KIM² || ChenMin/XiuChen

02. caffeine crazy

Luego del incidente del pasillo, Jongdae no podía dejar de pensar en Minseok y se había puesto más pesado que nunca. Insistía en esa estúpida idea del destino y de que eso de chocar con Minseok en el pasillo era positivo para él. Creía que tenía más puntos o algo así. Lo cual era alarmante a los ojos de Kyungsoo, al que acudió corriendo luego de clases a contarle lo que había sucedido con su vecino. Incluso le pagó el almuerzo para que su amigo accediera a escucharlo, pues se negaba rotundamente, y el más bajo termino doblegándose, Kyungsoo nunca se negaba a comer gratis. Su mejor amigo solo se limitó a escuchar a Jongdae sin ninguna expresión y asentir con la cabeza mientras comía, observándolo y pensando lo loco que estaba. Para luego concluir con una de sus muchas frases que dejan a Jongdae como un completo idiota.

El resto del día de Jongdae transcurrió sin inconvenientes y a las cinco de la tarde el rubio estaba saliendo de la facultad y subiendo a un autobús de camino a la cafetería donde trabajaba. Se sentó al fondo del vehículo y se dispuso a aprovechar los minutos de viaje para escuchar algo de música y relajarse antes de afrontar el bullicio del café. Un primer infarto casi llego a él cuando vió la cabellera desordenada color morado de Kim Minseok una hilera de asientos delante del suyo. Minseok estaba acompañado de un chico de cabello castaño claro. Una muy mala suerte que sólo pudiera verle la nuca. Su vecino se reía sonoramente y el sonido adorable que hacía se esparcía por todo el autobús, llegando a los oídos enfundados con auriculares de Jongdae, que inmediatamente se los quitó cuando lo vió.

Nadie, absolutamente nadie, intenta establecer relaciones sociales en transportes públicos por lo que Jongdae dejó pasar aquella casualidad y agradeció mentalmente a los trabajadores del destino por darle otra oportunidad.Pero esta vez, no gracias. Sin embargo, observó a Minseok todo el trayecto con una expresión imperturbable y se sintió algo decepcionado cuando se bajó junto con su acompañante en una de las avenidas del centro. El seguiría de largo un par de minutos hasta internarse en el barrio universitario y dar por comenzada su jornada laboral, que ahora se veía desprovista de atractivo ya que cierto peli-morado le había arrebatado la concentración.

Bajó del autobús en la esquina del café y el ir y venir de la gente por esas calles le dieron una jaqueca temprana. Llevaba su mochila al hombro, que estaba cargada como el demonio por sus libros de texto, con su uniforme e identificación dentro. Unos pasos después, Jongdae se encontraba dentro del establecimiento y al ver la cantidad de gente abarrotada que había supo que sería una tarde agotadora. 

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Jongdae no es tan idiota como parece y tiene su cuota de decencia también. Por lo que no se deja consumir por los pensamientos ansiosos sobre Minseok en lo que va de su turno y realiza su trabajo con la eficiencia por la que fue contratado.

El horario más dificultoso ya ha pasado y los estudiantes que llenaron el café hace un par de horas se han ido para dar lugar a esa franja horaria de la tarde-noche en la que los clientes son ocasionales caminantes de las calles de Seúl. Jongdae puede respirar de nuevo y siente su dolor de cabeza ceder.

Tal vez, si tiene suerte, el resto del día sea igual de tranquilo así que desocupa su lugar tras el mostrador, limpia un par de mesas y repone la pastelería. Está tan absorto en su tarea de hacer relucir la madera de las mesas que no se ha dado cuenta que nuevos clientes llegaron. Dos chicos, el más bajo de cabellos morados con su brazo enlazado con el de mayor estatura, parados frente a un mostrador vacío y con ningún empleado a la vista.

—¿Hola? ¿Hay alguien? — la llamada de Minseok saca a Jongdae de su trance que guarda su trapo en el delantal y sale corriendo hacia la caja, sin siquiera mirar la mata de cabellos morados que lo espera. Kim Minseok nunca pasaría desapercibido con tan excéntrica elección de color de pelo.