Prometo no volver... A herirte (Prometo #2)

Capítulo 9: Yo no lo ataco.

Mía y Angelo habían regresado a Suiza para pasar el último mes allá. Ya no quedaba nada para regresar de nuevo a España y así poder solucionar el problema de las cartas con Sylvana y Samanta.

Ciro llevaba un par de semanas más entusiasmado de lo normal. Tenía una nueva novia y esta vez,  decía que era el amor de su vida. Lucas y Carlo se lo tomaban a broma como siempre, pero el chico decía estar seguro de que le gustaba. La conocía desde hacía unos cinco meses, pero simplemente se llevan bien como amigos. Ahora, habían empezado una relación y él se sentía genial.

Empezaba a hacer calor y el ambiente en la ciudad era un poco asfixiante, así que a Ciro se le ocurrió viajar a su casa de campo que quedaba aproximadamente a unas dos horas. El muchacho quería llevar a su nueva novia Alena consigo, pero temía que ella estuviera incómoda o que se sintiera demasiado apresurada en la relación, así que invitó a Carlo, a Lucas, a Valentina, a Uriel, a Claudia y a Irene. Todos aceptaron aunque Irene se resistió al principio, decía que no quería pasar el fin de semana viendo la  estúpida cara de Carlo. Ciro, para que ésta se sintiera cómoda, le propuso que llevara a quien quisiera. Irene invitó a Mateo.

Habían quedado el sábado por la mañana en el centro de la ciudad todos los que llevarían coches, éstos se organizarían para ir a recoger al resto.
Carlo volvió a pedir prestada la camioneta de José y se ofreció a llevar a todos los del piso de su hermana, incluida Irene. Lo que Carlo no previó, fue que Valentina iría con Claudia y Lucas, y que en lugar de ellas, iría Mateo.
El Gafitas le había jodido el viaje.

Durante el trayecto, el italiano se sentía asqueado. En primer lugar, había sido Uriel quien se había sentado de copiloto, por lo​ que tuvo que aguantarlo hablar sin descanso, a parte de que llevó un CD con grandes éxitos de los noventa, y eso, incluía a los Backstreet Boys y NSYNC. Carlo prefería tragarse su propia mano que escuchar aquello.
En segundo lugar, el que Irene fuera atrás con Mateo, lo sacaba de quicio, las risitas tontas y temas de conversación que él no entendía, acabaron por enfurecerlo. Él esperaba meterse con Irene durante el viaje para que las dos horas en coche no se le hicieran eternas, cosa que acabó siendo todo lo contrario.

  - Irene, déjame la mochila. Yo te la llevo.- Mateo era realmente amable con la chica.
  - Gracias, pero puedo sola.- Sonrió ella.
  - Insisto, venga dam...
  - Te ha dicho que puede ella, ¿no la escuchas Gafitas? ¿O es que el puto CD de Uriel te derritió los oídos?- Atacaba el italiano.
  - ¡Uy! Me sentiría ofendido con tus palabras si no estuvieras tan bueno.- Intervino Uriel, que acabó arrastrando a Irene dentro de la casa de campo, antes de que ésta empezara a insultar a Carlo.

  - Parece que hoy el buenorro de Carlo se levantó con el pie izquierdo. -Uriel intentó sacarle hierro al asunto.
  - Ese idiota es así de nacimiento.
  - ¡Vamos, Irene! Deja de atacarlo. Es buen chico.
  - Yo no lo ataco. Es que tú no lo conoces y por eso lo defiendes. En serio, no quiero hablar más del tema. Hemos venido a disfrutar.

Claudia saltó hacia Irene cuando la vio entrar con su amigo.
  - Irene, hemos repartido las habitaciones y tú duermes conmigo y Valentina.
  - Genial. Aunque creo que no dormiremos demasiado...

Claudia se carcajeó y se dirigió a la cocina en donde estaban Ciro y Valentina, rellenando el congelador​ y la nevera con comida y bebida.
El día estaba caluroso y agradecían que Ciro tuviera un gran jardín con piscina.

Irene fue hacia el salón y allí estaba Alena, tan morena y espectacular, con un short vaquero y un top rojo escotado. Estaba claro que esa chica, sabía de moda.
Conversó con ella para conocerla un poco más y creyó que era muy agradable.

Lucas, Carlo y Ciro se estaban encargando de la barbacoa pues tenían carne y verduras para hacer a la parrilla.
Uriel ponía la mesa junto con Mateo mientras las chicas se encargaban de preparar las habitaciones adecuadamente.