Epílogo

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Te amo y te amaré hasta que me
muera, y si hay una vida después de
esta, te amaré también entonces 》

 
Jace \\ Cazadores de sombras

—¿Por qué?

La pregunta fue susurrada por mis labios. Miré al hueón a mi lado y ni siquiera pude parpadear. Todo en mí estaba absorbiendo su presencia, su imagen. No podía creer que él estaba aquí ahora. Después de más de un año.

Mis manos temblaban. Mi pulso estaba frenético. El Ale había vuelto a Chile. Estábamos sentados en el pasto, en la plaza que estaba cerca de mi casa. Él me había visto en el negocio. Me explico que iba a buscarme a mi casa, pero me vio entrar al negocio y me siguió hasta allí. Entonces, nos encontramos en esa bochornosa situación, una vez más. Que implicaba a mi choro roto.

Llevábamos aquí más de media hora. No sabía que hacer, que decirle, como reaccionar a todo esto. Cuando salimos del negocio, el Ale me pidió hablar. Le dije que sí, porque quería escuchar lo que quería decirme, saber que onda con su vida... si le había ido bien. Así que fui a dejar el jugo a mi casa y le expliqué a mi mamá que saldría hablar con alguien de la u. Sí le decía que era el Alejandro probablemente hubiese salido a verlo y no hueón, me pase mil rollos. Mejor ahorrarnos eso.

—¿Por qué, qué Tamara? —susurró el Ale ante mi pregunta.

Estaba viéndome fijamente y yo le devolví la mirada. Recorriéndolo. Parecía más fuerte. Con su cuerpo más trabajado... conchetumare, no puedo negar que se veía más rico que la chucha. La camisa celeste se aferraba a su cuerpo delgado y musculoso y los jeans pescadores apretaban sus muslos. Tragué.

Yo estaba como en shock, hueón. Porque hace solo minutos atrás, acababa de decirme que volvía a Chile... para quedarse. Que había vuelto a verme... a hablar conmigo. Y mi parte romanticona y emotiva se desesperó en interrogativas como: ¿volvió por mí? ¿me sigue queriendo como antes?

Me mordí el labio.

—¿Por qué volviste ahora? No puedes... no puedes dejar todo en España y...

—Sí que puedo —me interrumpió.

Negue, pasándome las manos por el pelo.

—No. Tú prometiste que... serías feliz. Que...

No entendía porque le estaba reclamando tanto. El Alejandro tenía la libertad y el derecho de hacer las hueas que quisiera, pero que él volviera a Chile... me ponía mal, emocionada, confundida. En una mezcla de emociones y sentimientos.

—Nunca te prometí nada, Tamy
—habló, tomándome las manos y haciendo perezosas caricias en los dorsos. Su gesto me puso alerta y cada célula en mi sistema reacciono a su caricia —Fue al revés. Yo te pedí promesas, porque quería que fueras feliz. Pero soy un egoísta de mierda.

Me quedé en silencio. No sabía como responderle. Estaba tan confundida. Mi corazón estaba dolido. Muy magullado, hueón. Pero al verlo después de tanto tiempo es como si los pedazos se hubiesen unido de forma pausada.

—¿Por qué volviste? —la tire de una, volteándome por completo hacia su cuerpo —Quiero la verdad. Quiero que me digas lo que piensas realmente. Lo que sientes...

El Alejandro no lo dudo. Me apretó la mano, humedeció sus labios y fijo sus ojos negros en los míos.

—Por ti —soltó, logrando que todo en mí gritará por él —Volví por ti. Porque no he dejado de pensar en ti ningún puto segundo, hueón. Porque este año fue un año de mierda. Porque a pesar de que me repetía que tú estabas bien y no me necesitabas aquí para revolverte la vida, yo seguía queriendo volver a verte. Porque soy débil cuando se trata de ti, Tamara.

¡Hueón culiao, me rompiste el choro! #HCMREC 1Where stories live. Discover now