EL PLACER DE CONOCERTE.

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Recuerdo cuando apenas era un puberto. Estaba en la secundaria y pedía que me diesen likes, algunos lo hacían, otros solo el visto concebían. Esta foto es de esas épocas, se me viene a la mente bastantes anécdotas, cada etapa que se formaba con locura fue una imagen mental que nunca se olvidará.

Quería sentirme popular de a como dé lugar, queriendo verme en el podio con una corona perpendicular. Recitar delante de todos o cantar, hacer que me miren, las ganas de destacar.

Muchos miraban a un gordito bajo de estatura correr por las canchas de gras, murmuraban que fuese la pelota, eso me hacía sentir mal. Decían que jamás iba a hacer un gol, los flaquitos reinaban en el salón. Mientras que yo solo era alguien fuera del montón.

Escribía durante las madrugadas de cada noche, hacía poesía, decirlo ante todos no me daba roche. Creía en la bondad, las buenas intenciones, la sinceridad. Hasta que un día todo eso se transformó en mediocridad.

Caminaba con un amigo que me decía "siempre estaré contigo".
Él ahora se encuentra fumando en las esquinas, ¿En dónde estás ahora Adolfo Veritas?

Cada segundo he estado sumergido en un lugar distinto. Cada sentimiento oblicuo, nada recto, la dirección de las emociones se iba hasta el techo. Simplemente me encadenaba en el hecho, el no saber qué hacer en mi lecho.

Situado en la ruleta de la vida, todos bajamos y subimos durante el día. Comprendemos que la subida no es felicidad, solo queremos algo que esté fuera de nuestra realidad. El suelo es pisoteado por millones de seres como nosotros, algunos asesinos, otros sumisos. Los hay de todo tipo, cada vez que miras el cielo sé que alguien que quieres está allí.

Eso me hace querer viajar en vuestro frenesí, sucumbiría al deseo latente de verte, sabría que los seres humanos podemos romper esa barrera omnisciente, te extraño, ¿Lo sientes?

Recuerdo cuando comencé a escribir, lo hacía mal y prefería morir. Porque ya no estás aquí, y todo lo que hacía era para ti. Añorando que me leyeras aunque sea una vez, queriendo presenciar tu sonrisa durante mi sensatez.

No son iguales los días, nada normales, melancolía. Conspiramos con esa agonía, pero nos somete a su abadía. La presión que ejerce una fuerza superior inmaterial. No somos inmunes ante nuestro deseo de soledad.

Gritar, gritar más fuerte, empleando el vuelo más alto. Hasta el cielo. Al infinito, donde te veo. Es en mis sueños en donde siento que todo es posible y quiero trasladarlo al ahora.

Sentirme feliz por seguir.
Los dardos son señales de vida.
No quiero volver a sufrir.
Podría gritarlo en la sucia hacienda.

Cuando cierro los ojos no existen ausencias. Y no es porque no vea, sino porque siento que él está conmigo. En un universo distinto. Alentándome a seguir de pie. Condensando la maldad en su haber.

Solo ahí existo de verdad.
En cada letra que plasmé.

Hoy llegó la hora de decir adiós.
Un receso para sentirme mejor.
Memorando tiempos eternos de intranquilidad,
Gracias a todos por acompañarme hasta este final.

Merci infiniment, coeurs sincères!

A. Neil.

El Delirio de un poetaWhere stories live. Discover now