Capítulo 16: No hay demasiado que saber.

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Irene estaba acostada sobre el pecho de Carlo sin poder creer lo que había pasado una hora atrás.

  - ¿Cuál será nuestra canción?- Preguntó el italiano.
  - ¿Qué canción?- Irene no entendía a lo que se refería Carlo.
  - Pues la canción de después de hacer el amor. Esa que elegís las chicas después de estar con el hombre de vuestros sueños...
  - ¿De dónde demonios sacas esa idea?- Irene se carcajeó.
  - ¡No jodas ,Irene! Lo vi en una película. Después de acostarse con el tío guaperas, aunque no tanto como yo, ella elegía una canción que les haría recordar su primera vez juntos.
Esta vez, era Irene la que se reía sin descanso. Carlo podía llegar a ser muy cursi si se lo proponía.
  - Se nota que no ves demasiadas películas románticas. Sucedería en aquella en concreto, pero eso no quiere decir que hagamos eso siempre.
- ¡Yo que sé! Nunca había visto ninguna hasta que la semana pasada me vi obligado a ver la que pusieron Ciro y Alena.

Irene sonrió y besó los labios de Carlo. Era muy divertido cuando metía la pata sin querer. Se veía muy tierno.

Carlo era una caja de sorpresas para Irene. Ella siempre creyó que era un bruto y que no podría ser un chico dulce, pero se había equivocado por que el muchacho la había tratado con delicadeza y cariño.
Irene se puso un poco más seria.
  - ¡Oye, Carlo! En realidad casi no sé nada de ti.
  - No hay demasiado que saber.
  - ¿Cómo que no? Tu vida en Italia antes de venir, por ejemplo.
  - No me apetece hablar de eso ahora, no quiero estropear el momento. Así que no insistas.
  - ¿Me lo contarás algún día?
  - Cuando esté preparado para hacerlo, tal vez.

A Irene no le había gustado demasiado la respuesta ni el tono que le había dado Carlo, pero lo aceptaría y esperaría a que él decidiera a hablar de aquello.

  - Aún no me has dicho cual quieres que sea nuestra canción.- Carlo seguía con esa idea.
  - Muy fácil.- No dudó en responder Irene.- "Keep on loving you" de "Cigarettes after sex".
  - ¡Joder! Es perfecta, Sirenita.- Carlo la besó fuerte en los labios y la estruchó más contra su pecho.

El chico cogió su móvil y reprodujo dicha canción. Irene se quedó dormida escuchándola y el italiano observó lo tranquila que se veía, lo guapa que era.

Angelo había hablado con Sylvana y con Samanta. Jamás pensó que Sylvana estuviera tan obsesionada con él hasta le montó un numerito diciéndole que dejara a Mía y que ellos están perfectos el uno para el otro. Lo peor de todo no era eso, si no que se enteró intentó seducir al profesor sustituto que impartía la asignatura del propio Angelo mientras había estado en Suiza con Mía.
Sylvana tenía un grave problema, por que el sustituto la había denunciado al director por acoso. Al parecer no lo dejaba tranquilo por que era joven y tenía un aspecto elegante al igual que Angelo.
Sylvana fue expulsada de la universidad.
Samanta, reconoció haber sido la de las notas del inicio, pero juró que el resto había sido obra de la profesora Coletti.
Una vez solucionado el tema, Angelo se disculpó con Nico por haber dudado de él.

Esa noche, Angelo invitó a cenar a Mía a un restaurante muy íntimo.
La chica estaba de cumpleaños al día siguiente, y Angelo le tenía una sorpresa para cuando la aguja del reloj sobrepasara las doce en punto.

  - Piccola, las cosas van como deberían por fin.
  - Sí, estoy feliz de que se haya solucionado todo. Para el año que viene podrás seguir dando clases en esa facultad sin necesidad de encontrarte con esa obsesiva mujer.
  - Gracias a Dios. No querría tener que estar escapándome de ella todo el curso.
  Ambos se carcajearon.
El postre llegó y Angelo se levantó para ir al baño dejando a Mía sola en la mesa.

Una mujer elegante se le acercó a la chica y le dió una bolsa.
Mía miró dentro y había un libro. Lo abrió y sus lágrimas comenzaron a resbalar por sus mejillas. No era un libro cualquiera, era uno cuyo contenido, valía más por el significado que por el contenido en sí.
Angelo volvió y se acercó a Mía, se acunclilló para limpiar las lágrimas de la chica y para coger el anillo que había metido dentro de aquel libro hueco por dentro.

  - ¡Piccola Ragazza, feliz cumpleaños! Ti amo mucho y no quiero estar más tiempo separado de ti. Sé que no es el momento de organizar todavía una boda, ni si quiera tiene que ser el año que viene, pero ¿te gustaría casarte conmigo algún día?
  - ¡Claro que sí, Angelo! ¡Claro que me quiero casar contigo! -Mía no dudó ni un segundo, aceptó sin ni siquiera pensarlo.

El chico la besó con fuerza y la gente del restaurante comenzó a aplaudir a los prometidos.

El amor de Mía y de Angelo, realmente era eterno.

Uriel aún no le había contado a nadie la noche que había tenido con Mateo. Deseaba que llegara Claudia para desahogar con ella y pedirle opinión. Era raro por que no se imaginaba que el chico de gafas amigo de Irene, fuera gay.

¡Mejor para mí!- Pensó el muchacho.

Pero Claudia llegaría tarde por que Max le había confesado que no podían seguir viéndose por que al final, se casaría en una semana con su novia de toda la vida. Claudia estaba destrozada, pues ella creía que la relación de él y su prometida estaba destruida y que no se llevaría a cabo tal enlace.
La pelirroja llamó varias veces a Max para hacerlo recapacitar, pero él ignoró el teléfono al principio, luego lo apagó.

De vuelta al piso, vio que Valentina se estaba besando con alguien de una manera muy íntima, él la agarraba por la cadera y ella entrelazaba sus manos por detrás del cuello del muchacho.
Ambos se separaron, y la sorpresa para Claudia, fue ver que el chico, era Lucas.

¡No jodas!- A Claudia se le olvidó el infortunio con Max. Estaba claro que el romance secreto entre el hermano de Mía y la hermana de Carlo, era mucho más interesante que cualquier otra cosa.
Ese cotilleo, la reconfortó más que si se tumbara en el sofá a ver películas románticas tristes o a zamparse un cubo de helado ella sola.

Una vez que el muchacho se alejó, Claudia asaltó a Valentina con preguntas.

  - ¿Desde cuándo os enrolláis Lucas y tú?
A Valentina le tomó por sorpresa el que Claudia los espiara.
  -¡Mierda, Clau! Maldito susto me acabas de dar.
-¡Contesta a la pregunta! - Dijo una Claudia más animada.
  - ¿Y a ti que ajos te importa? Eso no es de tu incumbencia. Y como se te ocurra decir algo, te corto esa lengua cotilla que tienes. ¿Entendido?

Claudia sonrió y movió las cejas de arriba hacia abajo.
Con ese gesto, Valentina entendió que tendría que acabar por contarle todo a Claudia, si no quería que la chica la persiguiera y atosigara por el piso todos los días a todas horas.
La conocía, y sabía lo persistente que era.
Lo único que deseaba, es que nadie más lo hubiera visto, por que si así fuera, Lucas y Valentina, podrían tener problemas.

Lo único que deseaba, es que nadie más lo hubiera visto, por que si así fuera, Lucas y Valentina, podrían tener problemas

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Hola Mis Queridos Lectores,
dejo hoy el capítulo del viernes por que ya no podré actualizar ese día.
Creo que es bien completito y espero que me digáis igualmente que os parece y comentéis con las mismas ganas.
Si os gusta estrella.

Saludos para todos y gracias por seguir leyendo.

"La importancia de las cosas, las vemos con el tiempo."
J.G.

Prometo no volver... A herirte (Prometo #2)Où les histoires vivent. Découvrez maintenant