Paseo.

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Ya habían pasado tres meses desde la guerra contra Gea. Desde ese momento Nico Di Angelo y Will Solace se habían hecho muy cercanos; tanto así, que la gente ya había comenzado a sospechar que algo pasaba entre los muchachos.
Y la verdad sea dicha, ambos tenían sentimientos muy profundos por el otro, pero también tenían miedo de confesarse, miedo al rechazo. No querían perder tan hermosa amistad que habían logrado formar. Pero también era imposible no albergar esperanzas de que sus sentimientos podían ser correspondidos.

Eso es exactamente lo que pensaba Will. Sentía que Nico también tenía sentimientos hacía él, por lo que se propuso intentar confirmar sus sospechas. ¡Ojo! No es como si vaya a confesar lo que siente, simplemente le tiraría simples gestos, palabras, etc. para poder sacar sus propias conclusiones (aunque también le daba miedo malinterpretar las cosas). De todas formas, ya no había vuelta atrás, iría poco a poco, y le daría el tiempo necesario a la situación (y, en el mejor -o peor- de los casos, a Nico).

Esa tarde, Nico, sorpresivamente invitó al rubio a hacer algo juntos. Como Will estaba de turno en la enfermería le dijo que al terminar podrían salir juntos y hacer lo que el quisiera. Ambos se quedaron y terminaron con sus deberes.

- ¿Sabes? Jamás pensé que podría estar bien nuevamente -dijo el hijo de Hades luego de unos minutos en silencio mientras estaban sentados en la playa. -Desde que Bianca murió todo fue dolor y soledad. Todavía parece irreal todo esto; ahora tengo amigos y una hermana que me ama y haría lo que fuera por mi. Todo parece ir mejorando de a poco.

- Me alegra de que ya estés mejor. Quiero decir, sé que aun queda mucho camino para que estés del todo bien, pero aun así, es bueno ver que ahora estás mejor que antes. 

Nico lo miró, curiosidad plasmada en sus ojos. Desde que su hermana había fallecido nadie se había preocupado tanto por él como Will; puede que Jason o Hazel, pero de todas formas con el rubio era diferente. El hijo de Hades estaba más que consciente de sus sentimientos hacia el mayor y, también sentía que éstos podían ser correspondidos. 

Por un lado, le aterraba la idea de volver a enamorarse, pero muy en el fondo Nico sabía que había llegado a un punto de no retorno: aunque quisiera, ya no podía evitar los sentimientos que crecían en su interior por el chico a su lado. Por el otro, le entusiasmaba. Esta vez era muy diferente a la primera vez que se enamoró, ya que sabía que con Percy jamás pasaría absolutamente nada. Pero con Will era distinto, tenía la más mínima esperanza de que, tal vez, el hijo de Apolo lo querría de la misma forma que Nico a él. Aunque no sabía como hacer para sacarse la duda. 

- ¿Qué? -le preguntó un tímido Will Solace. No se había dado cuenta de que se le había quedado mirando como idiota. En otro momento de su vida, Nico habría mirado hacia otro lado y negado cualquier cosa; pero ahora las cosas eran bastante diferentes, él, quería ser diferente. Ya no quería seguir escondiéndose, pretendiendo ser alguien que no era; entendía que no pasaría de un día para el otro, pero con tiempo, paciencia, perseverancia y ayuda, lo lograría. Por el momento, podía empezar por las cosas más "sencillas", como por ejemplo no apartar la mirada del rubio a su lado; Will abrazaba sus piernas, su cabeza ladeada lo suficiente para que sus ojos conectaran con los de Nico, podía verse un suave sonrojo en sus mejillas. No muchas veces veías a un Will Solace tan tímido, y al pelinegro le gustaba, le parecía algo muy tierno.

- Solo te estaba mirando -contestó sin apartar la mirada, haciendo que el mayor se sonrojara aún más. Volvió la vista al frente con una sonrisa en el rostro. 

Luego de un momento, Will volvió a hablar. -¿Qué te parece si damos un paseo por los campos de fresas?

- ¡Claro!

Se levantaron y se dirigieron a su destino. 

Ya ahí, ambos charlaban animadamente de cualquier cosa que se les pasara por la cabeza. De un momento a otro, Will tomó las manos de Nico entre las suyas, haciendo que este se sonrojara notablemente y mirara hacia otro lado. De todas formas, no se apartó. Siguieron caminando así, de las manos, sin importarles las miradas curiosas que los demás campistas les daban. En ese momento, ambos estaban más que contentos, no les importaba lo que pasara a su alrededor, siempre y cuanto estuvieran juntos. 

Solangelo One ShotsWhere stories live. Discover now