Me estoy volviendo un chico malo.

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Ya les he subido tres capítulos!! Cuatro con este. Tómenlo como una súper maratón, mañana me iré temprano y el lunes debo ir a la universidad así que no sé cuántos podré publicar; entonces disfrútenlo, si no quieren más, díganme.

La escena que les digo que me gusta de acá es cuando Mags lo reta a lanzar el cuchillo.

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–¡Alexander! –Gritó Magnus en voz baja–. ¡Detente! Estoy sirviendo- ¡Alec! –Magnus rió su nombre mientras servía una bebida para un cliente muy afligido.

–No, puedo, evitarlo –susurró Alec entre besos contra el cuello de Magnus,

Magnus finalmente se dio la vuelta hacia él.

–A la cocina, jovencito –señaló hacia la cocina y Alec sonrió, dándole un asentimiento de cabeza antes de retirarse, su cabeza aún agachada.

Magnus se rió suavemente y se dio la vuelta de nuevo.

–Ustedes son muy cursis, hombre –rugió Hombre desaliñado,

Su voz era muy ruidosa.

–¿Fue eso un cumplido?

–Si digo que sí, ¿me rellenas la bebida gratis? –Le sonrió abiertamente a Magnus y Magnus soltó un bufido con un asentimiento.

–Entonces sí –Desaliños deslizó su vaso hacia Magnus y este le sirvió una generosa cantidad de cerveza.

–Tu padre era un hombre maravilloso, Maggie –dijo Desaliños–. Y sólo quería que tú fueras feliz. Me alegro de ser testigo de tu felicidad.

Magnus sonrió, una pequeña y cálida sonrisa que Desaliños devolvió antes de beber su bebida de un trago y comenzar a cantar "Un gran pirata soy" de nuevo,

Magnus rodó sus ojos y caminó a la cocina.

–¿Alexander?

Alec estaba sentado en el mostrador, jugando con algo en sus manos.

–Alec, ¿estás bien? –Magnus caminó hacia él,

Alec subió la mirada desde la cadena en sus manos.

–Estoy bien  –dijo con voz áspera–. Uh... –Sostuvo la cadena en alto, con esa hermosa cruz que Magnus vio a Alec usando la primera vez que entró a su bar–. Quiero que tengas esto.

Magnus miró a Alec.

–Era de mi padre.. –Alec la sacudió suavemente.

–Alec, no puedo... No puedo aceptarla, yo solo-

–Por favor –insistió Alec suavemente,

Por primera vez, su voz tenía lamentación, dolor, tenía algo que Magnus deseó nunca escuchar salir de los labios de Alec.

–Alec, ¿estás bien, dulzura? –Magnus dio unos pasos acercándose,

Agarró el rostro de Alec y pasó sus pulgares por los huesos de sus mejillas.

Alec sonrió, asintiendo rápidamente en las manos de Magnus, sus ojos cerrados, su mandíbula apretándose y soltándose  bajo las manos de Magnus, su garganta moviéndose una y otra vez.

Magnus estaba a punto de hacerle más preguntas pero Alec subió sus manos y deslizó la cadena sobre su cabeza y la vio colgar suelta en su pecho, junto con otros collares que el hombre usaba,

Magnus sonrió, su corazón golpeando su pecho.

–¿Te puedo dar yo algo mío? –Preguntó.

Amor asesino: un secreto de muerte (Malec)Where stories live. Discover now