Capítulo 9

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            El castillo había estado demasiado silencioso cuando entró veloz como un rayo

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El castillo había estado demasiado silencioso cuando entró veloz como un rayo. Los demás criados, demasiado asustados como para acercarse su Rey, miraban con ojos curiosos desde los rincones y detrás de las columnas. Yuri soltó un gruñido al aire solo en caso de que alguno fuera demasiado osado o curioso. Después, huyó hasta sus aposentos.

Era lo más fácil, sin embargo. Huir. Huir de los problemas, de las responsabilidades con el reino, de las otras personas... Yuri siempre podía excusarse que era una bestia, un horror. Que de todas formas nadie lo quería cerca y que eso era culpa de los demás. Pero, en el fondo, siempre era él quien huía por voluntad propia.

Al cabo de una hora y minutos empezó a sentir un alboroto por la planta de bajo, más tarde en los pasillos. Sentía los pasos alocados de todos aquellos que tenían patas y también los gritos que profería Sara dando órdenes.

Podía imaginarse la situación. Ella y Seung-Gil habrían llegado con un muchacho mortalmente herido al castillo, suplicando por ayuda a los otros del servicio. Lo dejarían sobre la mesa, seguro, ya que nadie tenía tanta fuerza como para arrastrarlo por las inmensas escaleras. Después Sara le rogaría a Georgi -que solía ser el médico de la corte- que hiciera algo por el muchacho, pero Georgi no podía salvar a ni una sola persona desde que las pinzas de escorpión habían entrado en escena. Entonces ahí se desataría el caos, con ellos intentando suturar y proteger al chico. Incluso Yuuri fallaría, que siempre había sido un desastre con los hechizos sanadores o que involucraban a seres vivos.

El chico estaba condenado. Es más, Yuri casi pensaba que era mejor así. No había tenido que vivir sus dos meses de tortura y frustración, intentando romper la maldición aunque el Rey no se lo mereciera. Pero, al final, todos lo hacían por el grupo de amables criados que los cuidaban como si fueran uno más de ellos. Y al final acababan pereciendo por culpa de sus buenas intenciones.

Era injusto y doloroso. Por eso Yuri quería odiarlos a todos. Ninguno había podido ni siquiera acercarse a romper la maldición -y Viktor dijo que lo sabría, una vez que empezaran a ver algunos efectos revertidos-. Haberse ilusionado en que alguien, alguna vez, podría hacerlo era otra de las mil maneras que existían para torturarse sólo.

El Rey no era ninguna víctima. Pero la única forma de poder sobrellevar los días en el castillo era fingir -y llegar a creérselo muchas veces- que lo era. Porque darse cuenta que el victimario era él no traería más que un dolor que no era capaz de albergar en su corazón.

* * * *

La locura acabó por cesar. Lo último que había oído eran pasos apresurados en la escalera y ruidos de puerta en el pasillo que le seguía al suyo. Y nada más.

No quería salir de su habitación. Era un lugar oscuro y destrozado, casi comparable a como lo era su alma. Y todo porque él mismo lo había provocado en ambos casos. Lo único que permanecía luminoso eran las horrorosas rosas que veía desde la ventana.

Thorns and All [Otayuri] - YURI ON ICEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora