UN CIELO PARA SABRINA.

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—Es una de las que más me traen recuerdos.
—A ver...
—Se llama Shot at the night, se la dediqué a alguien que ya no está.
—Es una hermosa canción.
— ¿También se la dedicaste a alguien?
— Sí.
— ¿A quién?
— A Papá.

No hacía falta decir más. Los periódicos anunciaban que un avión se estrelló en las colinas producto de una aparatosa neblina.

El pésame era innecesario, divagaba entre lo profano, cada vez más niños huérfanos iban llegando. El Albergue Albúcer estaba repleto, cada pequeño con cada sueño.

Un anhelo, sentimientos ajenos.
Queríamos ver una realidad diferente pero nuestros padres nos arrastraban a lo suyo. Y aunque no creyéramos en Dios o en el Tahuantinsuyo, podíamos creer en que pronto se acabarían los barullos.

Gobernaban entre una impetuosa lógica. Desdeñaban razones previstas de bastante coherencia.
"Que al máster le falta sapiencia, que el director se coge a cada secretaria durante las ausencias".

Los niños seguían ahí. Y aquella era lo único cierto. Esperaban por un "Sí", querían amor y frenesí.

Me gustaba soñar con algún día adoptar a uno de ellos y darle todo el amor que se merecen. Ellos no tienen la culpa de lo que acontece.

Sucede que las tardes se hacían más largas, las cortinas nadie las lavaba, el sueldo era mísero y a las justas para comer alcanzaba. Pedían piedad pero no les escuchaban.

Tal vez si alguien viniese en pos de paz se esbozaría una sonrisa sobre la faz. Quizás.

Mi madre decía que todo se puede en esta vida. Ella solo cree en el cielo. No está mal, no es que me des consejos. No veo lo mal que hago, mi estúpida falacia me hace creer que soy perfecto en mis errores. Pero el tiempo me hizo ver cada una de mis inquietudes.

Le temo a las personas que confían en mí. Estás pueden hacerme trizas como si fuese algún tipo ruin.

Sabrina soñaba de pequeña con tener un unicornio. Le pedía al piloto que le compre vestidos y los mejores videos de princesas. Ella quería ser una de ellas, pero para el piloto ya lo era.

Amaba tanto su sonrisa que le prometió estar siempre en su vida. Abrazarla cuando la tormenta llegue, mojarse él antes que la lluvia le llegue.

No comprenderemos con exactitud cuánto es el amor que tiene un padre por una hija. Tampoco comprenderemos si la relatividad es una cuestión de premisas. Las promesas no se rompen si hay corazón, esto vale más que una simple emoción.

Hoy sabe que las cosas son distintas. Se dio cuenta de que era una gran chica durante su partida. Antes de ese vuelo el piloto presentía que se iría.

Abrazó a su pequeña musitando. —Sabrina, mi nena hermosa, Iré a un combate. Papá siempre te cuidará, nunca lo olvides, siempre para ti estará.

Tomó sus manos con ternura y besó su frente, Alistó su maleta pequeña y dio el salto sin final. La carta llegó tres días después, el avión de combate se estrelló.

Como el tiempo que claudicó y la magia que en sus ojos vislumbró.

Seguirá desde el firmamento siento la pequeña de un señor que no es su verdadero padre. Pero que al darle amor y coraje pudo así llamarse.

No hay definición para algo que nos deja sin palabras. El corazón en nuestras manos y la canción que jamás será olvidada.


A. Neil.

El Delirio de un poetaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora