Capítulo 2: Volverte a ver.

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-¿Ya llegamos?-

-No...ya falta poco Harry, sé paciente.-

-De acuerdo...- El rizado bufó y observó por la ventanilla de la vieja camioneta que conducía su tía. Afuera el paisaje era desolado, se veían solo unas cuantas casas muy separadas la una de la otra, reinaban los árboles y los extensos campos de hierbas. Había muchas vacas, toros, caballos y gallinas, así que para matar el aburrimiento se puso a contar cada uno de los animalitos que veía mientras pensaba en cómo sería su nueva casa y su nueva vida junto a su tía. Sería difícil adaptarse rápido al brusco cambio, pero él estaba más que dispuesto a ser un niño fuerte y no dejar que la muerte de sus padres lo afectase tanto.

El motor de la vieja Van rugía como si estuviese por detenerse en cualquier momento y los caminos con pedregullos hacían que Harry diera pequeños saltitos en el asiento trasero provocándole diversión. Su tía lo observó por el espejo retrovisor y le sonrió dulcemente.

Pronto el paisaje rústico comenzó a desaparecer y la urbanización se hizo presente. Casas grandes, algunos departamentos y tiendas se reflejaban en los ojos del rizado quién los miraba maravillado.

-Bienvenido a Doncaster Hazz.- Espetó su tía con orgullo de su ciudad tan hermosa y Harry sonrió alegre y emocionado. Al fin habían llegado.

La mujer condujo un par de minutos más, alejándose un poco del centro de la ciudad para ir a un barrio un poco más tranquilo que era en dónde residía. El pequeño rizado observó el barrio con curiosidad a través de la ventanilla, notó un pequeño parque, muchos árboles y flores, y todas las casas eran bonitas y muy cuidadas, todas con tejados rojo chillón. Su tía estacionó en la vereda de una casa muy diferente al resto, ésta estaba un poco más deteriorada, la pintura amarilla de sus paredes estaba descascarada pero estaba casi cubierta con una enredadera frondosa que la llenaba de flores. A Harry le pareció que eso era bonito.

-Llegamos a casa.-

Su tía giró su rostro para observar a Harry y regalarle una bella sonrisa la cual éste devolvió enseguida.

La casa por dentro era igual de deteriorada que afuera, tenía muebles que parecían haber estado allí por años pero estaban muy limpios y cuidados. En las paredes colgaban cuadros de paisajes entre otras cosas. A una izquierda de la entrada había una gran escalera con una alfombra roja que conducía a la planta alta y el rizado observó a su tía buscando su aprobación para poder ir hacia arriba a explorar. La mujer soltó una graciosa risita.

-Puedes ir, ve. Tu cuarto es el último al final del pasillo, puedes ir acomodando tu ropa en el clóset.-

Harry asintió y subió las escaleras con desesperación. Estaba muy emocionado de tener una habitación en la planta alta, su anterior casa era solo de una panta y él creía que eso era muy aburrido pero de todas formas adoraba su cuarto celeste.

Abrió la puerta con una de sus pequeñas manitos haciendo que ésta rechinase y antes de ingresar paseó su vista por todo el cuarto, observando detenidamente cada parte de éste. Estaba vacío a excepción del clóset y la pequeña cama a un lado de la ventana; camino lentamente hacía ésta y la abrió por completo dejando entrar un poco de aire fresco de primavera. Lamentablemente su cuarto no tenía muy buena vista, daba al patio de la casa vecina en dónde se erguía un frondoso árbol de manzanas. Quedó maravillado al observar el lujo que la vivienda adyacente poseía, tenían una gran piscina y masetas con flores exóticas, una estatua de alguna persona desnuda que hizo que el rizado soltase una leve risita. Una señora con un delantal blanco y negro salió de la casa y Harry la quedó observando, era una señora algo mayor y tenía una regadera en sus manos, se dirigió a las grandes masetas y comenzó a regar las plantas en ellas. Parecía que era la sirvienta de esa casa.

As happened to Cinderella {Larry Stylinson} TERMINADA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora