Especial II

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Capítulo especial 2

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Capítulo especial
2.

Karen

Él me estaba mirando. Me estaba mirando fijamente, pero yo hacía como si no me diese cuenta. Sabía que eso lo enojaba cada vez más. Los ojos oscuros del Rodrigo me analizaron sin despegarse de mi persona. Me removí en mi asiento y le rogué al cielo darme fuerzas para no devolverle la mirada. Sabía que si hacia esa huea no me iba a despegar.

Suspire, el brazo de mi pololo se envolvió en mis hombros y tuve que agachar la cabeza cuando cache al Rigo acercándose a nuestro puesto. Estábamos en clases de matemáticas y la profe nos había entregado una prueba formativa, pero es como si nos hubiese dado chance para huebiar. Algunos estaban parados dando jugo en la pizarra, otros escuchaban música o conversaban, o simplemente se dedicaban a tratar de hacer la huea por décimas. El Brayan me estaba mostrando algo en su celular, pero no pesqué porque el perfume del Rigo inundo mi nariz. Estaba solo a un metro.

—¿Me pasan la tres? —dijo el Rigo, una vez que ambos levantamos la mirada.

—¿Estai haciendo la prueba, hueón? ¿Y eso? —se río el Brayan, dejando mis hombros. No se me paso la mirada que el Rodrigo le lanzó cuando me soltó.

—Estoy mejorando. Quiero un futuro
—se defendió él.

—No las tenemos —respondí cortante, ordenando mis cuadernos. El Brayan era sumamente desordenado para hacer las hueas, con la mesa llena de papeles, los lápices desparramados e incluso la basura de su colación y esa mierda me cargaba.

Mi pololo sonrío, levantándose de mi lado.

—Pero las estabas haciendo, amor. Siéntate aquí, perro. Iré a huebiar un rato al Ale —dijo el Brayan, cediéndole el asiento —La Kari te enseña.

Apreté los dientes. No me gustaba que me dijera “Kari”. Sin decir nada más, se fue al puesto del Ale y el hueón que me ponía de los nervios se deslizo a mi lado.

—¿Qué mierda haces? —le dije, apretando fuertemente los labios con la vista fija en mi mesa.
Él suspiro. No quería mirarlo, porque sabía que si lo hacía iba a caer como hueona.

—Trato de entenderte —susurró, dibujando hueas en el cuaderno del Brayan. Era algo así como un pico amorfo.

—¿Qué vas a entender? —alcé una ceja.

Un suspiro cargado de irritación salió de sus labios, cuando tiro el lápiz con fuerza contra el cuaderno. Mi respiración se aceleró.

—Es graciosa la forma en la que pareces estar abrazándolo a él, cuando luchas por devolverme las miradas.

Internamente gemí. ¿Qué chucha? Rigo culiao…

—No importa. No tiene sentido.

De pronto, sentí su mano debajo de la mesa. Sus dedos acariciaron mi mano y luego los entrelazo con los míos.

¡Hueón culiao, me rompiste el choro! #HCMREC 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora