1- El Reino del Sur

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Narradora:

Una joven de precioso cabello castaño claro observaba desde el balcón del castillo de sus padres el Reino del Sur con una mirada triste. La gente de su reino caminaba por las calles, se escuchaban risas, animadas charlas,... Nada que ver con ella.

- ¿Emma? - La joven se giró hacia su madre, la Reina Malory, al escuchar su nombre- ¿Qué haces aquí? - preguntó molesta - Entra - ordenó.

Emma entró en el castillo acompañada de su madre. Después, su madre cerró las puertas del balcón con rapidez y corrió las cortinas. Impidiendo que la luz entrase en la habitación y haciendo uso de las antorchas que ahora alumbraban la habitación.

- ¿Cuántas veces te he dicho que no puedes salir a fuera? - Su madre observaba a Emma con el ceño fruncido, enfadada, pero Emma no la escuchaba. Su mirada estaba clavada en el fuego de su chimenea.

Su madre, al darse cuenta, sonrió e hizo como si nada.

- ¿Qué quieres que hagamos para tu cumpleaños? - preguntó animadamente la reina.

- Bueno... Es mi 15 cumpleaños así que... Había pensado salir a dar una vuelta... - La reina la miró con el ceño fruncido - No importa

- Yo había pensado en invitar a los príncipes y princesas aquí a celebrar tu cumpleaños, ¿qué te parece? - Emma asintió sin mucho ánimo. Llevaba celebrando así su cumpleaños desde que tenía memoria y ni siquiera se divertía.

Odiaba a las princesas y a los príncipes de los reinos vecinos. Demasiado empalagosos para ella.

- Sí, eso sería genial - dijo, sin embargo.

- ¡Genial! - exclamó su madre.

- Madre... ¿Es cierto que los telmarinos están matándonos? - preguntó la joven con preocupación. Su madre le dedicó una mirada preocupada.

- ¿Matándonos? - preguntó la reina sorprendida. Emma sacudió su cabeza, confundida

- Matando - corrigió como si nada. Su madre la miró con preocupación - No podemos dejar que los maten...

- Nadie está muriendo, cariño. Los reyes de Telmar son gente buena y justa... - Emma desvió la mirada y formuló un "no" con sus labios - Además, ellos sabrán lo que hacen con su territorio

Emma desvió su mirada molesta hacia el fuego.

- Debemos hacer algo... Los están matando - repitió Emma intentando hacer que su madre entrará en razón. Su madre la interrumpió

- Las criaturas que crees que matan no existen, son mitos, leyendas sobrenaturales - la dijo su madre cada vez más molesta - Tienes que dejar de leer esos libros para niños pequeños

- ¡No son para niños pequeños! - exclamó Emma molesta - Además, los tengo desde que era un bebé... No podría deshacerme de ellos aunque quisiera - La reina desvió la mirada, incómoda por algo que Emma no sabía.

- Al menos podríamos hablar con ellos. 

- Los telmarinos no se detendrán... Y lo sabes. Todos lo sabemos - repitió. La reina miró con preocupación a su hija, sabiendo que tenía razón.

- Hija... - pero no sabía que decir para que su hija se animará. 

- ¿Por qué no nos aliamos con los demás reinos y mandamos un ejército para destruirlos? - La reina la miró con ternura - Están matando a los nuestros, tenemos que hacer algo.

- No es tan sencillo como tú crees - murmuró la reina con una mirada seria. Emma desvió la mirada, molesta - Algún día, cuando crezcas, lo entenderás mejor. Por ahora, debemos centrarnos en otras cosas...

- Pero... - comenzó Emma intentando hablar - El ejército...

- Fin de la conversación - exclamó su madre con un tono de advertencia. Emma bajó la mirada, sabiendo que era mejor quedarse en silencio.

- Sí, madre - contestó. Su madre asintió satisfecha

- Vamos. Debemos bajar a comer - La reina se dirigió hacia la puerta del cuarto de su hija, pero ella no se movió - ¿Acaso no lo has oído? - preguntó.

- Lo he oído, dame tan solo un momento. Ahora bajo - dijo Emma buscando algo en sus cajones

- Bien. No te demores mucho - Emma asintió y su madre se alejó cerrando la puerta tras ella.

Cuando Emma se quedó sola en su cuarto. Se dirigió hacia las cortinas de su habitación, las apartó un poco y observó una vez más el reino de sus padres

- He de hacer algo - se dijo a si misma con decisión.

Después, volvió a cerrar las cortinas y salió de su cuarto, en dirección al comedor.

Emma bajaba las escaleras del castillo con rapidez. Sus padres se enfadaban mucho cuando llegaba tarde a las comidas, reuniones,... Según ellos, es una falta de respeto ser princesa y llegar tarde.

Emma ya estaba casi al final de la escalera cuando, de repente, su tacón se quedó enganchado y calló hacia atrás. Paso por encima del reposa manos de la escalera y comenzó a caer mientras gritaba.

Cerró los ojos esperando el impacto, pero nunca llegó. Abrió los ojos con miedo de estar en el cielo, pero, en su lugar, se encontró con los ojos oscuros de un guardia.

- Princesa... - dijo él, asustado - ¿S-se encuentra bien? - preguntó preocupado.

Emma se bajó de los brazos del guardia de un salto, se colocó el tacón en el pie y sonrió.

- Perfectamente - contestó antes de seguir su camino hacia el comedor.

- ¿Necesita que la lleve a la enfermería? - preguntó este mientras Emma se alejaba apresuradamente.

Emma no contestó y siguió su camino hacia el comedor.

Al llegar, sus dos padres la esperaban ya sentados en la mesa, pero no estaban solos. Un hombre, una mujer y un chico también estaban sentados en la mesa mientras hablaban animadamente con sus padres.

- Disculpar mi demora - pidió Emma acercándose a la mesa - No se me había comunicado que teníamos visita... - Emma miró a su madre confundida, ella solo la sonrió.

- No hay problema - comentó el hombre con una gran sonrisa - Para ser sinceros... Ha llegado justo a tiempo - Emma asintió.

- Cariño, ellos son los Reyes de las Islas del Sur - Los presentó el padre de Emma.

Emma hizo una reverencia y los dos adultos correspondieron.

- Y él es su hijo mayor, el Príncipe James de las Islas del Sur - James se acercó a Emma y la besó la mano con una sonrisa mientras sus padres los miraban sonriendo.

Emma sonrió amablemente, pero en su interior estaba poniendo cara de asco. No era porque James fuera feo, al contrario, era muy guapo y tenía un cuerpo entrenado, pero... Emma sabía que algo estaba pasando. Algo mucho más complejo que una simple comida.

- Príncipe Heredero James de las Islas del Sur, es decir, el primogénito - Se presentó James con una sonrisa mientras la miraba.

- Sé lo que es príncipe heredero - dijo ella un poco borde. Su madre la advirtió con una mirada y supo que tenía que ser amable - Bueno... ¿Tienen hambre? - preguntó como si nada

Todos se pusieron a comer con apetito mientras que hablaban de temas triviales.

(...)

Después de comer, llegó la hora del postre y Emma había conseguido comportarse amigablemente con James. Se habían conocido, más o menos; habían hablado de sus pasatiempos, de sus comidas favoritas, de lo que les gustaba, de lo que no,...

En fin, que había sido una comida con muchas cosas de las que hablar, pero la comida aún no había acabado... Quedaba el postre y Emma cruzaba los dedos para que fuera lo más rápido posible.

Aún tenía que pensar una manera de ayudar a su pueblo... Y a todo Narnia. No podía dejar a los telmarinos salirse con la suya.

Amor en guerra- NarniaWhere stories live. Discover now