18- Atrapada

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Narradora: 

Sin embargo, cuando Emma se dio la vuelta, no vio a Aslan... Sino a un telmarino. 

- La joven desaparecida por fin aparece - la dijo sonriendo - . Por favor, acompáñenos y no tendremos que recurrir al uso de la fuerza. 

- Podéis iros yendo, no voy a volver - dijo Emma seriamente - . Y ya que estáis, comunicárselo a mi madre también. 

- Señorita, no queremos hacerla daño - dijo otro telmarino - . No se resista y nadie acabará herido. 

- Si no lo hace, tendremos que usar la fuerza y no queremos herirla - dijo un tercer telmarino. 

De pronto, los tres telmarinos que había al principio se convirtieron en veinte telmarinos que la rodeaban. 

- Por favor caballeros... - comenzó Emma - No es necesario que nadie salga herido, solo vayanse y no les haré daño. 

- Última advertencia, - dijo el primer telmarino - venga con nosotros o, nos veremos obligados, a utilizar la fuerza. 

- Por favor caballeros... Háganlo - dijo Emma sonriendo mientras sacaba su espada rápidamente. 

Al principio, solo atacó un telmarino con el que Emma acabó rápidamente. Pero después, el número de contringantes fue aumentando. Los telmarinos no querían matarla, así que luchaban con palos de metal con los que solo golpeaban las piernas y tronco de Emma. 

Eso la daba ventaja a Emma, pero cuando cinco telmarinos se lanzaron para atacarla, ella no pudo evitar caer al suelo. 

Los diez telmarinos que quedaban, la apartaron la espada y la ataron de pies y manos. 

- ¡SOLTARME! ¡SOCORRO! - gritaba Emma intentando resistirse a ser atada, pero eran demasiados - ¡AYUDA! ¡SOLTARM...! - un telmarino la amordazo la boca con una gruesa tela. 

- Vayámonos ya - dijo un telmarino mientras se montaba en el caballo. 

El telmarino que parecía el jefe, cargó a Emma en el caballo y mientras que otro la sujetaba, él se subió al caballo. Después, apoyó a Emma en él. 

- ¿Listos? - les preguntó a los otros nueve - ¡VAMOS! - gritó y los diez caballos comenzaron a cabalgar, alejándose del bosque. 

Emma rezó que alguien la hubiera visto ser raptada, escuchado gritar o, por lo menos, darse cuenta de que no estaba. Se aferró a esa posibilidad con todas sus fuerzas. 

- No puedes confiar en nadie, Emma... - dijo una voz en su cabeza - Estás tú sola. Siempre lo has estado... No eres una telmarina y tampoco eres una narniana. TÚ no eres NADA - Emma bajó la cabeza y contuvo las lágrimas. 

- No es verdad - se obligó a pensar. 

- ¡Claro que sí! - exclamó la voz - Y tú lo sabes... - la susurró. 

Después, la voz se evaporó de su cabeza, como si nunca hubiera estado ahí. 

El resto del corto viaje, Emma se la paso intentando quitarse las cuerdas se las manos o, por lo menos, hacer que el telmarino la soltará. Pero el no hacía ningún gesto, parecía que ni siquiera sentía los golpes o escuchará los gritos de Emma. 

(...)

Los diez caballos entraron en Telmar y su marcha fue más lenta, pero su camino hacia el castillo no se detuvo. Al llegar, Miraz y la madre de Emma los esperaban en el balcón principal. 

- Hemos llegado - anunció el telmarino como si Emma no se hubiera dado cuenta. 

Él la bajó del caballo, la desató los pies para que pudiera sostenerse en pie y la quitó la mordaza. Los padres de Emma comenzaron a bajar las escaleras, hacia ella. 

- Menos mal que estas a salvo - la dijo su madre abriendo sus brazos para abrazarla, pero Emma no se movió. 

- Haznos un favor madre y deja de fingir - dijo Emma sin moverse. Su madre bajó los brazos y la miró ahora sin una sonrisa.

- No te atrevas a hablar de ese modo a tu madre - amenazó su padre furioso. 

 - ¿Por qué has enviado telmarinos a buscarme? ¿Acaso no dejé claro que no quería tener nada que ver con vosotros? - continuó Emma seriamente. 

- ¿Puedes hacer el favor de reservar esta conversación para otro momento? - dijo su madre mirando a los telmarinos que hacían como qué no escuchaban nada. 

- No recuerdo que el secretismo sea una de tus facetas, madre - el sonido de una bofetada hizo que las respiraciones de todos se contuvieran.

- La próxima vez te piensas dos veces si quieres desafiarme - dijo la mujer clavando su mirada en los ojos de la joven.

- ¿En qué te has convertido? - la preguntó su padre - ¿ACASO NO TE DA VERGÜENZA? Has apoyado en una guerra a unos... A unos... ¡SALVAJES! Antes que a tu propio pueblo

- Los telmarinos jamás han sido mi pueblo - dijo Emma amenazante - Y te engañas a ti mismo si piensas que así es. 

- ¡NO TE ATREVAS A...! - pero la mujer lo interrumpió. 

- Llevarla a una habitación y encerrarla ahí... Aseguraros que todo esta cerrado - ordenó ella poniendo una mano en el pecho de su marido. 

- NO - contradijo su marido - Las habitaciones no son lugar para los salvajes... 

- Encerrarla en los calabozos - corrigió la mujer mirando a los guardias. 

- Si siempre supisteis que era una salvaje, ¿por qué no me metisteis en una celda desde el principio? - preguntó Emma furiosa - OH... Es verdad... ¡LO HICISTEIS! - gritó.

Su madre se acercó a ella, llena de rabia y la dio otra bofetada. Emma giró su rostro, ahora rojo en ambas mejillas, por la fuerza. 

- Lleváosla - ordenó la mujer. 

El hombre cogió por los hombros a su mujer y la obligó a andar con él, alejándose de Emma. Los guardias, cogieron a Emma por los brazos y comenzaron a tirar de ella hacia los calabozos. 

- ¡Puedes pegarme cuantas veces quieras! - exclamó Emma mientras se resistía - ¡Pero jamás podrás cambiar quién soy! ¡NUNCA DEJARÉ DE INTENTAR ESCAPAR! ¡JAMÁS! - gritó sin dejar de mirar a sus padres - ¡Soltarme! ¡Dejarme! ¡Soltarme! 

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Amor en guerra- NarniaWhere stories live. Discover now