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Para ti. Que me has estado acompañando en cada capítulo. Desconchetumarizandote conmigo. Gracias por estar aquí y leerme.

Amate mucho, ama y deja que otros te amen. Nunca olvides que eres una persona maravillosa y a la mierda los que digan lo contrario, a la mierda esos pensamientos destructivos. Cree en ti mismo

—¡Tamara! ¿Echaste tus cuadernos, tu pase, el celular, el estuche? ¿Llevas colación?

Entorne mis ojos cuando mi mamá me siguió hasta mi pieza, mientras yo me colgaba la mochila al hombro. Ella no paraba de preguntarme y chillarme como cabra loca.

—¡Estoy en la universidad, mamita! Ya no tiene que andar encima mío. Y sí, eché todas mis cosas —respondí, tomando sus mejillas entre mis manos y dándole un beso en la frente —Nos vemos en la noche.

Ella hizo puchero, llevándose una mano a su guatita abultada. Sí, iba a tener un hermanito o hermanita. Mis viejos habían trabajado mucho en el verano parece, ah. Sonreí hacia ella. Se veía tan linda embarazada. Aunque los cambios de humor culiaos que la asaltaban eran dignos de salir corriendo. Si antes creía que era la reencarnación de Chucky, ahora era la Anabelle moderna.

—Es que no me convenzo de que estés tan grande, hueón —agregó, siguiéndome hasta la puerta, caminando como pingüino. Según ella la guata le pesaba una tonelada —¡Cuídate!

—Llevo tres meses yendo a la universidad, mamá —solté una risa
—¡Te amo! —grité, al subirme al auto de mi viejo. Los miércoles, yo era libre de usarlo, porque él no lo necesitaba para irse a trabajar debido a sus turnos. Estaba orgullosa de mi misma porque durante el verano la única huea buena que había hecho fue aprender a manejar y sacar mi licencia.

Habían transcurrido seis meses desde que mi vida escolar-media se había terminado. Seis meses desde que había salido del liceo y seguía sintiéndome nerviosa por todo lo que estaba viviendo. Cuando salieron los resultados de la PSU, casi me morí de un ataque al corazón. Mucho más, cuando la universidad en la que quería quedar publico las listas de aceptados. Lloré días, porque mi nombre relucía en esa lista. Había quedado en psicología y en mi primera opción. Estaba más feliz que la chucha. Y ahora era una fiel creyente de que si te esfuerzas: nada es imposible. Ninguna huea, dijo el Massú.

Al principio, acostumbrarme a la u fue más difícil que la cresta, ya que había mucho por leer, estudiar, hacer. No había día en que no tuviera algo. A veces sentía que el cerebro culiao se me iba a freír, pero milagrosamente me las apañaba y conseguía notas decentes. Con el tiempo, las cosas fueron facilitándose, en el ámbito de que me acostumbré y pude manejar mis tiempos.

Los días se pasaban volando. Era sorprendente la huea, pero lo prefería así.

Ese día, entre clase y clase, las horas se fueron a la velocidad de la luz. Cuando salí de la u, me fui directo a la del Tomy -él estaba estudiando moda y diseño-. Teníamos una especie de rutina. Cuando yo andaba en el auto lo iba a buscar y cuando ambos andábamos a pata, nos juntábamos en el mall. No podíamos juntarnos todos los días. Pero la mayor parte del tiempo compartíamos la tarde.

—No puedo creer que el verano se haya acabado, hueón.

Gire mi cuello para mirar a mi mejor amigo, mientras esperábamos en la fila del Pedro, Juan & Diego. Habíamos venido a mandarnos su llena piola.

—Hueón, el verano se termino hace más de un mes. Estamos en mayo
—respondí, entornando mis ojos.

Él suspiro derrotado. Su pelo estaba corto ahora. Al igual que el mío. Bueno, no de la misma manera. Pero ambos nos habíamos ido a cortar las chascas. Mi larga mata de rizos negros ya no caía por mi espalda. Con cuea rozaba mis hombros. Mientras que el ex largo pelo castaño del Tomy ahora solo le rozaba la oreja. Sus rulos habían desaparecido.

¡Hueón culiao, me rompiste el choro! #HCMREC 1Where stories live. Discover now