Capítulo 10: ¿En dónde te habías metido?

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Irene no salió en toda la tarde de su habitación. Se dio una ducha y luego se quedó dormida durante un par de horas. Cuando despertó, el sol ya se había puesto.
Aunque no tenía ganas de ver a Carlo, bajó igual a cenar porque la verdad, no quería que nadie pensara que le pasaba algo.

  - Irene, hemos ido a la habitación, pero te habías quedado sopas.- Informó Valentina.- Al principio pensé que no bajabas porque te habías enfadado con mi hermano, pero ya nos explicó él, que te había sentado mal mojarte después de comer y que tal vez te había dado el frío, así que te dejamos descansar.
  - Sí, me sentí mal y decidí acostarme.- Irene no mentía del todo.
  - Pues ven a tomar algo, tal vez llenar un poco el estómago te haga bien.

Irene vio a todos reunidos en la mesa menos a Carlo, él no andaba por allí. Quizás se enfadó con ella, hasta el punto de preferir no cenar nada con tal de no verla.
No quería darle demasiadas vueltas a ese tema, pero parecía que era imposible no hacerlo.

  - Chicos, todavía no podemos cenar, falta Carlo. - Apuntó Uriel.
  - Joder, lleva toda la tarde desaparecido.- Se quejaba Ciro.

¿A dónde iría? ¿Sería por mi culpa?- Irene no dejaba de pensar en él.

Hicieron tiempo de una hora para esperarle pero el muchacho no daba ido. Lucas le llamo al teléfono móvil pero no contestaba. Valentina sabía que cuando su hermano desaparecía, era porque necesitaba pensar, así que animó a todos a que cenaran, pues estaba segura de que regresaría en cualquier momento.
Irene por el contrario, estaba preocupada y se sentía culpable.

Carlo llegó cuando todos ya habían cenado.

  - ¿En dónde te habías metido?- Le preguntó Ciro.
  - Por ahí...- Contestó Carlo más seco de lo habitual.
  - ¡Eh! ¿Pero, ha pasado algo?
  - Nada que contar, la verdad. Sólo me apetecía echarle un vistazo al paisaje. 

Carlo subió hacia las habitaciones e Irene lo siguió intentando que nadie la viera.

- ¡Carlo, espera!- Lo llamó ella.- Siento haberme puesto como una histérica antes, pero me sentó mal el que me mojaras sin avisar. Nos tenías a todos muy preocupados porque no aparecías, pudiste haber dicho a dónde ibas al menos.
  - Yo no tengo que darte explicaciones de lo que hago o dejo de hacer, además, ¿que cojones te importa en dónde me meto si ni siquiera es tu asunto? Ocúpate de Mateo.

Carlo estaba siendo cruel.

-No hace falta que me hables mal.
  - ¿De qué te extraña que te hable así si es como tú me hablas a mí?
  - Yo no te digo nunca esas cosas.- Irene decidió cambiar a un tema que fuese a favor del italiano para ver si así se le pasaba el cabreo.- Vale, pues ya tienes una excusa extra para que te deba un favor más. Estarás contento, así aumentas tu lista de recados. -Irene sonrío algo tímida e insegura, pero Carlo no daba señales de que aquello le hiciese gracia.
  - La jodida mierda esa de los favores se acabó. Si tanto odias que me acerque a ti, no te preocupes, ya no lo voy a hacer más, pero tú tampoco lo hagas que no quiero ni verte.

Carlo se metió dentro de la habitación dando un portazo y dejando a Irene fuera.

Aquel fin de semana estaba siendo un desastre. Lo que iban a ser un par de días de diversión, acabó por convertirse en una tortura para Irene.

Bajó de nuevo a coger un vaso de agua, se disculpó diciendo que todavía se sentía algo mareada y se metió en cama. Cogió los cascos y los enchufó en el móvil, puso el reproductor de música y la canción que sonó era una que solía relajarla, "To a poet" de First aid kit. Estaba tan sensible, que la hizo llorar, pero a pesar de ello clicó  la opción "boucle" para seguir escuchándola hasta que se quedó dormida.

Prometo no volver... A herirte (Prometo #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora