Capítulo 43: La última visita de Dumbledore

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Tirados de cara contra la polvorienta alfombra entendemos que nuestro propósito no es sobrevivir.

Nuestra tarea en este mudo es sólo dejarnos abrazar por la muerte; salvar a todo aquel que podamos y recibir nuestro desenlace como algo natural.

Siento el corazón palpitarme fuertemente contra el pecho. Me levanto de la alfombra para sentarme en uno de los escalones. Harry hace lo mismo y casi puedo sentir su desesperación.

Resulta extraño que, en medio de nuestro pavor a morir, nuestros corazones palpitan con máximo esfuerzo, manteniéndonos gloriosamente vivos hasta el momento. Pero eso va a terminar, y pronto. Mis latidos están contados al igual que los de Harry: Debemos morir.

Mi mente no deja de mandarme imágenes de Fred y de las gemelas. Un fuerte hormigueo me recorre la piel, recordando lo que Voldemort quiere hacer después de matarnos a ambos. Irá por Fred y lo matará también; mis hijas serán sus sirvientes y nunca van a conocer a sus padres...

Suspiro, deseando saber si morir es doloroso, si es que voy a padecer lentamente hasta que mi corazón deje de bombear sangre o si bien mi muerte será rápida y sin dolor. La mano de Harry se posa en mi hombro, sobresaltándome. Intenta decir algo pero no puede, sé que ha conectado todo lo ocurrido y que ahora nos toca acabar con todo lo que hemos comenzado. Sabe finalmente quien mandó el patronus al bosque donde encontramos la espada de Gryffindor y del porqué de su acción. Mi garganta se cierra al recordar al fallecido profesor.

Cuan mal lo he juzgado; todos nosotros lo hemos hecho mal. La única razón por la que actuó mal durante tanto tiempo es a causa de querer protegernos y nosotros le hemos pagado con bazofia. Pienso en todo aquel que ha fallecido gracias a esto y mi estómago se revuelve.

Nos levantamos lentamente y sabemos que no se puede postergar más lo inevitable. Salimos del despacho con las manos entrelazadas, dando pasos lentos y sin decir una sola palabra.

Por primera vez en mi vida el bajar las escaleras del castillo me parece una tarea ardua; es como si los escalones se alargaran cada vez más impidiéndome terminar el recorrido. Al final de ésta están Hermione y Ron sentados, con las manos entrelazadas y las frentes juntas. Se sobresaltan al escucharnos y se ponen de pie.

— ¿Dónde estaban?—pregunta Hermione con los ojos llorosos

—Los creíamos en el bosque—dice Ron

—Es a donde vamos

— ¿Están locos?—pregunta Ron con la respiración acelerada— ¡No! No pueden entregarse

Seguimos nuestro camino. Ambos nos giramos al pie de las escaleras mirando a los dos

—No hay razón para seguir escondiéndonos—digo—Escucharon lo que Voldemort dijo. Si Harry y yo no nos presentamos los matará a todos. Matará a mis hijas, Ron—Froto mis ojos sin darle paso a las lágrimas—No puedo permitir eso, no voy a hacerlo

—¿Qué es lo que saben?—demanda Hermione. Harry aprieta los labios

—Lo sabemos todo. Creo que lo sabíamos desde hace tiempo, pero fuimos lo demasiado estúpidos para no darnos cuenta. Sabemos cómo se dio la conexión entre Skyler y Lucius Malfoy y también sabemos la manera de romperla—La voz de Harry se corta haciendo que Hermione solloce más fuerte—Sólo tenemos que romperla antes de...

Los brazos de Hermione rodeando su cuello lo detienen de terminar su discurso. Ron me mira, con los ojos enrojecidos.

— ¿Qué hay de Fred? ¿Qué pasará con las bebés?

La garganta me arde como si tuviese un fósforo encendido dentro. Quiero llorar, gritar y deshacerme como una pila de desperdicios...

—No lo sé—respondo—Ustedes... ustedes deben ayudarle, deben protegerlos. Díganle a Dobby que les ayude, él entenderá

»Always, Potter [Fred Weasley]«Donde viven las historias. Descúbrelo ahora