Capítulo 7: Te perdono.

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Mía había quedado con Nicolás para hablar sobre las cartas anónimas que había recibido Angelo. Al parecer, Nico siguió investigando hasta verificar quién había sido el autor o autora de esas notas.

  - ¿Cómo lo has sabido?
  - Bueno, digamos que tengo mis contactos.
  - Vale, déjame que me aclare, ¿dices que al parecer fue Samanta?
  - En parte fue ella, pero Samanta solo mandó las primeras notas, el resto fue la profesora Sylvana Coletti.
  - ¿Qué? Esa es una acusación muy grave. ¡Es una profesora!
  - Una profesora obsesionada con Angelo.- Concretó el chico.
  - Explícamelo todo, por favor.
  - Vamos a ver, al principio Samanta quería jugar un poco contigo como cuando erais crías, sólo fastidiarte de vez en cuando, pero una de las veces en las que estaba colocando la nota, Sylvana la pilló por sorpresa y la regañó. Dos semanas después, fue Samanta quien pilló a Coletti introduciendo una nota en el maletín de Angelo. Samanta la acusó y la profesora le ofreció un trato: Si se callaba la boca, la aprobaría en su asignatura. Ambas aceptaron.
  - ¿Pero como te has dado cuenta de eso realmente? ¿Por qué has llegado a averiguarlo? ¿Y como sabía Sylvana que yo conocía Angelo?
  - Ella os vio cuando os besábais, un día en clase. Y lo descubrí por que por accidente, un día en clase, vi la letra de Ani, la amiga de Samanta, y lo cierto es que me resultó demasiado familiar. Comprobé dicha ortografía con la de las primeras notas, y cuando vi que coincidían, la obligué a hablar. Ella me contó todo por qué estaba al tanto de aquello. Ani me ayudó mucho y nos hicimos cercanos. Ahora, estamos saliendo juntos.
  -Vaya. ¡Claro! Ani no es alumna de Angelo por eso no pudimos comparar su letra cuando estábamos buscando nosotros al culpable...  No sé que decir. Tengo que hablar con Angelo y a ver que decide hacer. Mañana regresamos a Suiza, Así que supongo que a la vuelta, hablaremos con ellas.

Ciro estaba en el sofá jugando a la Xbox. Carlo, estaba a su lado pensativo. Habían pasado demasiadas cosas últimamente y solamente necesitaba aclararlas en su cabeza.
  - ¡Va, Carlo! Echamos una partida doble a ver quien de los dos la palma. -
Carlo salió de sus pensamientos.
  - ¡Que va! Ahora no me apetece. Quizá luego. Aprovecha para practicar que después te voy a dar un palizón...
  - Más quisieras. Yo soy la hostia con este juego.- Se jactó Ciro.
  - Ya veremos. ¡Te vas a comer la derrota con patatas fritas!
  - Pues demuéstramelo ahora.
  - Lo siento, pero me voy a estudiar. Mañana tengo examen y voy algo pillado.

Mentira. Carlo tenía absolutamente todo estudiado, sólo que no le apetecía enrollarse a jugar con la consola.
  Carlo fue a su habitación y cogió el móvil. Entró en la galería y observó las fotos que había quitado hace dos días.
En la imagen aparecía Irene durmiendo tranquilamente con una cara dulce como la de un ángel.
Carlo rascó la cabeza y gruñó:
  - ¿Por qué cojones le saqué fotos a la Sirenita?
  Pulsó el botón de eliminar, pero canceló inmediatamente.
  - Mejor las dejo, así puedo burlarme de ella.- Pensó.
Sí, podía guardarlas para eso.

Irene estaba en el piso con Uriel y Claudia mientras veían una película antigua. Al principio, Uriel se quejaba porque decía que las películas de antes eran aburridas, pero a la mitad del drama, él era el más enganchado mientras que Claudia casi dormía e Irene revisaba cada dos por tres su móvil.

Timbraron, pero ninguno se movía del sofá.

  - Uriel, abre tú que yo estoy durmiendo.- Dijo Claudia con la voz pastosa.
  - Si estuvieras durmiendo no hablarías. Yo estoy viendo la película, así que, Irene vete tú. ¡Quizás sea Carlo y por eso no te manda ningún mensaje!
  - ¡Yo no estoy mirando el móvil por él! ¿De dónde sacas eso?
Los tres chicos no se ponían de acuerdo y el timbre seguía sonando.
  - ¡Vale, ya voy yo!- Protestó Irene al ver que ninguno de los otros dos indicaba indicios de moverse del sofá.

Prometo no volver... A herirte (Prometo #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora