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Dedicado a mi hermoso primo.
Que es un psicólogo increíble y siempre está ahí cuando lo necesito.
Sé que leerás esto algún día. Ya sea en Wattpad, o en mis archivos.

Por una extraña razón, solté la mano del Ale. Los miré a ambos, esperando que de una vez me aclararan quién era la hueona.

—Ale… —exclamo ella, con una sonrisa apenada.

¡Burro! ¡Burro, ctmre!- quise gritar. Porque la situación me recordó a la escena de Shrek. Yo era el burro ¿ok?

—Tanto tiempo… —continuo la tal Natalie.

Entonces, se acercó rápidamente y envolvió sus brazos en los hombros del Ale. Él se tensó, pero de manera incómoda le devolvió el gesto.
Cuando se separaron, los ojos claros de ella se fijaron en mí, y pude observarla a detalle.

¿Cuántas maneras de matar existirán? Porque creo que yo las había usado todas con ella en mi mente. Ah casi.

Para mi mala suerte, la hueona era muy bonita. Alta, de piernas largas y un cuerpo bien proporcionado, su cara tenía un dejé angelical enmarcado con pecas, y tenía cabello rojizo largo. Algunas pequitas le salpicaban la nariz y sus labios eran muy gruesos. Tipo Angelina Jolie. Yaaaa ni tanto, pero semejantes.

—Hola —me saludo acercándose, como si recién notara mi presencia.

Sus dedos se enterraron “suavemente” en mi hombro para chocar su mejilla en la mía. No sé qué cara habré puesto, hueón, porque el Ale me miro y pegándose un poco más a mí, habló:

—Ella es la Tamara, mi polola
—presentó. Sorpresa paso por la cara de la mina, sin embargo, trato de disimular asintiendo y lanzándole miraditas a mi pololo —Y ella es la Natalie… ehm…

—Una vieja amiga —agregó ella, auxiliándolo.

YA COCHETUMARE. ERA LA EX. SEGURO.

Sin querer la rabia me quemó. ¿Por qué chucha me enojaba tanto? ¿Y por qué se estaban comportando como hueones? ¿Por qué sentía que de alguna manera enferma era yo la que tocaba el violín?

—¿Y de donde se conocen? —pregunté yo, dibujando en mi cara la sonrisa más ensayada del universo.

—Por el Armando —dijo el Ale.

Cuando él lo nombró, las facciones de ella parecieron dolidas. Incluso más que cuando vio a mi pololo.

Por el Armando…

Ok… yo era un arrollado huaso. Más rollos no podía estarme pasando. Nah que ver la huea, pero bueee.

—Yo… esto… —la Natalie suspiro —… es bueno haberte visto. Creo que nos veremos en Santiago —agregó, tomándose las manos de manera nerviosa.

—¿Vas a volver? —se sorprendió el Ale, alzando los ojos hacia ella.

¿Qué chucha, conchetumare?

—Voy a entrar a la UCH… y mi papá me está dando su apoyo. Así que sí. Este año me sirvió para pensar… y pretendo volver la próxima semana donde mis abuelos. —le explicó.

El Ale asintió, en un gesto nervioso se rasco la nuca.

Yo solo podía permanecer en silencio, observando la playa y escuchando atenta cada huea. Era frustrante.

—Me alegro mucho, Nata… Te lo mereces. —aseguro, el Alejandro.

Ella sonrío de oreja a oreja, con sus ojos brillando. 

¡Hueón culiao, me rompiste el choro! #HCMREC 1Where stories live. Discover now