Capítulo 20

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Los últimos días en el castillo fueron una verdadera locura, podía decir Otabek

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Los últimos días en el castillo fueron una verdadera locura, podía decir Otabek. Se había recluido en el cuarto pero no por propia voluntad sino porque todos los demás lo habían obligado a permanecer alejado de los preparativos. Y, el día del baile específicamente, su habitación se sumó al caos colectivo.

Mientras Otabek aún dormía plácidamente a media mañana, se vio interrumpido por tres sigilosas figuras que se metieron en la habitación. Una de ellas brincó a la cama, con las patas sobre su pecho y el rostro a pocos centímetros del tuyo. Otabek se despertó de golpe y con un buen susto.

-¡Es hora de prepararse! -exclamó la eufórica voz de Leo.

Detrás de él pudo observar a Phichit meciéndose sobre los pies de la cama y a Sara vigilando que sus serpientes no se colaran entre las sábanas de Otabek. Trató de estirar sus adormecidos músculos pero le era imposible con el zorro acorralándolo contra el colchón.

-¿No es bastante temprano? -preguntó con voz ronca.

-¡Es tu último día con veintitrés inviernos! ¡Es un día especial!

-Que yo recuerde cumplir veinticuatro no tiene nada de eso.

-Lo tiene si vas a festejarlo con el mismísimo rey.

Leo volvió a dar un salto fuera de la cama, dándole espacio a Otabek para desperezarse. Le resultaba un poco incómodo tener que bostezar y mostrar su pecho desnudo ante aquellos tres pares curiosos de ojos -o más, si contaba a las serpientes de Sara-. La muchacha presente chasqueó la lengua.

-Ese cabello está demasiado largo ¡hay que recortarlo! -siseó con desagrado.

-Así está bien -dijo Otabek.

Aunque eso no era del todo cierto. En las últimas semanas había sentido que el cabello corto de sus costados comenzaba a crecer de forma que le hacía picar la punta de las orejas. Y no era solo el pelo de la cabeza lo que le molestaba sino el leve vello facial que empezaba a asomarse en su mentón y arriba del labio. Otabek era más bien lampiño gracias a los genes de Kentau, pero ya llevaba varias semanas sin tocar las cuchillas.

-Te ayudaré -expresó Sara con decisión-. Siempre le corto el cabello a Micky.

-Uy, pobrecito de Otabek, entonces -rió Phichit. Sara le enseñó los colmillos-. Si tuviese mis manos podría cortarte el cabello tranquilamente. Siempre estaba estilizando al rey.

-¿Por eso siempre se veía como una chica? -replicó la serpiente. Phichit la fulminó con la mirada, mientras Leo reía silenciosamente por la discusión.

-No hace falta, de verdad. Puedo hacerlo sólo -intervino Otabek.

Pero ya nadie estaba escuchándolo porque se había armado otra eterna discusión entre sus acompañantes.

* * * *

Primero recibió un desayuno liviano ya que no paraban de repetirle sobre los manjares que probaría en la noche -y hechos exclusivamente para él- además de un pequeño paseo junto con Leo. Era la segunda vez en la vida que Otabek sentía que tenía un amigo de verdad, uno que lo único que buscaba de él era jugarle unas cuantas jugarretas. Se preguntó si en circunstancias diferentes hubiesen sido capaces de hacer florecer aquella amistad.

Thorns and All [Otayuri] - YURI ON ICEWaar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu