas miedo, no sientas miedo, no sientas miedo, no vayas a sentir miedo, Anna" me repetí en mi mente.

Terminadas las presentaciones, Green se quitó el saco, subió sus mangas y aflojó su corbata.

- Empecemos con un pequeño calentamiento- dijo dando inicio a la clase.- Recuerden, jóvenes, que esto no es un juego, los únicos que están en juego.. son ustedes.

*****
Ok, no podía acostarme sin subir este capítulo.
En el siguiente las cosas se pondrán interesantes...
Bueno, son las 3:20 am, así que supongo que debería dormir.
Voten y comenten.
Besos, bye.

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