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—Te cuidai. Te poni bloqueador, harto repelente pa' que los bichos no te chupen toda la sangre, no te andi saltando las comidas, toma harta agua y ni se te ocurra salir en la noche. Te acostai temprano.

Entorne los ojos con una sonrisa, mientras mi mamá echaba la botella spray de repelente a mi bolso deportivo. Mi papá la miraba cagao de la risa con sus cejas fruncidas.

—Ay, mi amor. Deja de darle tanto color. Si la niña ya está grande.
—exclamo él, mientras se comía su tostada.

Eran las siete de la mañana, del sábado. Anoche habíamos ido a un compartir en la casa de unos minos de la alianza. Pero me vine temprano porque el paseo estaba organizado para hoy. Los hueones del liceo tenían todo planeado. Era cosa de que la alianza ganadora arreglara sus cosas y nos fuéramos no más. Total, los apoderados ya estaban enterados de todo gracias a la reunión. Hoy debíamos llevar las autorizaciones.

—Igual, no más. Esta es media pava —refuto, mi mami.

Yo me reí, mientras bajaba la vista para cachar mis WhatsApp.

Tomy:

Echa tu traje de baño, maraca. Nos vemos en el liceo.

Karen:

¿Creí que deba echar casaca pa la noche? No quiero helarme, hueón.

Ale:

Voy llegando.

Les respondí a los tres rápidamente.
Cuando el Ale llegó a buscarme para irnos al liceo, mis papás me abrazaron, me dieron plata y le pidieron al cabro que me esperaba que me cuidara.

Al llegar al liceo, ya estaban casi todos los hueones de cuarto, saludamos a los que conocíamos, mientras esperábamos los buses que llegarían afuera del establecimiento.

—En la noche nos lanzamos
—aseguro el Rigo, mostrando una botella de tequila que tenía en su bolso negro mientras soltaba una risa culia gangosa.

Yo abrí los ojos entero de grandes. ¿Y si le pillaban el copete? Iban los profes jefes de cada curso a cuidarnos. Y digamos que iban andar ojo al charqui.

—No te vayan a pillar, hueón —le dije, escondiéndome en el abrazo del Ale.

De a poco me estaba acostumbrando a esto del “pololeo” de las tomadas de mano, los abrazos continuos y los besos en público. Tampoco es como que fuésemos unos pegotes… pero todo eso era sumamente agradable y ya no me importaba que nos vieran… o me vieran ponerme roja como tomate, ah.

—A este culiao nunca lo pillan —se río la Karen, pasándole un audífono a su pololo que estaba tragándose una botella de cachantun. Parece que alguien andaba con caña…

El Tomy alzo una ceja, analizando al Rigo.

—¿Trajiste una, no más?

—¡Que iba a traer una! —se cago de la risa el Brayan, mientras se ponía el audífono que le ofrecía la Karen. —Trajo como tres y los chiquillos tienen más.

El Bastián miro al Tomás sonriendo.

—Yo pretendo hacerme mierda
—aseguro, sin despejar su mirada de mi amigo. El Tomy solo sonrío, entornando los ojos.

Culiaos lindos…

—¡Ya chicos! ¡Llegaron los buses, comiencen a subir! ¡Entreguen sus autorizaciones al jefe de bus! —gritó el inspector general.

¡Hueón culiao, me rompiste el choro! #HCMREC 1Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang