♢ Capítulo 18. Segunda plaga.

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Hacía frío, mucho frío. Nuestras ropas no terminaban de secar por el clima.

- Moriré con una bronquitis- se quejó Susan.

- ¡Es tu culpa!- inculpó Matthew.

- ¿Mi culpa?- dijo Susan ofendida.

- ¡Sí! Fue por tu tonta pesadilla...

- ¡Disculpa! Pero...

Comenzaron a discutir, yo, por otro lado, estaba tratando de averiguar cuál sería el siguiente movimiento de Baker. Con lo que sucedió, ya había dejado MUY en claro que no se detendría. Esperaba lo peor, de eso no había duda, sabía que estaba molesto.

El silencio del lugar me desconcertó por un momento. Por lo que tenía entendido, quedaban 49 de los 60 que ingresaron, incluyéndonos, todavía eramos bastantes, entonces ¿por qué había tanto silencio?

Callé a Susan y a Matthew, quienes no dejaban de discutir, ambos me prestaron atención.

- ¿Escuchan eso?- dije tiritando levemente.

- No- respondió Matthew. Susan negó con la cabeza.

- Exacto... no hay ningún ruido. ¿Qué creen que eso signifique?

- Quizás están escondidos... o puede que hayan caído en las trampas.- dijo Susan.

- Hemos caminado lo suficiente desde que aparecieron las trampas y no hemos encontrado otra desde entonces, yo creo que las quitaron.- intervino Matthew.

- ¿Cómo es eso posible? ¿Por qué lo habrán hecho?- preguntó Susan.

- No tengo idea- respondí- lo que tengo muy en claro es que esto no es buena señal. Estemos alertas- advertí- Encontremos un lugar en donde secarnos.

Caminamos por un rato más, aún sin escuchar nada, sin ver alguna ilusión.

Finalmente, encontramos un lugar que parecía adecuado para poder secar nuestras ropas y desaparecer el frío.

Matthew encendió cuidadosamente una fogata. Él y Susan se acercaron a ella para poder tener calor, yo me mantuve lo más lejos que pude.

- Esto era lo que necesitaba- dijo Susan estirando sus manos frente al fuego- ¿Qué haces allá?- me miró- ¡Acércate!

Me tensé un poco. Matthew la miró mal.

- Le teme al fuego- dijo con cuidado.

- Ohh...- fue lo único que alcanzó a decir Susan.

- Sí... "oh".

Los ignoré por completo, a veces son demasiado irritantes. Abracé mis rodillas y cerré mis ojos. Sólo podía escuchar las hojas que eran movidas por el viento. Este extraño silencio me causaba escalofríos.

Lo que yo esperaba que sucediera, no sucedió. Ningún ataque sorpresa, ninguna otra trampa de qué preocuparse. Fue una noche tranquila, una noche en la que pude dormir. Eso me incomodó.

Se hizo de mañana. Fui la primera en despertar, como siempre, me estiré y me levanté a lavar mi cara y tomar un poco de agua.

La misma profunda calma de la noche estaba presente en la mañana.

Mi muñeca comenzó a desprender una luz verde. Me alarmé al instante.

- ¡Matthew!- fue lo primero que grité. Él se levantó.

- ¿Qué es lo que sucede?- preguntó asustado. Levaté mi cabeza para poder mirarlo y mostrarle la luz que iluminaba parte de mi brazo, pero cuando lo hice, noté que la suya también lo hacía. Sólo pude señalar- ¿Qué? ¿Qué pas...- bajó su cabeza- ¡Ahh!- su gritó despertó a Susan.

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