Capítulo Especial

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SCARLETH

5 MESES ANTES.

Estaba en mis extensas clases de matemática, con el profesor explicando a gritos lo que ya tenía escrito en la pizarra. Mientras que yo lo miraba con cara de estar entendiendo perfectamente lo que estaba diciendo. El profesor no me preguntó nada en lo que pasó la clase. A veces me impresionaba que no tuviera notas tan bajas, pero tampoco tenía sobresalientes.

Sinceramente matemática no era mi fuerte. El día estaba totalmente soleado y no había ningún rastro de nubes en el cielo azul. Sin darme cuenta, ya estaba vagando en mi mente, recordando todos los momentos que viví con un día así de cálido y disfrutando del sol. En cambio, estaba aquí, encerrada en un aula de clases pasando bendita matemática que incluso no encontraba la manera de utilizarla para mi futuro. Es decir, no iría a una panadería a sacar la hipotenusa o calcular la raíz cuadrada de X número para conseguir el kilo ideal de pan. Simplemente aprendes sumar, restar, multiplicar y dividir para poder vivir feliz en la sociedad, a no ser que quiera estudiar física cuántica o doctorarme en matemática, algo que haría en un mundo en dónde se me haría tan fácil como sumar el dos más dos.
Mientras me perdía en mis vagos pensamientos, sin darme cuenta que ya había dominado el delicioso arte de fingir que estás prestando atención. Vagué en un no tan lejano recuerdo que viví hace un par de semanas atrás.

En aquel recuerdo, me encontraba recostada en mi cama mientras revisaba mi perfil de Facebook y respondía algún que otro mensaje cuando mi madre toca la puerta de mi habitación y entra. Su largo cabello rojo anaranjado estaba atado en una coleta baja, se le podía ver algunas canas pero aun así la hacía ver mucho más preciosa.

—Scarleth. Sandra está al teléfono—Dijo mi madre para luego marcharse y desaparecer en el pasillo. Yo dejé a un lado mi laptop y con cierta flojera, me levanté y caminé hasta salir de mi habitación.

Bajé las escaleras y el teléfono fijo estaba descolgado, por lo que deduje que aún estaba Sandra esperando en el otro lado. Agarré el parlante y lo llevé a mi oreja y simplemente articulé su nombre.

—Scarleth, también está Sasha aquí. Mal educada—La aguda voz de Sandra me reprochó.

— ¿Qué? ¿Hicieron una fiesta de pijamas y no me han invitado? —Fingí estar ofendida mientras me llevaba una mano al pecho, como si ellas pudieran verme.

—Y también estoy yo—Al fondo logré escuchar la voz de Michael, pues claro. Donde estábamos nosotras, él también estaba.

—Hola Mike—Lo saludé.

—Ya, dejen sus apodos cariñositos—Dijo Sandra—Scarleth, te vengo a ser una invitación.

—¿Cuál?

—Créeme que te reirás al escucharlo—Dijo Sasha quién parecía estar sonriendo por la forma en que lo dijo.

—Vayan al grano.

—Quería saber si te gustaría comer Penne.

—¿Qué? —Solté una carcajada, debía ser una broma, pero al otro lado de la línea no se escuchó nada, sólo la risa de Sasha.

—Eso, ¿quieres comer Penne? —No puede ser, es en serio.

—¿Por qué querría comer Pene? —Pregunté lógica, sintiendo como todos los colores se me subían a la cara.

—No seas asquerosa, Scarleth. Estoy hablando de la pasta Penne—Me regañó la rubia que incluso podría apostar que estaba frunciendo el ceño. —¿Por qué todos piensan en genitales?

El lobo de los ojos amarillos | [Libro 1] (EN EDICIÓN)Where stories live. Discover now