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Dedicado a todos los lectores fieles que se desconchetumarizan esperando una actualización porque aman esta novela chilensis, tanto como yo. Gracias infinitas.

—Globos, vasos, papás fritas, ramitas, suflitos, chelas, chelas y más chelas
—canturreo el Rigo viendo una lista, mientras yo arrastraba el carrito del supermercado. Las personas nos quedaban mirando mientras pasábamos, ya que el hueón había echado cualquier caja con chelas. Que planchita, hueón.

—¿No creí que es mucho copete, hueón? —le dije yo, analizando el carrito.

Él se encogió de hombros.

—Nunca es suficiente. Además, no todo es para hoy. La mayoría es para nosotros en la playa. Pa' los carretes siempre se hace vaquita.

Lo miré un segundo. Hoy después de clases, quedamos en que nos dividiríamos las cosas. Entre nosotros hicimos vaquita para comprar cosas para decorar y comer, aunque para ser bien sinceros el que se estaba llevando el crédito de todo era el Rigo, debido a su condición acomodada. Si el hueón vivía en la misma villa que el Ale, po. Sus papás también eran de plata por lo que al hueón le daba lo mismo pasar casa y gastar, yo le dije que me daba cualquier plancha que no me dejara pasarle más plata, pero él insistía diciendo “mejor le compras un regalo más lindo a tu amor” a lo que solo reí.

—Oye Rigo…

Por un momento, quise preguntarle por lo que vi ayer por la tarde en la biblioteca, pero creo que no es un buen momento, así que pregunte algo que me estuvo rondando.

—¿Qué sucede, Tamyloca? —respondió, mirando con dedicación un envoltorio de manís.

—¿A este carrete va la Jazmín?

Bueno, tenía que preguntar po. Aunque no me gustara ni chucha, era amiga del Ale.

—No he hablado con ella. Pero le dije al Brayan que la invitara. ¿Te molesta?
—preguntó, algo preocupado.

Me mordí el labio. En cualquier momento me ponía a echar espuma por la boca, ah.

—No me gusta que esté cerca del Ale… tú sabes por qué. Además, se nota a leguas que me detesta.

—Son celos… no solo por los sentimientos amorosos que tiene hacia mi perrin… también es una huea de amistad. Antes de ti ellos eran algo así como mejores amigos. Donde estuviera el Ale, estaba ella.

—¿Sentimientos amorosos? —alcé las cejas —¿Está enamorada de él?

—Ella misma se lo dijo en el paseo
—encogió los hombros.

Entonces, mis ojos se ampliaron.
¿Cómo dices que dijiste? Al ver mi cara, un gesto de sorpresa lo asalto.

—Mierda… ¿no sabías? Pensé que el Ale te había dicho.

Ahora todo tenía sentido.

—O sea que… ¿por eso tú estabas ese día raro? ¿Y él me dijo que habían tenido unos problemas?

Él parpadeo. También estaba confundido.

—Creo…

—¿Por qué no me cuenta las hueas? —pensé en voz alta, dejando caer con rabia un paquete de papas al carrito.

El Rigo se acercó, haciendo puchero.

—No hagas un drama de esto, por fa. Piensa que quizás él no quiso contarte por miedo a que te enojaras o algo así. Ni él mismo se había dado cuenta hasta que la Jazmín se lo dijo.

Tenía razón. Pero igual me daba rabia. Ah, la huea. Inhale y exhale, serenándome.

—¿Y qué pasa contigo, Rigo? ¿Qué sientes por ella?

¡Hueón culiao, me rompiste el choro! #HCMREC 1Where stories live. Discover now