15. La magia de la muerte

1.1K 46 3
                                    

                                .:Rose:.

Estaba cabeceando en la mesa luchando por mantenerme despierta, Lissa estaba casi igual, pero se notaba que lo tenía mejor manejado que yo. Christian se había ofrecido a preparar el almuerzo y ahora estaba sirviendo. Pollo y arroz. Se veía muy bien con una salsa blanca y los condimentos. Él cocina increíblemente delicioso, Lissa tenía toda la suerte del mundo.

Cuatro de la tarde y yo moría de sueño ya que estuve toda la noche despierta con Lissa viendo películas y cuando me dormí fue solo dos minutos antes de que Alberta decidiera despertarnos. Fue horrible y desde entonces estamos cansadas las dos.

– Rose, irás a la librería a buscar información, ¿cierto? – Pregunto mi madre.

– Eso creo – Me encogí de hombros – Pero podría echarme una siestecita primero, ¿no?

– No – La mire indignada por su frialdad. Luego suspire resignada – Lissa irá contigo

– ¿Qué? ¿Yo por qué? – Pregunto ella gimiendo. Obviamente tenía la idea de echarse una siesta también.

– Castigo para ambas por quedarse despiertas toda la noche – Respondió Alberta coincidiendo con mi madre – Les dijimos que debían dormir y no andar jugando

– ¿Y él por qué puede dormir? – Pregunte apuntando a Dimitri con el tenedor. Pero a diferencia de nosotras dos él no estaba cansado, de hecho estaba tan fresco como siempre – Salimos y volvimos a las tres, es justo un castigo

– Yo me dormí apenas volvimos, ustedes se pusieron a hablar y a comer. Si no lo hubieran hecho probablemente ahora estarían bien – Dijo Dimitri con su tono serio de "Yo el mentor Zen".

– Sabias que baje a buscar comida – Lo mire con los ojos entrecerrados. Él se encogió de hombros – Estabas despierto

– No hizo falta. Cuando desperte la cocina estaba desordenada y la comida estaba tirada – Dijo tranquilo. Uy... olvide ordenar.

– Es injusto – Musite.

– No lo creo – Dijeron mi madre y Alberta al unisonó. Gemí junto con Lissa y luego le sonreí divertida.

Al término del almuerzo Lissa y yo salimos a buscar la librería. Dios. Estábamos tan cansadas que ni las instrucciones escuchamos así que fuimos a comprar unas bebidas. Mientras las pagaba pregunte la dirección de la librería y nos dirigimos allí.

– No puedo creer que no castiguen así – Me queje.

– Rose – Bostezo Lissa – Pudo ser peor

Me encogí de hombros. Nos detuvimos enfrente de un aparador lleno de libros, sonreí a Lissa y luego entramos haciendo sonar una campanita arriba de la puerta. Una voz escondida nos dijo que enseguida vendría.

– ¿Crees que encontremos algo aquí? – Me miro intrigada.

– Solo si hay un Moroi atendiendo – Dije tomando un libro sobre árboles – Aunque lo dudo mucho. Quizás solo otro humano más

– ¿Qué tal si llamas a Sydney? – Pregunto Lissa cruzándose de brazos. La mire curiosa, confundida y finalmente sonriendo. Al ver que no había nadie aún atendiendo nos fuimos de la librería y yo llame a Sydney.

                                .:Lissa:.

Rose se alejo para poder hablar con Sydney y yo me senté en una banca terminando la bebida que tenía en mis manos. Estuvo hablando como por cinco minutos y luego se me acerco una expresión que dejaba poco que desear. Supe que Sydney no tenía ni idea de que le hablaba Rose y ella dudaba que fuera el tipo de magia que ella usa. Suspire rendida y luego apoye la cabeza en el borde del respaldo.

Instintos de Dhampir, Rose y DimitriOnde histórias criam vida. Descubra agora