Capítulo 12: El testamento de Albus Dumbledore

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—Lamento mucho esta intromisión—dice el ministro mientras sonríe mostrando los dientes. El señor Weasley me toma del hombro para caminar juntos hacia la mesa—Especialmente cuando veo que les he aguado la fiesta de cumpleaños. Muchas felicidades, por cierto

—Gracias—responde Harry con el rostro ceñudo y abrazándome por los hombros

—Debo charlar con ustedes en privado—notifica y nos miramos entre nosotros, extrañados por la petición del ministro—También con el señor Ronald Weasley y la señorita Hermione Granger

—¿Por qué?—pregunta Ron, asustado. El ministro levanta una de sus tupidas cejas

—Lo sabrá en cuanto estemos en un lugar mas privado, ¿Hay algún lugar semejante aquí, Arthur?

—Si, claro. Eh, el salón, quizá

—Bien, puede mostrarme el camino, ¿Verdad?—le pregunta a Ron. Él asiente—No es necesario que nos acompañes, Arthur

La señora Weasley comparte miradas nerviosas con sus hijos mientras que Fred vuelca su atención hacia mi, queriendo calmarme un poco. Los cuatro asentimos y entramos en la madriguera pensando lo mismo: Rufus Scrimgeour se ha dado cuenta de alguna manera que no volveremos a Hogwarts.

Mientras caminamos, Harry me pasa mi varita por debajo para que el ministro no se percate de ello.

—Toma. Creo que ahora puedes tenerla—susurra

—Gracias

Scrimgeour se sienta en el sillón hundido del salón que normalmente ocupa el Señor Weasley, dejándonos a Harry, Ron, Hermione y a mi intentando encajar lado a lado en el sofá. Una vez hecho, se aclara la garganta y comienza a hablar.

—Tengo algunas preguntas para ustedes cuatro, pero creo que será mejor si lo hacemos por separado. Si les parece, comenzaré con los hermanos Potter

—Olvídelo—digo, frunciendo el ceño—Cualquier cosa que tenga para decir, hágalo frente a los cuatro o con nadie

Scrimgeour me lanza una mirada fría y calculadora que me hace querer salir de ahí, pero me contengo. Harry aprieta mi mano entre los pliegues del sofá mientras el ministro se encoge de hombros.

—Muy bien entonces. Responderán juntos, bueno—Se aclara la garganta de nuevo en lo que nos mira a los cuatro—Estoy aquí, como ya lo tendrán entendido, por el testamento de Albus Dumbledore

Observo a Harry, notando como su espalda se tensa al oír las palabras del hombre frente a nosotros; miro al ministro y aprieto los hombros, encogiéndome en el sofá.

— ¿Un testamento?—pregunta Hermione—Pero, ¿Cómo? ¿Nos ha dejado algo a los cuatro?

—Ciertamente

—El profesor murió hace un mes, ¿Por qué ha tardado tanto en darnos lo que nos dejó?

Entonces, mi mente se ilumina con la pregunta de Harry.

—Ustedes... han examinado los objetos antes de traerlos, ¿No es así? ¡No tenían ningún derecho!

—Se equivoca—me dice despectivamente—Tenía todo el derecho del mundo. El Decreto para la Confiscación Justificada da al Ministerio poder para confiscar el contenido de un testamento...

—¡Esa ley fue creada para evitar que los magos legaran artefactos Oscuros—digo, con mi voz temblando por el enojo—Y se supone que el Ministerio debe tener una prueba poderosa de que las posesiones heredadas son ilegales antes de confiscarlas!

—Interesante, ¿Ha pensado seguir la carrera de Leyes Mágicas, señorita Potter?

—Merlín, no. Deseo hacer algo bueno para la humanidad

»Always, Potter [Fred Weasley]«Where stories live. Discover now