Capítulo 15

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Cuando el rey lo mandó a llamar, Otabek se encontraba escribiendo

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Cuando el rey lo mandó a llamar, Otabek se encontraba escribiendo. Era un nuevo y pequeño pasatiempo adquirido luego de pasar demasiadas horas entre las paredes del palacio. Se encontró con que le gustaba escribir, el leve rasgado de la pluma cada vez que chocaba contra el papel. No había visto a Yuri desde hacía un par de días atrás cuando tuvieron aquella charla de corazón a corazón, donde revelaron parte de sus pasados al otro.

Estaba comenzando a anochecer y todos los criados andaban de aquí para allá solucionando los últimos detalles de cada día. Otabek trató de escabullirse sin que lo notara nadie -especialmente Leo y Phichit- pero no tuvo demasiada suerte en las puertas del castillo.

Quieto como una estatua, casi camuflándose como una, estaba Seung-Gil. Atento, observador, con las orejas en alto y las garras hundidas en la grava que decoraba a los lados de la escalera de piedra.

Otabek hizo un asentimiento de cabeza a modo de saludo, el cual fue devuelto por el chico lobo de la misma forma. Ninguno era de muchas palabras y parecían entenderse con simples asentimientos o un movimiento muy sutil de cejas. Era una de las pocas personas en el palacio que no lo hacían sentir abrumado u en la obligación de hablar.

Cerca de las raíces de los árboles, Otabek vio la sombra del rey deslizándose por allí. Era difícil no verlo, puesto que una enorme mancha blanca con rayas no pasaba tan desapercibida.

Caminó con paso decidido hacia él. El rey parecía fingir no notar que Otabek ya estaba cerca de su campo de visión, pero podía verlo mover ligeramente el rabillo del ojo en su dirección. Estuvo a punto de soltar un Alteza cuando recordó sus palabras del otro día.

-Yuri -dijo finalmente- ¿Me querías mostrar algo?

-¿Para qué te iba a traer al bosque si no?

El rey giró sobre sí mismo, haciendo que su capa ondeara de una forma algo teatral. Otabek apretó los labios conteniendo una pequeña sonrisa ladeada.

Lo siguió por entre los árboles, por las prominentes ramas que brotaban de los inmensos sauces y abedules que decoraban la entrada al bosque. No parecía un lugar tan aterrador, o tal vez fuese que sabía que el Rey Bestia andaba a su lado por si las cosas se acababan saliendo de control. Tuvo un escalofrío al tener breves recuerdos como flashes acerca de la noche con las rusalky. Pero también estaba seguro que no se volverían a cruzar en su camino si no querían acabar destrozadas como algunas de sus hermanas.

-¿El cuento de hoy será más bien una representación teatral? -inquirió Otabek, quitando algunas de las ramas de los sauces llorones que le impedían el paso.

El rey aminoró su paso para no tener que gritarle las respuestas a Otabek. Y, también, para caminar más cerca de su lado.

-Algo así. Hay una pequeña parte del bosque que es digna de ver.

Caminaron por varios minutos hacia el lugar que el rey estaba buscando. La luz del sol se escondía poco a poco y ya casi no había iluminación que los guiase. Otabek tenía que fijarse muy en dónde pisaba ya que era un simple humano. El rey se movía magistralmente, saltando una milésima de segundo antes por sobre una raíz o algún tronco caído.

Thorns and All [Otayuri] - YURI ON ICEOnde histórias criam vida. Descubra agora