Algo común.

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"Amor, tengo que decirte algo...", eran aproximadamente las 5:00pm cuando me llegó ese mensaje, no tenía en mente que podía ser, para nada, pensé que le había ocurrido algo o había hecho algo malo en la relación. Me quedé con el ceño fruncido durante unos segundos y por fin reaccioné, tenía que contestar el mensaje "Dime mivi, ¿qué pasó?", iba a soltar el celular para seguir jugando MLB The Show en mi consola PS3, pero no me dio chance porque ella respondió muy rápido, el celular vibró en mi mano y con el pareciese que todos mis nervios también lo hicieron. Sentí como los latidos de mi corazón empezaron a acelerarse mientras lentamente acercaba el celular a mi rostro, para poder leer el mensaje.

No podía creer lo que mis ojos estaban viendo, lo que estaba escrito en esa pantalla me dejó anonadado, lo releí varias veces, y mientras más rectificaba que mi vista estaba bien, y que sabía leer, más grande era el nudo que se me formaba en la garganta, sin poder detenerlo, me puse frío y mis labios empezaron a ponerse blancos, mi vista se empañó y simplemente arrojé el celular al otro extremo de la cama, sin importarme si se caía o ella siguiera escribiendo, es que ya no quería saber nada más del mundo, sentí como descendía en un vacío interminable de emociones, donde el sentimiento de tristeza fue el que se apoderó de mí, jalándome con fuerza hacia ese vacío, yo sin más me dejé llevar perturbado, daba la impresión de que el tiempo jugaba en mi contra, estirando a su antojo cada milésima de segundo, haciendo más exasperante mi caída, lo único que logré sentir después de algunos cuantos segundos fueron las lágrimas, que corrían con vehemencia por mis mejillas, como si saliera Maduro del gobierno y disfrutaran su libertad... Lloré por una hora, desconsoladamente, hasta que mi respiración empezó a establecer su ritmo adecuado, mi mente estaba en blanco, no tenía ninguna expresión, solo estaba acostado boca abajo en mi cama, viendo la pared, sin encontrarle sentido a nada, de pronto empecé a sentir mucho sueño Dormir en el tratamiento perfecto para aliviar los malos pensamientos dije para mi, así que me sumergí en un sueño profundo, tanto que me levanté al día siguiente.

La semana pasó bastante rápido, todo parecía seguir igual que siempre, el mismo ritmo agitado que se vive aquí, pero dentro de mi había ocurrido un Bing Bang, tenía los pensamientos en otro sitio, no prestaba atención a las clases, ni a mis compañeros, no tenía apetito, y es que, sería imposible estar de otra forma después de leer aquel fructuoso mensaje... Solo quería permanecer en mi habitación, sin hablar.

Mi novia iba a visitarme casi todos los días, la pasábamos muy bien a pesar de lo ocurrido, veíamos películas, reíamos, era la única con la que se me olvidaban los problemas, siempre fue así, aún cuando el problema provenía de ella, es complicado.

...

Hoy es el día... Había pasado los últimos 6 con ella, era la semana que más había llorado en toda mi vida, y me sorprendía porque yo no soy de llorar, sin embargo esos días fueron un paraíso infernal para mí, mis emociones no sabían que papel jugar, mis sentimientos estaban peleándose a muerte para ver cuál salía de mis adentros, fue una trifulca infatigable donde el único que perdió fui yo. Me levanté de mi cama, tomé un corto baño y me arreglé para salir, con 200 bolívares en mi cartera, totalmente desanimado, pues iba a presenciar uno de los actos más atroces en lo que llevo de vida. Eran las 11:00am y ya yo estaba de pié en uno de los vagones en el tren del metro, vía a la estación Los Dos Caminos que era el punto de encuentro con la mamá de mi novia. Tardé unos 15 minutos en llegar, y ahí estaba ella con su madre y su hermana menor, hicimos varias diligencias y al terminarlas nos dirigimos al sitio donde mi vida se iba a separar de la de ella, al menos físicamente. Caminamos hasta el lugar, recuerdo que la tenía tomada con fuerza de la mano, estaba oscureciendo y teníamos que apresurarnos por la inseguridad, llegamos por fin al lugar, jadeando, nos separamos de su familia por unas dos horas, donde conversamos, viéndonos con la mirada propia de dos tórtolos enamorados, más allá de sus hermosos ojos café, podía percibir el miedo que sentía, el dolor, el sufrimiento.

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