EXTRA 2

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Hubo una época donde el reino no estuvo dividido por un desierto de hielo

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Hubo una época donde el reino no estuvo dividido por un desierto de hielo. Existían tiempos donde Novokabirsk vivía en una eterna primavera, con ninfas bailando sobre los árboles y los espíritus del bosque cuidaban de toda la vida. Cuando las flores parecían cantarte al oído y el agua te murmuraba por la noche historias sobre el sol, la luna y las estrellas. Eran años dorados, años de paz y de esplendor.

Pero no todo podía ser eterno. La belleza se marchita y la paz siempre es pisoteada por otros. Los grandes Perún y Veles lo sabían muy bien.

Perún era el dios de todo. De la grandeza del firmamento, de los electrizantes rayos, de las águilas que surcaban por los cielos y las flechas que atravesaban el corazón de los enemigos. Era el rey de los dioses y nadie se atrevería a contradecirlo, nunca.

Excepto, por supuesto, su enemigo de todos los tiempos: Veles.

Veles era el dios de muchas cosas. De la tierra y todo lo que hay bajo ella, de los cuerpos de agua y las serpientes marinas que los asediaban. Era el que juzgaba las almas cuando morían y también de la medicina que les evitaba la ida al inframundo. Creó la vibrante música que hechizaba a los humanos pero los engañaba con sus tretas y travesuras.

Vivían en una riña de nunca acabar. Veles quería todo de Perún: su poder, su esposa, sus elementos. La envidia no lo dejaba vivir en paz.

Fue entonces que Veles se transformó en un inmenso dragón y escupió llamas por todos los bosques que Perún había creado. Los árboles ardieron hasta no ser más que cenizas que volaban con el viento, las ninfas murieron por su humo y el agua de los ríos se secó. Después, cuando ya nada quedaba sobre la tierra, usó sus poderes para congelar todo a su paso. Creó la nieve y la maldijo para que ésta siempre cayera desde los reinos de su némesis Perún.

Muy pronto toda la belleza que alguna vez existió se convirtió en un páramo congelado al que decidieron llamar Sibír.

Pero Veles no contaba con una cosa que ocurrió. Había un último elemento que también estaba bajo su jurisdicción y que era mucho más difícil de controlar que todas las otras cosas a su cargo.

Ese elemento se llamaba magia.

La magia era desobediente y poco dócil. Para vengar la nula atención que Veles le otorgaba, envió un pedacito de su poder a las tierras que su amo estaba destrozando. A las rocas, a la nieve, a la poca vida que quedaba por los alrededores.

Y de ella nacieron los brujos y brujas de Novokabirsk.

* * * *

Su primer nombre fue Kir. En su lengua, Kir significaba amado. Era tan alejado de la realidad que no esperó a cumplir ni siquiera su primer siglo de vida que ya lo cambió a Viktor. El victorioso. El conquistador. Le gustaba bastante más.

Viktor nunca supo quienes fueron sus padres, ni siquiera podría decir que tuvo unos. Él no tenía idea de dónde nacían los brujos. Muchas leyendas declaraban que aparecían de los cúmulos de magia que se formaban en ciertas zonas. Eso también explicaría las habilidades de cada brujo en ciertas áreas y no en otras.

Thorns and All [Otayuri] - YURI ON ICEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora