Capítulo ocho

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Sábado por la mañana.

Harry despertó luego de un buen merecido sueño y, con más ganas de las usuales, se levantó para ir hacia el trabajo. Amaba la pastelería y trabajar en la de los Malik lo hacía inmensamente feliz, sobre todo, porque ahí había conocido a Louis.

Suspiró pensando que pedir trabajo en ese lugar fue lo mejor que pudo haber decidido y salió con un pan en la boca a cuestas de su madre, que quería que se quedara a comer. Caminaba mordisqueando el pedazo de pan y cuando menos lo , manos cálidas le tocaron la cabeza dándole suaves palmaditas.

-          ¿Tan temprano, Syles?-  dijo el ojiazul  acomodando su paso al del menor.

-          ¡Lou!- dijo moviendo la cabeza de derecha a izquierda. –Tampoco es que siempre llegue tarde- se excusó.

-          Dos de dos días que vamos a trabajar- sonrió.

-          De todas formas tan temprano no hay muchos clientes.

-          Es que a la hora en la que tu llegas, ya se fueron todos- soltó una risa estruendosa ante tal chiste.

-          ¡Tonto!- sonrío. El sonido de su risa retumbaba en su cabeza como si ésta estuviese hecha para que el eco sonara en ella.

Caminaron en silencio lo poco que les quedaba para llegar al trabajo y  cuando llegaron encontraron a Zayn hablando con su madre sobre asuntos del lugar.

-          Podríamos hacer una remodelación

-          Si no funciona terminaríamos con el dinero que nos queda- dijo la señora sobándose la barbilla.

-          Peguemos propaganda.

-          No, no creo que sirva, la mayoría de la propaganda la gana el súper mercado y la nuestra la tirarían a la basura. Dinero perdido.

Era la tercera idea que tenía el Malik y la tercera que era refutada por su madre. Se le habían acabado las opciones y necesitaba tiempo para pensar. Su madre regresó a la posición que tenía  hace 5 minutos: los brazos cruzados y la mirada perdida, y así se quedó  por vario tiempo sin decir nada.

Discutían acerca de qué hacer con la pastelería pues de unos meses para la fecha, había estado decayendo en lo que respectaba a los clientes.

Si, era cierto. Últimamente casi nadie entraba al lugar. Pocas veces al día una persona se atrevía a pasar por la puerta de entrada y era difícil que se llevara algo. Habían abierto un nuevo súper mercado a tres calles de ahí y se había llevado toda la atención de las personas pues en un lugar como en el que vivían, tan tranquilo, era difícil encontrarse ese tipo de cosas que solían tener de montones en las ciudades.

-          Cerraremos temprano- concluyó Trisha retirándose del lugar hacia sus obligaciones.

Nadie tuvo ganas de seguir hablando y cada quien se dispuso a hacer lo suyo, aunque realmente no había mucho que hacer.  Contaron a los clientes y exactamente se presentaron 17 al lugar; nueve de ellos se  fueron sin comprar nada, dos compraron unos pasteles pequeños y tres se quedaron a comer.

A pesar de ser un día realmente tranquilo, el ambiente en la pastelería no se sentía así. La señora Trisha estaba demasiado pensativa y muy seria, era demasiado extraño que no se le escuchara cantando mientras administraba o limpiaba.

-          Creo que es hora de cerrar- sentenció la mujer con una voz serena y con una mirada que les daba a entender que hablaba enserio.

Catching Feelings {AU Larry Stylinson} |Terminada| (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora