Mentiras.

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Iba tarde. Eso fue lo primero que pensé al ver la hora: 17:46 p.m. se suponía que debía de estar allí a las 18:15 y no había forma de que llegara a tiempo. Él, siempre tan puntual y cumplidor, seguramente ya debería de estar en el lugar acordado o, al menos, llegando. Me sentí terriblemente mal al darme cuenta que, una vez más, llegaría tarde a nuestra cita.

Sacando cualquier pensamiento negativo de mi mente, tomé rápidamente la ropa que (gracias a los Dioses) había dejado a mano antes de tomar, lo que yo pensé sería una corta siesta, y me dirigí al baño. Casi 10 minutos después (me duché en tiempo récord), me cambié tan rápido como mis manos me permitieron, salí del cuarto y busqué mis cosas. 18:05. Mierda.

Justo cuando abro la puerta, mi querido novio se interpone entre la salida y yo; mirándome con una ceja levantada, y mi corazón comienza a latir con tanta fuerza que sentí mi pecho doler. O tal vez era otra razón por la que dolía.


Esto no se suponía que debía de pasar. Él no debía de estar en el departamento al menos hasta las 21 p.m., pero por alguna razón, llegó temprano a casa.

- Hola, cariño -saludó mi novio con una sonrisa en el rostro. Sonreí también, más por obligación que por otra cosa.

- Hola, ¿qué tal tu día? -le pregunté mientras me besaba.

- Agotador -se separó de mí, mientras se sacaba su corbata y se dirigía a la cocina-. Hoy el hospital estuvo lleno.

- ¿Sí? La verdad es que me sorprende que hayas venido temprano a casa.

- Fue un milagro, honestamente -mientras él hablaba al tiempo que se hacía una taza de café, aproveché y tomé mi celular.


Para: Idiota♡

Hey, amor. Lo siento, pero no podré ir esta noche. ¿Podemos dejarlo para otro día?


De: Idiota♡

No te preocupes, corazón. Nos veremos después ;)

Pd: sueña conmigo, precioso.

Sonreí al leer el mensaje. Se suponía que hoy nos veríamos, pero todo se fue al carajo.

-Entonces... -me sobresalté al escuchar su voz. Lo vi parado en la puerta de la cocina y entrecerrando sus ojos; sonrío para que no sospeche nada mientras guardo mi celular en mi pantalón-, ¿se puede saber a dónde ibas tan arreglado? - toma de su café sin despegar sus cristalinos ojos de los míos; yo me acerco a él, tomándolo de la cintura.

- La verdad es que iba a esperarte -levanta una ceja, cuestionando mis palabras; rodee los ojos-. Sí, lo sé, lo sé. Es muy temprano. Pero tenía pensado pasar a comprar unas cosas primero para hacer tiempo y no quedarme aquí encerrado.

- Ajá.

- ¿No me crees, amore mio? -Sabía que esa era su debilidad; él siempre me daba todo lo que le pedía cuando le hablaba en italiano-. Deberías de confiar más en mí, amore.

- Sabes que lo hago.

Y entonces me besa, primero lentamente, saboreando mis labios, para luego pasar a un beso más pasional. La verdad, hacía mucho tiempo que mi corazón había dejado de latir por el chico en frente de mí, incluso un par de años antes de conocer a ese precioso chico al que dejé plantado; ese corazón tan lleno de bondad; esos ojos tan claros que parecían atravesar tu alma y esa sonrisa digna de los Dioses que entregaba alegría incluso a aquellos pacientes que no entendían dicho sentimiento, ya no provocaban nada en mí. Y mucho menos desde que lo conocí a él: a ese hermoso estudiante de medicina, que podía alegrar tus días con tan solo su presencia, que parecía haber llegado al mundo tan solo para ayudar a los demás. Me enamoré de él, y él de mí. Ambos sabíamos que lo que estábamos haciendo estaba mal; y hubo un tiempo donde estuvimos a punto de terminar nuestra relación de amantes hasta que yo pudiera arreglar mis asuntos y los dos pudiéramos estar juntos al fin. Sin nadie que se interpusiera. Y yo estaba dispuesto a dejarlo ir el tiempo necesario solo para que no se sintiera tan desgraciado por lo que hacíamos.

Y ya estaba tan cerca, tan malditamente cerca de poder romper con este maldito compromiso que mis padres me habían arreglado cuando apenas tenía 13 años; y aunque en ese momento estuve más que de acuerdo porque no era más que un chiquillo que creía estar completa e irremediablemente enamorado de mi precioso novio, con el paso del tiempo, me arrepentí como nunca de aquella decisión.

No recuerdo en que momento terminamos en la cama, casi desnudos, y él sobre mí. Cometí el error de pensar en aquel hermoso joven de cabellos dorados que se robó mi corazón con tan solo una mirada; luego, mis ojos fueron a parar en la figura del rubio que en ese momento se encontraba conmigo. Intente dejar de pensar, intenté dejarme llevar por el momento, pero me fue imposible. Sentí una especie de deja vú al momento en que mi cuello fue mordido sutilmente y mi miembro fue apresado por una fuerte mano.

-Will...

Dos segundos. Dos segundos fue todo lo que mi mente necesitó para procesar el porqué el joven encima de mí se detuvo de golpe, quedándose completamente tieso; haciendo que mis ojos se abrieran de golpe y que mi cuerpo se tensara.

-¿Qué dijiste? -susurró en mi oído, antes de levantarse de mi como si de un resorte se tratara. Yo me acomodé en mi lugar, cubriendo mi torso con mis manos-. ¿Qué, dijiste, Nico? ¿Cómo me llamaste? -Tragué duro al escuchar la ira contenido en su voz, y también en sus ojos-. ¡Contéstame!

Está bien, sí, YO arruiné todo. Pero que me partiera un rayo si alguien pensaba que iba a dejar que me asustaran o intimidara.

-Will -le dije firmemente-. Te llamé Will.

Sus ojos parecieron brillar aún más furiosos. Se levantó de la cama y buscó su ropa; yo hice lo mismo.

-Mike...

-¡Cállate! -Me espetó, caminando como un león enjaulado- ¿Me estas engañando, no? ¿Desde hace cuándo?

-Un año y medio.

Y eso fue todo lo que se necesitó para que el infierno se desatara. Gritos, insultos, reclamos... golpes. Al final, cerca de las 02:30 de la madrugada, decidí tomar mis cosas y largarme de ahí. Mike no quería, decía que no huya como cobarde y enfrentara las consecuencias de mi traición; pero quedarme a pelear con él durante toda la noche no era enfrentar las consecuencias. Era algo que no nos iba a llevar a ningún lado. Salí dando un portazo.

Ya en la calle, me di cuenta que tan solo me faltaban un par de meses para cumplir los 21 años y así tener el poder de romper el compromiso. Ya que las dos partes debían de ser legales para eso, y como mi familia había sido la que creó todo este embrollo de porquería, mi palabra tenía más peso que la suya. Pero como aún era menor de edad no podía hacerlo. Sabía cómo afectaba una infidelidad -ya sea de su lado o del mío-, tendría que, no solo pagarle la deuda que él quisiera que le pagara, sino que también una parte de mi empresa -que sería heredada a mí en un par de meses- iría a parar a sus manos. Tenía que pensar en una forma de arreglar todo este desastre en el que me había metido.

Pero una vez en que mis ojos se encontraron con los adormilados orbes celestes de Will, supe, que en realidad, no me arrepentía de nada. Y lo haría todo de vuelta si eso significaba acabar en los brazos de aquel hermoso hombre que en estos momentos me acurrucaba contra su pecho, en la oscuridad de su habitación.


So, tendría que estar que estar estudiando, pero heme aquí, publicando esto.

Sé que tal vez no haya muucho solangelo, por no decir nada, pero me vino a la mente y pues *se encoge de hombros*.

Espero les guste ;)

Byeee

Solangelo One ShotsWhere stories live. Discover now