Capítulo 14: ¡Esperaremos!

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  - Gracias por presentarse a nuestra entrevista. Hemos leído su currículum y creemos que usted encajaría perfectamente con el puesto que está solicitando, pero lamento decirle, que tenemos todas nuestras vacantes cubiertas. Dejaré su expediente encima del resto, dándole una prioridad mayor. 

La chica de recursos humanos, había marcado la carpeta de Carlo con un tick de color verde.
Por ahora no había sido contratado en ninguna gran empresa, más él no perdía las ganas de seguir insistiendo.

Carlo era de esas personas, que a pesar de ser bruto, comportarse como un niño o ser un presumido, sabía actuar con decoro cuando la ocasión lo requería.
El muchacho agradeció a la chica y se fue directo al taller de José.

  - ¡Vaya, chico! Hoy te noto algo desanimado. ¿Te han vuelto a rechazar?- José ya conocía la personalidad de Carlo y sabía que hoy, el pobre de Ismael pagaría el pésimo estado de humor del italiano.
  - ¡Joder, José! Todos los puestos están cubiertos o necesitan que termine el máster para poder contratarme.
  - Lo sé. Es injusto que no haya una oportunidad para la gente joven, pero no te des por vencido.- José palmeó el hombro de Carlo y le pidió que terminara de montar el motor de la moto con la que había empezado la tarde anterior.

El chico estaba bastante entretenido hasta que llegó Ismael y le preguntó por Irene.

  - ¿Qué tal te va con tu amiga? Esa que vino hace unas semanas. La guapa de ojos oscuros...
  - Ismael, ¿sabes qué pasa cuando alguien me toca los huevos severamente? -El muchacho lamentó haber sido indiscreto.- Que me pongo de muy mala hostia, así que si no quieres que las pague contigo, desaparece de mi vista.
 
Ismael ya estaba fuera del taller cuando Carlo todavía no había terminado su frase.

José se pasó toda la tarde observando a Carlo, pues sabía que le pasaba algo más que no quería decirle. Montó y desmontó unas tres veces el motor, algo que en un día normal, habría hecho a la primera.

Carlo terminó su turno hastiado y más cansado de lo habitual.
Llegó al piso, y en el sofá estaban Ciro y Alena abrazados besándose.
Sin saber por qué, Irene apareció en sus pensamientos, haciéndolo recordar cuando la besó encima de la mesa de la cocina.
Había dicho que estaba borracho cuando no era cierto. Era verdad que había bebido alguna que otra cerveza de más, pero no hasta el punto de embriagarlo.
Carlo recordaba a la perfección el deseo que sintió al ver a Irene, intentando aprender cómo jugar al billar. Además, el dulce olor de su pelo, fue la clave para que su instinto lo llevara a agarrarla por la cintura y subirla a la mesa para besarla sin necesidad de frenarse. Varias veces en esa misma semana, se lamentó por no haberse fijado en el vaso que deshizo el ambiente tan candente de aquel momento.

Carlo no era la primera vez que se sorprendía pensando en la chica de una forma tan íntima, sólo debía de recordar el sueño que tuvo dos días atrás:
Irene invadió su momento de descanso y apareció con el pelo mojado y el bikini que llevó a la casa de campo de Ciro. Era ella quien lo besaba de una forma fogosa pero sin abandonar jamás su expresión aniñada. Él sin resistirse, acabó desnudándose y quitaándole el traje de baño a la chica.
¡Carlo le había hecho el amor a Irene en sueños!

En su cabeza, había cosas que no encajaban, pero otras eran evidentes.
Lo primero, era que Irene había tomado el control de su mente de forma no intencionada. Lo segundo, era que no toleraba ver a Mateo cerca de la chica.
Y tercero, todas las veces que la había besado, no era para enfadarla, tal y como decía a modo de excusa, si no que le había nacido de dentro. Carlo no sabía como afrontar las reacciones de Irene, por eso siempre acababa habiéndola rabiar, para que así ella se olvidara de lo importante, que era que él había iniciado un beso que se intensificaba en segundos.

Ciro y Alena, no se percataron de que el italiano había llegado, por lo que no pararon de magrearse. Carlo, se metió en su habitación para continuar revisando la lista de empresas que le quedaban por visitar. Necesitaba urgentemente, algo que le arrancara a Irene de su cabeza.

Lucas y Valentina se habían escapado a la playa, pues desde que habían hecho las paces, quedaban muy a menudo.
Lucas estaba teniendo un buena racha en los últimos meses y quería aprovecharlo al máximo. No sólo había cerrado un nuevo proyecto para la empresa en la que trabajaba , sino que también lo ascendieron de puesto.
Pero la relación con Valentina todavía la llevaban en secreto.

  - Lucas, ¿no crees que será mejor hablar con Carlo de lo nuestro?
  - Bufff, Valentina. Conociendo a Carlo, no creo que se lo tome muy bien.
  - ¿Hasta cuándo vamos a ocultarlo, entones? ¿Tenemos que esperar a que él nos dé permiso?
  - No lo sé, muñeca. No creo que esté en su mejor momento, tal vez en esta época lo pillamos un poco mal. Esperemos un poco más y luego se lo decimos. ¿Te parece bien?
  - Tienes​ razón. ¡Esperaremos!

Lucas besó suave la boca de Valentina, y ella lo recibió con cariño y ganas.
Se pasaron toda la tarde tomando el sol y luego un helado con cucurucho de chocolate. Había sido una tarde relajante para ambos, una de esas en las que las personas se sienten todavía más unidas de lo que ya están. La relación entre Lucas y Valentina iba perfectamente.

Irene se había inscrito en un curso de fondant para aprender hacer pequeñas tartas decoradas. No es que cocinar fuese su gran pasión, pero al menos la mantendría entretenida y aprendería y hacer algo nuevo. Estuvo tres horas preparando la base y luego la decoración. No le había salido nada mal para ser la primera vez que lo hacía.
Una vez que terminó, la metió en una cajita.

Cuando llegó al piso, Uriel la asaltó con preguntas.

  - ¿En dónde te habías metido? ¿Estás bien? Creí que...
  - ¿Qué? ¿Por qué no habría de estarlo? ¿Qué pasa, Uri?
  - Es que Angelo me llamó diciendo qué Carlo tuvo un accidente en la moto. En el hospital dijeron que iba con una chica y creía que eras tú, además como no me cogiste el teléfono , ya me había asustado pensando en lo peor.
  - ¿Que Carlo qué?

Irene cogió su bolso sin dejar que Uriel le explicara nada más y se dirigió lo más rápido posible al hospital.
No sabía por qué había tenido un accidente, tampoco si había sido demasiado grave, además, no podía dejar de pensar en que haría si a él le pasaba algo.

Irene llegó a la planta de urgencias y se encontró con Angelo y Mía esperando por los resultados del estado de Carlo.

  - ¿ Fue grave? ¿Cómo sucedió?- Irene se notaba nerviosa y angustiada.
  - Tranquila, Ire.- Dijo Mía.- Todo saldrá bien. Creo que no ha sido grave.
Angelo simplemente observaba.
Al rato, el médico apareció con los resultados.

  - ¿Familia Bossi?
Angelo se levantó de golpe y se acercó al doctor.
  - Somos nosotros.
  - Bien, he de informar que el paciente no ha sufrido lesiones graves. Simplemente ha tenido un golpe en su brazo, el cual hemos vendado para prevenir que no vaya a más la herida, a parte de tener que  tomar unos analgésicos. En una semana podrá quitarse la venda.
  - ¿Y la chica con la que iba?- Irene sentía curiosidad, por lo que intervino en la conversación del doctor con Angelo.
  Angelo y Mía la miraban extrañados sin entender porque preguntaba aquello.
  - Disculpe, señorita pero no iba  ninguna chica con él. Iba solo. -Contestó el médico.

  Entonces, ¿por qué Uriel le había dicho aquello?

De repente se sintió ridícula y avergonzada. No supo qué hacer ni qué decir, así que se fue dejando a Mía y a Angelo desconcertados.
¡Ya aclararía algunas cosas con Uriel!

Hola Mis Queridos Lectores, dejo capítulo

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"Las personas cambian sin darse cuenta."
J.G.

Prometo no volver... A herirte (Prometo #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora