Capítulo 32. FINAL.

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Se había acabado. No había llegado a tiempo.

Leslie Anderson y Liam Harries estaban casados oficialmente.

Le dolió pensarlo.

Cuando por fin llegó el taxista recogió la mochila del suelo con pesadez y una lentitud exagerada. Se le habían quitado las ganas de absolutamente todo. ¿A dónde se dirigiría? Pues a un parque que solía frecuentar algún tiempo atrás. No tenía nada que hacer hasta las ocho de la noche, hora en la que, por fin, podría dirigirse al aeropuerto de nuevo a intentar hacerse con un billete de regreso a casa. La pagina web estaba averiada, ¡Que bien! Al menos había conseguido algo de ropa y se había podido bañar en el hotel. Durante el trayecto miró por la ventana sin ver el paisaje. Tenía sueño y una tristeza insaciable. Por su puesto que podría haberse quedado a dormir en el hotel pero, como sabía muy bien no lo conseguiría. Así pues, se había armado con sus auriculares y su mochila para afrontar la difícil misión que sería evadirse de la situación. Sus padres la habían llamado reiteradas veces pero ella no podía contestar. No podía mantenerse serena mientras les hablaba de lo destruida que estaba y lo estúpida que era.

Bajó del taxi no sin antes pagar el coste del viaje.

Bien. Ya estaba allí. Enchufó sus auriculares y se dejó llevar caminando a toda prisa con pasos rabiosos. El paisaje era agradable, las imágenes que pasaban en bucle por su mente, no tanto.

Su móvil comenzó a sonar.,

[...]

Leslie sentó a Liam sobre la cama con expresión nerviosa.

Caminó rápidamente de un rincón a otro de la estancia repetidas veces antes de pronunciar palabra.

 —Dime ya, ¿Estás embarazada? —preguntó en tono burlón. La escena parecía divertirle. 

A ella no. Estaba más que claro.

Se detuvo y lo miró un momento. Era tierno y, totalmente inconsciente de lo que estaba a punto de escuchar. Admiró su inocencia y sintió sus piernas temblar.

—¿Y bien? —dijo él adquiriendo un tono alarmante. Ella ni siquiera había sonreído ante la broma. Estaba receloso. Era bastante obvio que algo iba a pasar.

¿Sería este el mal presagio?

—He perdido al bebé. —dijo seria y sintiéndose una vil mentirosa.

—¿Qué? —observó su rostro con detenimiento. Estaba horrorizado.

No. No podía seguir con esto. Así jamás se sentiría bien consigo misma. Se sintió cruel pero ni por un momento había pensado en lo malo que podría ser esto para él. Ahora mismo no le importaba. Sentía que quedaría en completa evidencia si se divorciara tan pronto, y, antes de la boda, sentía que quedaría en evidencia al perder a aquél tipo exageradamente guapo y con una fama de estrella juvenil que muchas chicas envidiaban. Muchas chicas la envidiaban y, estaba segura de que entregarían su alma por una noche junto a él. No podía correr ese riesgo pero ahora... Ahora de nada servía. Seguro que había otra forma de que no la dejara aquél día. Su imaginación le falló. Nunca le había pasado. Bueno, le falló su imaginación, sus sentimientos, su familia, sus antiguos amigos e incluso su corazón al completo.

—¿Sabes qué? No puedo más con esto.

Liam repitió la pregunta. No estaba entendiendo nada. No sabía si llorar, golpear la pared o saludar a la cámara que se ocultaba en algún lugar de la habitación. Era imposible concentrarse en un sentimiento. Todo estaba tan disperso.

—Nunca estuve embarazada. —Él pudo notar la frialdad y el alivio en ella.

¿Se sentía aliviada de hundirlo en la miseria?

Entonces tuvo miedo.

La vio.

¡Joder! ¡Estaba ante sus narices!

En realidad... Lo estuvo todo el tiempo.

Era Leslie Anderson. La rubia frívola a la que poco le importaban los demás. ¡Que idiota! Se supo. Había sido tan inocente al pensar que Leslie era así solo por esas chicas que la acompañaban en coro a todas partes. Ella era la cabecilla. Leslie era igual de arpía que cualquiera de ellas y no fue hasta ahora que se dio cuenta.

Le dolió.

Le dolió entender que la chica que amó se perdió meses atrás. Elizabeth había muerto. En realidad puede que nunca hubiera estado viva. Le ardió el corazón y le quemó el coraje. Leslie la había matado.

No era como él creía, no era como yo creía. Ni tan siquiera como tú creías.

Volvió a recordar las palabras de ella "nunca estuve embarazada" la realidad le había golpeado, a qué precio y a qué hora. En parte sintió dolor por ese extraño vínculo que sintió con un ser imaginario, como con Elizabeth. Por otro se sintió aliviado de no verse unido a ese monstruo más que por un estúpido anillo.

Se lo espetó.

—Las personas cambian, pero no tanto. —le dijo mirándola directamente expulsando una abrasadora llamarada de asco y repulsión— ¡Que tonto! —añadió más para él que para ella.

Ella no se merecía ni el odio que sentía.

Salió de la habitación en boxers porque ni siquiera se detuvo a pensar.

Necesitaba estar lejos de ella.

Ya.

Lo que si cogió fue el móvil y por alguna extraña razón un impulso le cegó a llamar a Skyler. La única que podría sanar lo que parecía irreparable. Por un momento vaciló con que ella era la reencarnación de Elizabeth más desechó la idea inmediatamente. Ella era mejor que una fantasía o el papel de una frívola actriz desapasionada.

¡¿Cómo no se dió cuenta?!

De vuelta al presente.

Lo demás ya es historia. —dijo Liam con una sonrisa a sus hijos que no se sorprendían en absoluto pues sabían como era su madre biológica.

Era una gran actriz. Tanto dentro como fuera de plató.

Con ella era algo más forzado. Su padre les suplicaba una buena relación con ella después de que hace unos años saliera de rehabilitación. Adoptó unos hábitos muy malos al ser dejada por su séptimo novio, que recordaran. Por engañarle ¿cómo no? A partir de ahí la custodia fue a parar única y exclusivamente a Liam. Pero él sabía muy bien la falta que le hacía a esa mujer que, un día fingió ser todo en su vida, el cariño de esos adolescentes burlones le aportaban a su vida.

Ellos, a pesar de su corta edad, eran conscientes de la bondad de su padre y se sentían agradecidos.

Una vez pasaba en fin de semana o algunos períodos vacacionales podían volver a casa. En familia. Con aquella mujer, su madre. La que los consolaba después de una discusión con papá, la que los intentaba hacer comprender el extraño comportamiento de su madre biológica y la que iba a recoger sus calificaciones con alto orgullo. La que no paraba de sonreír cuando los presentaba. La que sabían con certeza que los defendería con uñas y dientes y la que, por cierto, los obligaba a lavárselos desde tiempos inmemoriales.

Dereck y Elizabeth sintieron el impulso de mandarle un mensaje a su madre, a Skyler.

"Mamá te amamos, y de verdad admiramos tu valentía. Nadie dijo que fuera fácil pero sí que valdría la pena"

Fin.

Fin

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Nadie Dijo Que Fuera FácilWhere stories live. Discover now