Capítulo 25: La Otra

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- Embarazada?... Así que lo hiciste de nuevo para amarrar al idiota de mi hijo. – le dijo mi madre con desdén. – No puedo creer que consigas a Christopher una y otra vez, cuando eres tan inútil que eres incapaz de salvarle la vida a tu hermano. – en ese momento todo a nuestro alrededor quedo congelado… “Tu hermano”… “tu hermano”… Emanuel el hermano de Sofi… eso quería decir que … Emanuel era Sebastián, pero como…

- No… No… No… - decía una y otra vez mi padre negando frenéticamente con cabeza – Es él… Maldita sea Mónica, como pudiste quitarle su hijo a Vanessa?... Cómo fuiste capaz?. – le dijo. – y dónde demonios está nuestro hijo?. – le exigió de forma dura.

- Es mi hijo… Emanuel es mi hijo. – le contestaba mi madre de forma dura, mirándolo como nunca pensé que lo miraría… con odio. – Yo lo cuide, yo lo amé… Emanuel es mi hijo. – le dijo. – Esa mujer solo lo llevó en su vientre, pero nunca lo cuido, nunca estuvo para él… él es mi hijo.

- Por qué tú se lo quitaste. – le  dijo mi esposa que parecía despertar del shock. – mi madre paso todos los días desde el nacimiento de mi hermano hasta su propia muerte llorando una y otra vez su pérdida. – repitió.

- Se lo merecía… ella me lo quitó todo. – dijo mi madre y yo no podía creerlo.

- Y por eso lo hiciste todo para destruirlo. – le reclamó Jules con desprecio y desesperación. – Primero lo arrancaste de brazos de su madre, una madre que lo amaba, lo volviste dependiente de ti, le destruiste su vida, solo porque odiabas a Vanessa.

- Yo no destruí la vida de mi hijo… yo amo a mi hijo. – repitió. – Lo amo más que Lucia, que solo me robaba la atención de Charlie, lo amo  mucho más que a ti, que te pareces tanto a ese otro que murió. – me dijo, y yo quede impactado, y la verdad algo desolado, no es fácil que tu madre admita querer más a tu hermano que a ti, pero de ahí que me lo diga de frente era peor. – Es el hijo por el que he dado todo, Al que verdaderamente he amado.

- Dónde esta nuestro hijo Mónica?. – le dijo mi papá.

- En vez de andar con estupideces podrías hacer algo bueno por mí y salva a nuestro hijo.  – le dijo duramente mi madre, de pronto mi ángel que estaba fuertemente abrazada a mi secó las lágrimas que bañaban su rostro, y pareció regresar de nuevo de los pensamientos que la tenían perdida.

- Los Hamilton. – dijo de pronto. – Emanuel… Sebastián es un Hamilton. – mi madre hizo un gesto de asco, pero se quedó callada frente a la mirada de reproche que recibió de mi parte y de parte de mi padre. – Mi tío Víctor… también Katherine y Jessica tienen mi mismo grupo de sangre. – dijo de forma autómata. – Voy a llamarles. – la mire alejarse de mí. Quería ir con ella, quería ser su soporte, pero también necesitaba saber que pasaba aquí.

- Hacemos un cambio. – me dijo Cassandra dando un amigable apretón a mi antebrazo. – Sé el soporte de Juliane y de tu papá aquí, yo acompaño a Sofia, mientras habla con su familia. – yo solo asentí agradecido de que mi preciosa no estuviera sola cuando realizara esa llamada.

- Rupert mi nuera va a llamar a su familia, ellos podrán ser donantes. – le dijo mi padre al Dr. Jenks.

- Voy a ver como están las cosas con Emanuel. – le dijo y se retiro discretamente.

- Entonces Mónica… Dónde esta nuestro hijo?. – repitió mi padre desesperado.

- Charlie para que preguntas estupideces. – dijo mamá saliéndose por la tangente.

- Dónde esta nuestro hijo?. – dijo de nuevo, creo que mi padre comenzaba a perderle la paciencia a Mónica.

- Para que quieres saber?. – le dijo ella. – Vas a llorarlo… como lloraste al hijo de ella, como has llorado la muerte de ese bastardo todos los días durante treinta y cuatro malditos años. – le replicó con dolor, rabia. – Vas a llorar a ese bebé que creció dentro de mí, como has llorado al bebé de esa, vas a llorar a ese ser tan débil y tan inútil que se le ocurrió nacer muerto, tan parecido a ti y a este. –dijo señalándome, con dolor, con rabia, y además no me paso desapercibido que ella nunca habla de su hijo como suyo. Para ella es como si el bebé que creció en sus entrañas no fuera suyo, lo culpaba por su muerte, y esa debilidad lo hacía indigno de su amor de madre…  mi madre está más desequilibrada de lo que jamás pensé.

La OtraWhere stories live. Discover now