Capítulo 1: Tremendamente idiota.

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-¡No lo soporto! Es el ser más despreciable que conozco, como un grano en el culo. ¡Carlo es horrible, Mía!

Irene se quejaba a su amiga por medio de la pantalla del ordenador. Mía seguía en Suiza y hacía ya dos meses y medio que se encontraba allá con Angelo. Las cosas les iban muy bien. Mía estudiaba su último cuatrimestre y ya no le quedaba nada para graduarse en Magisterio. Por otro lado, Angelo encontró un buen empleo como profesor de italiano en una academia de clases particulares. Estaba claro que ese trabajo era provisional mientras no volvía a España. Parece que en la universidad, le guardaron su plaza por que creían que era un docente extraordinario, y mientras, había un sustituto en su lugar.

- ¿Todavía seguís igual? No me puedo creer que no tengáis ni un momento de paz.
- Con él es imposible. Llevo haciéndole de recadera todo este tiempo que no estuviste. Me hace madrugar los domingos, y a veces viene a la facultad a buscarme. Siempre me deja en evidencia...- Mía no podía parar de reírse.- No es gracioso.
- ¡Oh! Yo creo que sí.
- Claro, por que a ti no te afecta, maja.
- Sólo creo que deberías darle una oportunidad y seguirle el juego. Tal vez así pare de meterse contigo.
- Ni loca le voy a seguir ningún juego. Eso es lo que quiere. Sólo voy a saldar "mi deuda" y fin de la historia.
- Muy bien Irene. Tienes las cosas muy claras. Espero que así acabéis con vuestras diferencias.- Mía animaba siempre a Irene.
- De vez en cuando tengo que mostrarme firme, aunque con ese chico es imposible.- Irene bostezó.
- Son las diez. Tengo que llamar a Lucas, pero mañana volveré a llamarte y me cuentas que tal con Carlo.
- Seguro que como siempre. Descansa Mía. Dale saludos a Angelo.
- Bien. Te quiero Ire.
- Y yo a ti Emiliana.
- No te pases Sirenita.
La chica sólo negó con la cabeza mientras sonreía.
Irene cerró la tapa de su ordenador y se dispuso a hacer la cena. Cuando llegó a la cocina, Claudia estaba preparando una taza con leche y cereales cubiertos de azúcar.

- ¿Quieres que te prepare una taza Irene?
- Eso lleva demasiado azúcar. Prefiero una ensalada.
- Tú te lo pierdes, nena.- Claudia cogió la taza y se sentó sobre el mostrador de la cocina con las piernas cruzadas como un indio. - ¿Cómo fue el trabajo ese que tenías que entregar?
- No demasiado bien. No me estoy tomando los estudios como una prioridad, y debería, pero es que entre las clases, el trabajo en la cafetería y otras cosas a mayores, ya no doy a basto.
- Deberías relajarte un poco más y salir algún día conmigo ​y con Uriel.
- Conmigo contaréis sólo si vienen los tíos buenos amigos de Irene.- Uriel siempre llegaba en el momento más oportuno.
- Si te refieres al imbécil de Carlo, a Lucas y Ciro olvídate. Yo con ellos no vuelvo a salir que la última vez acabasteis todos pedo. Y yo no pienso volver a beber más. La última vez que bebí no me sentó bien, eso sin contar que me trajo al piso cierto idiota.
- Un idiota que está como un tren. Esos brazos musculados, piernas atléticas y una mandíbula que corta cristal. Por no hablar de los ojos marrones y los labios carnosos y tiernos. Besarlo debe de ser...
- ¡Uriel! - Se alteró Irene.
- Vale vale, ya paro chiquilla.

Claudia observaba a esos dos divertida mientras se acababa su cena.

Por otro lado, Carlo hacía horas extras en el taller. José, el dueño, llevaba tres semanas con la pierna enyesada, y el otro ayudante que tenía el hombre, era novato y necesitaba ayuda en muchas ocasiones, por lo tanto, Carlo tenía el triple de trabajo. A todo eso, sumarle las clases del máster y la búsqueda de trabajo en varias empresas importantes.
Tenía que reconocer que se sentía agobiado en muchos aspectos y lo único que parecía desestresarlo, o al menos divertirlo un poco, era el momento en el que tenía discusiones absurdas con Irene.
Eso, y sus momentos calientes con Sofía. Él la presentaba como su novia por que ella se lo había pedido, pero en realidad, Carlo la trataba más como a una amiga con derechos.

Prometo no volver... A herirte (Prometo #2)Where stories live. Discover now