PARTE II

293 49 2
                                    

SCARLETH


—Nos debemos cuidar entre nosotros, ahora que somos muy pocos—La Srta. Jules acarició el lomo negro de Owl, a lo cual éste gruñó y ella se alejó bruscamente.

Owl no apartó su mirada de mí en ningún instante. Yo no tenía voz para lo que acaba de presenciar. Michael seguía tirando de mí. Estábamos parados en una esquina de la habitación, como si eso nos pudiera ayudar de que Owl no nos atacara o que la Srta. Jules hiciera algo en contra de nosotros.

La Srta. Jules nos miró y sonrío, pero ya había perdido todo encanto al sonreír. Ella no era ninguna ninfa o ningún vampiro. Era una sacerdotisa... era una bruja. Una bruja que parecía disfrutar de nuestro tormento. Ella miró nuevamente a Owl, quién no quitaba su mirada en mí.

—Si los dejamos ir, los cazadores nos descubrirán—Ella nos volvió a mirar ¿Cazadores?

Owl retrocedió dos pasos, como si estuviera diciendo que no lo haría. La Srta. Jules bufó fastidiada y camino lentamente hacía nosotros. La sonrisa había desaparecido y sus labios estaban fruncidos.

—Entonces, lo haré yo.

Michael se colocó frente de mí, pero yo sujeté su brazo para no alejarlo de mi lado. Si esa señora antes era escalofriante, ahora era capaz de causarme un paro al corazón.
La Srta. Jules estaba a muy pocos metros de distancia y en ningún momento parpadeó. Retrocedí lo más que pude y tiré del brazo de Michael para que pudiera retroceder conmigo, pero ya no había espacio para seguir retrocediendo. La ventana estaba al otro lado de la habitación, al igual que la puerta, y yo no estaba al cien por ciento segura que Owl nos ataque si es que intentábamos escapar. Si es que no lo hacía ésta mujer.

Empecé a despedirme mentalmente de mi familia y de mis amigos, no tenía ni la menor idea de lo que sucedería a continuación y ya me lamentaba totalmente haber discutido con mi familia en la mañana, y el haberme enojado con Sandra porque no me creía sobre el Sr. Sherman, y también me despedí de él porque lo había olvidado completamente y a estas alturas seguía fiel a la teoría que él ya había sido historia y que ésta mujer lo mató. Quizás que cosas macabras habrá hecho con él. Pobre señor. Era un buen hombre y no tenía por qué haber pasado lo que le haya sucedido.

—Tú, hazte a un lado. Estorbas—Le dijo a Michael y éste hizo caso omiso, y se mantuvo quieto frente a las dos.

La Srta. Jules río amargadamente y con un brusco movimiento de brazo, Michael voló por los aires cayendo solamente su ropa, sin ningún rastro de mi amigo. Yo ahogué un grito y la miré con terror. Sentía mis ojos arder por las lágrimas que se avecinaban. ¿Qué le hizo a mi mejor amigo?

Owl no se inmutó, siguió parado mirándome, como si al convertirse en lobo también lo hubiera convierto en una estatua.

Nuevamente miré la ropa de mi amigo que yacía tirada en el suelo y había un bulto en el centro de ésta. Lo que sea que se encontraba dentro, respiraba y se removía inquietamente.
La Srta. Jules río más fuerte cuando un par de orejas se asomaron y seguidamente un lomo color dorado. Se podían divisar algunas franjas de color arena que marcaban toda su contextura, y una larga cola estaba completamente erizada al igual que todo el pelaje del pequeño animal.

El animal miró en mi dirección y se acercó débilmente, pero éste cayó y soltó un lastimero maullido. Sus ojos tenía dos colores diferentes en cada uno: azules y cafés. Era algo satisfactorio de ver y muy curioso.

La Srta. Jules se acercó al felino que apenas se podía levantar, ésta lo agarró entre sus manos y dijo:

—Jamás volverás a ser humano.

El lobo de los ojos amarillos | [Libro 1] (EN EDICIÓN)Where stories live. Discover now