Capítulo 28.

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Estaban en el avión. Él sentado a su lado. Ella no podía dejar de mirarlo. Era la persona probablemente más especial que había conocido pero ambos se habían dado cuenta de que eso no era suficiente. A Dylan le dolió, para que mentir, pero agradeció la sinceridad de ella.

—Te perdono. —pronunció él sin mirarla.

—¿Me perdonas? —sus pulsaciones se vieron disparadas.

—Sí. Cuando me confesaste todo, incluso la infidelidad, me preguntaste que si algún día podría perdonarte —la miró— pues bien, te perdono. Te perdono pero no significa que ya no me duela, me duele. Pero hay algo más importante para mí ahora mismo, saber que sigues siendo la chica de la que me enamoré. Sigues siento valiente, sincera y escuchas lo que te dice tu corazón. A veces no es sencillo hacer o ser esas tres cosas pero lo conseguiste.

—Pero Dylan tú...

—A mi algún día me tenía que pasar Sky. Jugué con muchas chicas y las hice sufrir como un idiota. Ahora me tocó sufrir a mí. Tampoco te vayas a sentir tan mal, no voy a estar triste para siempre. Por eso te agradezco que no me hayas seguido dando largas y te pido por favor que me des lo último que necesito para olvidarte.

—Sí, claro. Lo que sea.

—Dime que ya no me amas. —Entrelazó sus manos con las de ella— Dímelo.

—Dylan yo...

—Por favor.

—Te quiero muchísimo... pero ya no te amo.

Un mareo intenso se apoderó de ella. Lágrimas recorrieron las mejillas de él.

Se había acabado.

El Romance entre Dylan O'Donnell y Skyler Williams ya había puesto fin.

Ahora ambos se dirigían al mismo lugar, a la misma ciudad, pero no juntos. Después de aterrizar Dylan cogería otro avión y Skyler volvería a casa de sus padres.

El amor habría quedado en el aire.

Al bajar del avión tocaba despedirse. Tarea difícil dado que ninguno deseaba hacerlo. Ambos querrían permanecer juntos siempre. Dylan porque aún la amaba. Skyler porque él era la mejor persona que había conocido jamás.

Se abrazaron en silencio.

Dylan apoyó la cabeza en su hombro.

—Quédate con él. Te hace feliz.

Y se fue.

A Skyler ni siquiera le había dado tiempo a responder cuando lo vio siendo reconocido por algún fan de su equipo.

Iba a echar mucho de menos a aquel chico.

[...]

Un día y catorce horas para la boda.

Kayla moría de ganas de ver a su cuñado. Hacía bastante que no se veían y no le tenía recelo. Él era un tipo genial y ella nunca se perdía ni uno de sus vídeos.

Leslie abrió la puerta de su casa y Kayla entró analizando cada rincón. Esperaba algo más pequeño. Se abrió paso entre las distintas estancias de la casa hasta llegar a una puerta de donde provenía la voz de Liam. Kayla la abrió muy despacio y lo encontró en el ordenador, editando su nuevo vídeo. No puedo evitarlo y corrió a abrazarlo. El instituto ya no era lo mismo sin Liam y los chicos.

—¡Kay! —por supuesto que Liam también se alegraba de verla. La diferencia de edad nunca impidió que se llevaran bien— ¡Me alegra mucho verte! y que estés ayudando a tu hermana me parece genial. Eres increíble. 

Se sintió mal. Sintió estar decepcionando a su cuñado. No había ayudado en nada y probablemente había estresado más a su hermana embarazada. Iba a cambiar. No por Leslie, ella no lo merecía. iba a cambiar por Liam, quería que todo le fuera genial.

—Oye, en cuanto termine nos vamos tu y yo por ahí, tienes que ver la ciudad. Es simplemente genial. —ella le sonrió y asintió. 

Leslie entró y Liam se levantó de un brinco. La besó a ella y luego a su barriga. Era una escena enternecedora.

Kayla se marchó al salón.

A los pocos minutos Leslie salió también y se sentó junto a ella.

—Todavía no hemos comprado tu vestido. Pensaba hacerlo mañana, si te va bien claro.

—Si, mañana, perfecto.

A Leslie le extrañó la falta de grosería de su hermana, no dijo nada, estaba contenta y no querría estropear el momento. Quizás incluso podría compartir su temor más profundo con ella.

—¿Sabes? Te echaba mucho de menos, de verdad.

—Si, claro. Por eso no llamabas casi nunca. —replicó Kayla esta vez dispuesta a escuchar lo que tuviera que decir su hermana al respecto.

—He tenido una temporada bastante mala, después de la apuesta mi vida ha cambiado demasiado y tengo que acostumbrarme. Los problemas me llueven a cántaros.

—¿No será que después de la apuesta tu has buscado problemas a cántaros?

—¿Qué quieres decir? Ni siquiera te he contado qué problemas. —dijo Leslie frunciendo el ceño.

—La apuesta fue sólo una apuesta —respondió Kayla con naturalidad— Si tienes problemas los has buscado tú. Basta de escudarte en el pasado para justificar cosas que haces en el presente porque, date cuenta de lo que dices. Estás diciendo que no llamas a tu familia por una apuesta de como dos años de antigüedad. Supéralo. Tu problema es que has cambiado, para peor. Ya solo tienes en cuenta tu propio bienestar y tu ego. Porque realmente no te importa como me siento al respecto de que me dejes de lado. Te importa que estando aquí no quiera estar de buenas contigo.

Leslie negó, se abstuvo tan siquiera a pensar en lo que su descarada hermana decía. Sólo necesitaba estar bien. Que su propia hermana no le diera de lado.

—Lo siento, en realidad tienes razón.

Se rió por dentro. Ni siquiera había escuchado una palabra de lo que Kayla había dicho.

Nadie Dijo Que Fuera FácilWhere stories live. Discover now