Capítulo 24

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Yuri escapó a través de la escalera caracol de una de las cúpulas

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Yuri escapó a través de la escalera caracol de una de las cúpulas. Selló la puerta desde adentro pero sabía muy bien que eso no detendría al hermano psicótico de Otabek.

Los alaridos de muerte y dolor provenientes de la batalla podían escucharse desde donde estaba con sus agudos oídos. Podía escuchar a los humanos gritar el nombre de algún caído y a los animales gruñir con incansables ganas de defender el palacio. También se sentía el grito de guerra de su gente, la de todos sus compañeros luchando.

Yuri tenía que ir con ellos y luchar a su lado.

Evitó los pasillos llenos de telarañas de Yuuko y procuró no pisar la infinidad de trampas que habían dispuesto con la ayuda de Yuuri. Y hablando del mago, él no estaba en el centro del calor de la batalla pero sí estaba luchando contra sus propias energías para que las salvaguardas no se cayeran en el momento más inoportuno.

Se tentó de visitar la habitación en que Lilia, Yakov y las hijas de Yuuko se estaban resguardando. Por mucho de que las cuatro tuviesen ánimos de luchar, Yuri lo había prohibido -e incluso amenazado con hacerlo decreto real aunque sonara como disparate- y no tuvieron más opción que acatar sus órdenes. Él no enviaría a gente mayor y niños a la batalla. Su antiguo tutor solía pasar los días recluido en su recamara para no encontrarse con su ex esposa y Yuri apenas lo veía, pero eso no quitaba que le tuviera aprecio al anciano.

En el pasillo de entrada las personas y los animales estaban masacrándose. Yuri contó al menos cincuenta cadáveres a su paso, desmembrados o clavados con una infinidad de flechas. Respiró con tranquilidad momentánea al no reconocer a ninguno de los muertos. Lamentaba las pérdidas de gente de su reino, sí, pero su gente siempre vendría primero. Se sentía un rey terrible.

-¿Apenas empieza la diversión y ya has conseguido que te disparen, zorro despistado? -escuchó mascullar a Phichit.

-¿Será porque me puse a luchar y no me quedé arrojando bombas desde los candelabros, cobarde? -le respondió Leo con una risotada irónica, pero acabó aullando de dolor por la punzante flecha que le sobresalía del antebrazo.

-Me estás obligando quedarme en el suelo y asegurarme de que no te caiga una flecha en el corazón, al paso que vamos.

-¡Pues que deshonra ser salvado por un gato! ¡Mejor me muero antes!

-¿Ah, sí? Pues mejor nos morimos los dos para salvarnos de la humillación de que tenga que salvar a un zorro.

-¿Por qué mejor no se quedan vivos y ayudan a proteger a los demás, par de sinvergüenzas? -les gruñó Yuri, haciéndolos girar la cabeza rápidamente en su dirección.

-¡Ay, sí, como Su Majestad ordene! -exclamó Phichit rápidamente.

-Si el rey quiere que nos quedemos vivos pues vivos nos quedamos -se escudó Leo con una nerviosa sonrisa.

Yuri soltó un gruñido y los despachó hacia el centro de la batalla. Muchos de los aldeanos habían huido despavoridos al aceptar que si morían no sería rápido e indoloro sino lento y muy tortuoso. Unos pocos, los más brutales, todavía estaban allí luchando en nombre de JJ, a quien clamaban como si fuese su rey.

Thorns and All [Otayuri] - YURI ON ICEWhere stories live. Discover now