Capítulo 5: Bendita cena.

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Definitivamente, Carlo y Sofía ya no estaban juntos. La chica había discutido con él por haberse ido de su cumpleaños sin avisar. Carlo recordó el regalo que le dió ese día, un bolso plateado de polipiel. Dos días antes había devuelto el conjunto de ropa interior que comprara con Irene, pensó que no se sentía cómodo dándole aquello.

El italiano no necesitaba rompederos de cabeza, así que después de que Sofía hubiera utilizado todos los insultos existentes, tanto para él como para Irene, Carlo cortó de raíz con la chica.

Carlo había pedido prestado a José, una de las camionetas del taller para poder viajar al pueblo con Irene. Conducía con la canción "Anna Molly" de Incubus, mientras iba directo a buscarla.

La chica subió de un salto dejando la mochila en el asiento trasero.
  - ¡Me encanta esa canción, Carlo!
  - Por fin estamos de acuerdo en algo, Sirenita.
  - ¿Ya empiezas? 

Carlo sólo se echó a reír mientras arrancaba, tarareaba parte de la canción y daba golpecitos en el volante con los dedos al ritmo de la música. Irene lo miró de reojo y copió el gesto del italiano. La primera media hora de viaje se hizo muy llevadera, ambos hablaron sin meterse el uno con el otro y realmente, podían llevarse bien y dejar de pelearse por un rato. Irene creyó que ese era el mejor momento para explicar los problemas que le creaban su familia.

  - Oye, Carlo.
  - ¿Mmmmm?
  - Debería advertirte que mi familia no es muy común. Son bastante exigentes y a veces hacen o dicen cosas algo desagradables.
  - No será para tanto. Estoy seguro de que podremos llevarlo bien entre los dos.
  - Supongo, pero solo te quería avisar. Adela, mi hermana, ella es... ¿Cómo decirlo?- Irene no encontraba las palabras adecuadas.- Sólo no te dejes enredar por ella, ¿vale?
  - ¡Tranquila! Todo va a ir bien, así que no te agobies.

Llegaron al pueblo e Irene empezaba a sentirse algo incómoda incuso antes de entrar en casa.

  - He avisado de que venías, así que están al tanto de ti.
  - ¿No fastidies? Le has estropeado la maravillosa sorpresa de tenerme en su casa.
Y con ese último comentario egocéntrico de Carlo, ambos entraron en dicho lugar.
Carlo silbó largo.
  - ¡Puta madre, Sirenita! ¡Vaya choza!
  - Shhhh. Habla bien, por favor.

La madre de Irene iba directa a la entrada en donde estaban ellos.
- Irene, no os quedéis en la puerta y ven a presentarnos a tu amigo. 

Cuando iban a ir directos al salón, Adela bajó de forma espectacular por las escaleras de caracol. Llevaba un vestido verde botella con un escote impresionante y un corte hasta la mitad del muslo en el lateral de la falda.
Irene, volvió a sentirse poco atractiva a su lado y se fijó en la forma con la que la miraba Carlo. Adela lo había deslumbrado también a él. Sólo esperaba mantenerlo su lado durante toda la cena.

  - ¿Quién es tu amigo, Irene? Nunca lo habías mencionado.
  - ¡Oh! Me llamo Carlo. Mucho gusto.- Contestó el chico antes de que Irene pudiera hablar.

Adela enganchó al muchacho por el brazo y lo arrastró hacia el comedor en donde se encontraban ya todos. Irene, como siempre, se  quedó atrás. Parece que el acompañante de su hermana, decidió no ir. ¡Chico listo!
Pero...
Bendita cena le esperaba a Irene.
Los abuelos maternos, eran exactamente como su madre, unos clasistas, de hecho, su abuela se casó con su marido por que había heredado una buena cantidad de dinero y terrenos. Él se había casado con ella por lo guapa que era y lo bien que quedaba a su lado en las reuniones y fiestas de empresa.

Adela entró agarrada a Carlo e Irene venía haciéndoles sombra.
  - ¡Vaya! ¿Quién es este chico?- Preguntó la abuela.
  - Soy Carlo, amigo de Irene.
  - ¿Sólo amigo?
  - Pues sí, pero por que ella quiere, que si fuese por mí, ya estaríamos saliendo.- Carlo bromeó, pero vio que a nadie le hizo gracia. Él se sintió algo incómodo e Irene se disculpó por lo bajo.

Prometo no volver... A herirte (Prometo #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora